?ngela, esa actriz, esa t¨ªa
Es una de las actrices m¨¢s relevantes de la historia del cine espa?ol desde que Luis Bu?uel la descubriera al mundo con ¡®Ese oscuro objeto del deseo¡¯
Habla memoria, que dir¨ªa el maestro Vladimir Nabokov. ?O era otro? Pero sigo la moda de j¨®venes ilustrados, que para comentar la imaginaci¨®n que existe en un pase de Messi necesitan aproximarlo a una frase o un pensamiento sublime o parad¨®jico de Faulkner o de Capote, pero en las referencias tambi¨¦n pueden aparecer Arist¨®teles y Walter Benjamin que justifique su posmoderna y culturizada reflexi¨®n sobre hombres que recorren en calzoncillos un campo tratando de introducir una pelota en la porter¨ªa contraria.
Y me piden que hable de la premiada ?ngela Molina. Se lo merece, por supuesto. Pero hablemos del recuerdo. La primera persona que me habl¨® con gesto de ¨¦xtasis sobre una actriz muy joven a la que no conoc¨ªa fue Fernando Trueba. La hab¨ªa visto y escuchado, yo creo que tambi¨¦n enamorado, en Camada negra y Ese oscuro objeto del deseo. En la primera renqueante, sufrida, chuleada por un hijo de puta fascista. Bajo la mirada perversa de Bu?uel, siendo objeto del deseo de un burgu¨¦s casi anciano que porta un saco. Y tambi¨¦n la hab¨ªa visto en La Sabina, su mejor interpretaci¨®n, su presencia m¨¢s carnal, interpretando a una mujer al que es imposible no desear, pura vida, peligro inminente, alguien de la que puedes enamorarte pero nunca confiar demasiado. Me explico, una mujer fatal que quiero imaginarme gitana, una actriz capaz de introducir muchos registros a sus personajes, pero ante todo una mujer muy hermosa que te cautiva con una mirada, un parpadeo, una sonrisa oblicua, un te quiero pero tambi¨¦n te puedo matar.
Y en el primer n¨²mero de una revista de cine parida en 1981 y titulada, como no, Casablanca, que dirig¨ªa Fernando Trueba y en la cual escrib¨ªan gente a la que admir¨¢bamos (Fernando Savater, Juan Cueto) y en la cual hac¨ªamos critica, o lo que fuera, un grupo de amigos, m¨¢s alg¨²n miserable con in¨²til carn¨¦ de cin¨¦filo, colocamos en la portada a esta impresionante se?ora. Sospecho que la entrevista que le hicimos Fernando y yo no era legendaria. Est¨¢bamos colgados con la dama y as¨ª es imposible que salgan buenas entrevistas. ?ramos como dos adolescentes perturbados, simplemente enamorados, con la boca abierta, sin posibilidades de triunfo. Hubo un momento en el que ?ngela jugueteando con un papelito se le cay¨® al suelo. Ambos fuimos arrebatados a devolv¨¦rselo. Me lo cont¨® despu¨¦s Fernando, que es mucho m¨¢s perceptivo, cr¨ªtico y listo que yo. Era un acto de amor de dos fans (aunque deb¨ªamos de tener como veinticinco o veintis¨¦is a?os) muy colgados, extasiados ante la actriz y la mujer.
Y ?ngela Molina desperdici¨® durante muchos a?os ese cr¨¦dito art¨ªstico que le otorg¨® el esplendoroso principio de su carrera. La ¨²ltima vez que la vi fue en un concierto olvidable de David Bowie en el Calder¨®n. Sospecho que ambos est¨¢bamos bastante perdidos. Y la he visto envejecer en la pantalla con notable talento, con su personalidad intacta aunque el cabello est¨¦ blanco, las arrugas imperen, es el rostro de una persona que ha vivido intensamente, para bien y para mal. Y se merec¨ªa este premio desde hace mucho tiempo. ?C¨®mo me voy a olvidar de La Sabina?
Babelia
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