Avergonzado de mi pa¨ªs

Pensaba, ingenuamente como se ha visto, que prevalecer¨ªa el sentido com¨²n; pero, al final, se han impuesto las ilusiones anacr¨®nicas y el alarmismo c¨ªnico. Tampoco tiene ning¨²n sentido dejarse llevar por las lamentaciones; debemos seguir adelante y cada uno debe hacer lo que pueda para mitigar el da?o causado por la ignorancia y el inter¨¦s propio al sue?o de una Europa Unida.

Poco me importan los cientos de peque?as humillaciones que sufrir¨¢n los inmigrantes brit¨¢nicos; teniendo en cuenta la miseria de los millones de refugiados en continuo movimiento en el mundo moderno ser¨ªa de mal gusto quejarse. Pero s¨ª me importa el ideal de Europa, y quiero seguir formando parte de ¨¦l.

Me temo ahora que al quitar del muro el gran ladrillo que era Gran Breta?a, todo el edificio pueda empezar a desmoronarse. Como edificio, est¨¢ lejos de ser perfecto, pero ?qu¨¦ instituci¨®n lo ha sido alguna vez? Sin embargo, merece la pena luchar por sus ideales de democracia, justicia, verdad y convivencia.

Hoy me averg¨¹enzo de mi pa¨ªs natal, y me siento m¨¢s europeo que nunca. De modo que, si tenemos que lamentarnos, aflij¨¢monos por el golpe que se ha asestado a la tambaleante Uni¨®n Europea que ya existe, con todas sus imperfecciones, y que har¨¢ que sea m¨¢s dif¨ªcil lograr lo que millones de personas, en mayor o menor medida, han luchado por conseguir: la Europa que podr¨ªa ser, la Europa que defiende la paz, la cooperaci¨®n y la convivencia.