Jarre: la imagen le gan¨® el pulso a la m¨²sica
Sonido compacto y potente en la presentaci¨®n del ¨²ltimo trabajo de m¨²sico
Hace tan solo unas semanas Jean-Michel Jarre editaba la segunda parte de su d¨ªptico Electronica, subtitulado esta vez The heart of Noisey para demostrar precisamente eso, que el ruido tiene coraz¨®n, se plant¨® en la noche de ayer viernes en el escenario m¨¢s aparatoso de todos los montados por el S¨®nar en la Fira de L¡¯Hospitalet.
No era una actuaci¨®n m¨¢s ya que el m¨²sico de Lyon hab¨ªa escogido el festival barcelon¨¦s para montar la presentaci¨®n mundial de su nuevo espect¨¢culo basado precisamente en la m¨²sica de ese disco. La expectaci¨®n se notaba y la pregunta m¨¢s repetida era ?qu¨¦ va a hacer Jarre? Pocas pistas pod¨ªan extraerse del escenario totalmente negro en el que el dj ?ngel Molina intentaba poner en movimiento al personal para acortar la espera; no se puede ni debe tratar a Molina como a un telonero pero esta vez lo parec¨ªa. El p¨²blico se iba acercando pero nadie bailaba. Un p¨²blico que, ni en los momentos m¨¢s c¨¢lidos de la actuaci¨®n de Jarre, lleg¨® a llenar la tercera parte de ese hangar gigantesco de techos met¨¢licos abovedados que para la ocasi¨®n se bautiza como S¨®narClub y que, con su impresionante volumen, las luces nerviosas y cambiantes y la profusi¨®n de rayos l¨¢ser disparados contra el personal, parec¨ªa sacado directamente de una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n.
A las 22,30, con exquisita puntualidad, un ca?onazo de tonos subgraves lo conmovi¨® todo. El suelo temblaba mientras el escenario cobraba vida. Unas primeras cascadas de colores r¨¢pidamente se fueron transformando en una mezcla tan delirante como atractiva de formas cambiantes que rodeaban la tarima sobre la que Jarre manipulaba todo tipo de artilugios, incluida una guitarra. Con la ayuda de otros dos m¨²sicos en la retaguardia consigui¨® emular sin fisuras la sonoridad de sus dos ¨²ltimos discos antes de lanzarse a la recuperaci¨®n obligada de alguno de sus ¨¦xitos.
Llevar a un escenario su ¨²ltimo trabajo era una tarea ardua por el gran n¨²mero de colaboraciones que han participado en la grabaci¨®n, colaboraciones adem¨¢s con un gran peso espec¨ªfico en el resultado.
Parec¨ªa dif¨ªcil pero en el mundo de la electr¨®nica todo es posible hasta recrear a m¨²sicos que en ese momento deben estar a miles de kil¨®metros de distancia haciendo cualquier otra cosa. As¨ª sucedi¨®, por ejemplo con la voz de la canadiense Peaches o la proclama del activista estadounidense Edward Snowden (enlatada en su refugio moscovita).
Un sonido compacto y potente que, al tratarse de un recinto cerrado (por grande que fuera), te zarandeaba con fuerza golpe¨¢ndote la boca del est¨®mago marc¨® una actuaci¨®n en la que el entramado sonoro parec¨ªa el necesario acompa?amiento de un espect¨¢culo visual verdaderamente impresionante. Una producci¨®n videogr¨¢fica a menudo en tres dimensiones que alcanz¨® momentos sobresalientes como la invasi¨®n de marcianitos de ojos resplandecientes que acompa?¨® la cuarta parte de Equinoxe o el arpa l¨¢ser de The time machine.
Y una vez m¨¢s dio la impresi¨®n de que el p¨²blico de Jarre estaba all¨ª m¨¢s para disfrutar con la vista m¨¢s que con el o¨ªdo. Y raz¨®n no les faltaba porque lo visto super¨® cualquier expectativa (que eran muchas) mientras la m¨²sica caminaba por senderos ya conocidos. Stardust cerr¨® ochenta minutos de actuaci¨®n y nadie pidi¨® un bis.
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