Vinicius, rediviva herencia eterna
Toquinho y Creuza recuperan la esencia del maestro en tiempos de La Fusa

Solo una cosa puede apasionarle m¨¢s a Antonio Bondeolli Pecci Filho que tocar la guitarra: vivir. Y son dos actividades que le conciernen, conste, desde tiempos parecidos. La vida empez¨® a ir con ¨¦l all¨¢ por 1946. El rasgueo de las seis cuerdas hubo de esperar un poco m¨¢s, hasta la primer¨ªsima adolescencia, pero desde entonces la madera y el nailon son las prolongaciones naturales de esos dedos a la par tiernos, vigorosos y siempre trepidantes. Respirar el mismo aire que respira Toquinho era anoche como compartir una cierta vocaci¨®n epic¨²rea, porfiar en el empe?o de que nuestra estancia sobre la faz de este planeta sea tan gozosa y extensa como nos lo permitan los dioses y las leyes de la biolog¨ªa. Porque las inagotables excursiones de Toquinho por su m¨¢stil eran eso: una llamada a la belleza duradera.
No se est¨¢n caracterizando las Noches del Bot¨¢nico por su rigor con los horarios, pero puede que despu¨¦s del Brexit tampoco haya que ponerse tan escrupuloso en lo relativo a las manecillas. Ayer pasaban unos pocos minutos de las diez cuando el sencillo tr¨ªo de don Antonio (Pedro Pablo D¡¯Elia acariciando la bater¨ªa, Ivani Sabino empu?ando el bajo) asom¨® por el jard¨ªn de la Complutense, pero la inopinada brisa y el repertorio rutilante compensaron sobradamente las impuntualidades. Y superado el engrase inicial, con las imprecisiones r¨ªtmicas de la inaugural Tarde em Ipatu?, Toquinho ejerci¨® de anfitri¨®n con la soltura y sabidur¨ªa de quien hoy mismo adquiere la condici¨®n de septuagenario. Media hora despu¨¦s emerger¨ªa Maria Creuza, diva rotunda de la samba cl¨¢sica y duradera, y entre el uno y la otra se encargaron de que el esp¨ªritu de Vinicius de Moraes nos rondara como una herencia eterna y rediviva.
Toquinho cuenta con la ventaja de que, adem¨¢s de cantante y guitarrista competente, ejerce como un delicioso contador de historias. Y si Vinicius, hombre tan genial como vanidoso, se erige en protagonista de sus parlamentos, resulta dif¨ªcil no disfrutar de la velada. Filho rememor¨® la concienzuda pasi¨®n del maestro por el whisky (¡°es el mejor amigo del hombre, el perro embotellado¡±), las enfermizas rivalidades creativas con Chico Buarque o su capacidad para la mentira l¨ªrica: asombra que pudiera escribir una declaraci¨®n tan arrebatada como Eu sei que vou te amar quien luego contraer¨ªa matrimonio hasta en nueve ocasiones. Pero el argumento vehicular era La Fusa, ese inmortal disco en directo de 1970 que enlaza para siempre los nombres de Moraes, Creuza y Toquinho en la historia de la m¨²sica popular.
Cafelito bonaerense
Costar¨ªa encontrar alg¨²n terr¨ªcola que no conozca La Fusa, incluso aunque no sea consciente de ello. Por aquel humilde cafelito bonaerense desfilaron la celeb¨¦rrima Voc¨º abusou (dedicada anoche a Jayme Marques, gran introductor de la bossa nova en Espa?a), el p¨¢lpito africano de Berimbau o la inequ¨ªvoca ense?anza para la vida de A felicidade: ¡°La tristeza no tiene fin; la felicidad, s¨ª¡±. Tambi¨¦n la emocionante Samba em prel¨²dio, con la que Maria estren¨® su participaci¨®n. Definitivamente, hay que apellidarse Creuza y cantar en portugu¨¦s para que ¡°Sin ti, amor m¨ªo, no soy nadie¡± suene arrobado y no meloso.
Cosas del samba, ritmo pegadizo como pocos otros ha sido capaz de concebir el g¨¦nero humano. M¨¢s de un carioca exacerbaba en los grader¨ªos las sacudidas de pelvis, aunque toda la estructura se tambalease, mientras la humilde poblaci¨®n ib¨¦rica hab¨ªa de conformarse con encoger los brazos en leves contorneos. Pero el egregio Vinicius, poeta vividor y engre¨ªdo, habr¨ªa disfrutado con el espect¨¢culo de sus mejores socios y la reacci¨®n desatada entre los 1.800 asistentes. Y, tal vez, se habr¨ªa servido un trago de su agua destilada escocesa para aporrear en la vieja Olivetti un pu?ado de versos nuevos.
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