Espa?a se nos sube a la garganta
Al hilo de la obra r¨ªo de Max Aub, el CDN propone una revisi¨®n coral emocionante de la Guerra Civil espa?ola, con un reparto todoterreno
El laberinto m¨¢gico
Versi¨®n de Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez del ciclo hom¨®nimo de Max Aub. Int¨¦rpretes: Chema Adeva, Pepa Zaragoza, Javier Carrami?ana, Mar¨ªa Jos¨¦ del Valle, Paco Celdr¨¢n, Mikele Urroz, Bruno Ciordia, Alfonso Torregrosa, Paco D¨¦niz, Macarena Sanz, Ione Irazabal, Marisol Rolandi, Borja Luna, Paco Ochoa. M¨²sicos: Javier Coble, Paco Casas. Escenograf¨ªa y vestuario: Monica Boromello. Luz: Ion Anibal. Direcci¨®n: Ernesto Caballero. Madrid. Teatro Valle-Incl¨¢n. Hasta el 10 de julio.
Magno mural de la Guerra Civil espa?ola, el ciclo narrativo de El laberinto m¨¢gico ha encontrado una traducci¨®n esc¨¦nica ¨¢gil y poderosa en este espect¨¢culo hom¨®nimo, que condensa con sumo acierto el paisaje humano y moral de la serie de seis novelas con las que Max Aub intent¨® explicarse la contienda. Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez, autor de la versi¨®n, nos conduce desde la fiesta del toro embolado castellonense, en v¨ªsperas de la sublevaci¨®n militar de 1936, hasta el puerto de Alicante, que el 29 de marzo de 1939 se convirti¨® en tr¨¢gico callej¨®n sin salida para miles de militares y de milicianos republicanos, confiados en embarcar con mujeres y ni?os en nav¨ªos que nunca llegaron.
Entremedias, a lo largo de numerosas escenas escuetas, r¨¢pidas, impresionistas, resueltas con agilidad extraordinaria por Ernesto Caballero, director del montaje, y por una quincena de actores vers¨¢tiles, El laberinto m¨¢gico transcurre por un d¨¦dalo de escenarios flam¨ªgeros: las calles de Barcelona, donde las milicias anarquistas y las fuerzas de seguridad combaten con ¨¦xito a los sublevados; la playa de la Malvarrosa, concurrida por los integrantes de un grupo teatral republicano; Madrid, donde un improvisado pero decisivo batall¨®n de peluqueros le planta cara a las tropas de Franco, desde la Puerta del ?ngel.
Algunos personajes interrumpen lo que est¨¢n haciendo para contarnos el desenlace de sus breves vidas, como si les hubiera sido concedido regresar del futuro; otros, nos muestran lo que les espera, con distanciamiento brechtiano: ¡°Morirse est¨¢ chupa¨®¡±, dice castizamente uno de ellos, presto a ser pasaportado; la mayor¨ªa, tienen un solo instante protag¨®nico, antes de desaparecer, arrastrados por el viento de la historia. Parece que comparecieran para contarnos de donde venimos, de qu¨¦ pie cojeamos y cual es la piedra donde tropezamos siempre. Las palabras que clama un republicano, impotente: ¡°?Por qu¨¦ nadie nos ayuda? El resto del mundo est¨¢ viendo lo que sucede, pero no mueve un dedo¡±, en alusi¨®n a las democracias occidentales, son las mismas que llevan a?os gritando sin eco los sirios que se enfrentan a la oposici¨®n alzada en armas o los kurdos cuyas ciudades est¨¢n siendo diezmadas por el r¨¦gimen de Erdogan.
El Centro Dram¨¢tico Nacional ha guardado su mejor vino para el fin de temporada. La versi¨®n de Fern¨¢ndez conserva la holgura l¨¦xica y conceptual y el nervio dram¨¢tico del original de Aub, cuyo genoma coral es el mismo de los Episodios nacionales y Las guerras carlistas. La puesta en escena de Caballero y su equipo tiene vuelo po¨¦tico, empaque pl¨¢stico y hondura: resulta fascinante ver saltar a los actores resueltamente de un personaje a otro, pasar en un chasquido de ser humano a ser can, cuervo o enjambre de moscas. El espect¨¢culo resulta emocionante, pero tambi¨¦n estimula la curiosidad y la reflexi¨®n. Ojal¨¢ regrese.
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