Dada, el pandemonium total
El dada¨ªsmo hab¨ªa surgido para bailar sobre la tumba de la cultura burguesa, ¡°una misa de r¨¦quiem de la clase m¨¢s procaz¡±
Cuenta la leyenda que el poeta rumano Tristan Tzara escogi¨® al azar la palabra ¡°Dada¡± de un diccionario alem¨¢n-franc¨¦s. Seg¨²n testimonio de algunos oficiantes del acto, ¡°un abrecartas se desliz¨® fortuitamente entre las p¨¢ginas del Larousse¡±. La frase del matem¨¢tico y fil¨®sofo racionalista Ren¨¦ Descartes, ¡°No quiero ni siquiera saber si antes de m¨ª hubo otros hombres¡± fue cabecera de una de las primeras publicaciones de este movimiento art¨ªstico que naci¨® un fr¨ªo d¨ªa de febrero de 1916, en el Cabaret Voltaire de Z¨²rich (el nombre del autor de C¨¢ndido era un ataque contra los idiotas de la ¨¦poca). El dada¨ªsmo hab¨ªa surgido para bailar sobre la tumba de la cultura burguesa, ¡°una misa de r¨¦quiem de la clase m¨¢s procaz¡±, advert¨ªa el pacifista y performer Hugo Ball. Sus integrantes eran poetas y estudiantes de arquitectura y filosof¨ªa que no cre¨ªan en la pol¨ªtica en el sentido espec¨ªfico del t¨¦rmino.
A principios de los a?os veinte, Dada se hab¨ªa extinguido oficialmente o hab¨ªa sido subsumido de diferentes maneras, primero en el Surrealismo franc¨¦s y en la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) alemana; despu¨¦s como la corriente antiart¨ªstica, antiliteraria y antibelicista m¨¢s longeva de la era moderna (Tzara hab¨ªa pronosticado que se propagar¨ªa por todo el mundo como un ¡°microbio virgen¡±), el primer movimiento global y el que a?adi¨® un elemento al arte que hasta entonces no exist¨ªa: el colectivo.
Han pasado cien a?os, las potentes Francia y Alemania -y no digamos la neutral Suiza, con sus banqueros corruptos- siguen echando madera al vag¨®n precintado Dada, pues en efecto, Par¨ªs, Berl¨ªn y Z¨²rich son las capitales europeas que mejor sit¨²an a sus artistas en subastas, ferias de arte y museos. ?Es posible que el sue?o de la raz¨®n, el buen sentido de los m¨¢s fuertes y las leyes capitalistas que apoyan todo tipo de carnicer¨ªas ¡°civilizadas¡± sigan produciendo y alimentando a artistas siempre dispuestos a soldar la fractura entre arte y vida, pues no hay duda de que ¨¦ste era, y sigue siendo, el significado m¨¢s aut¨¦ntico de Dada?
Una exposici¨®n en el MoMA saca a la luz los dibujos, fotograf¨ªas y documentos, la mayor¨ªa in¨¦ditos, que formaron el Dadaglobe, una antolog¨ªa impulsada por Tristan Tzara en 1920 y que nunca lleg¨® a publicarse, pues Francis Picabia rompi¨® con ¨¦l un a?o despu¨¦s y las obras se dispersaron. Tzara hab¨ªa enviado cartas a los integrantes del movimiento a ambos lados del Atl¨¢ntico solicitando colaboraciones (cualquier cosa pod¨ªa ser una obra de arte) con el prop¨®sito de editar una monograf¨ªa de 180 p¨¢ginas con una tirada de 10.000 ejemplares: ¡°Ense?emos el nuevo arte en un circo al aire libre. Cada p¨¢gina debe ser una explosi¨®n¡±, ped¨ªa el poeta en sus cartas de invitaci¨®n. ¡±Dadaglobe Reconstructed¡± muestra el dada¨ªsmo como el fen¨®meno cultural m¨¢s disruptivo, viral e influyente del siglo XX. Un pandemonium total. No es la primera vez que el museo neoyorquino aborda la influencia de este movimiento iconoclasta en la creaci¨®n del siglo XX. En 1936, cuando el movimiento parec¨ªa ya olvidado, se inaugur¨® ¡°Arte fant¨¢stico, Dada, Surrealismo¡±, revisitada en el mismo museo en 1968, a?o de la muerte de Duchamp, como ¡°Dada, el Surrealismo y su legado¡±; o la pen¨²ltima, ¡°Dada Blowout¡± (2006) que divid¨ªa los experimentos dada por ciudades: Z¨²rich, Nueva York, Par¨ªs, Berl¨ªn, Hannover y Colonia.
Las revistas y manifiestos fueron el veh¨ªculo predilecto para difundir el virus nihilista. Se editaron hasta una docena. A la primera, Dada, editada en 1917 en Z¨²rich, le siguieron Dadaco y sus hermanas americanas Ridgefield Gazook y New York Dada de Man Ray y Marcel Duchamp, y 391 dirigida por Francis Picabia en Barcelona. En Francia, La Nouvelle Revue Fran?aise public¨® un texto de Andr¨¦ Gide donde el escritor afirmaba que en el futuro ¡°nada estar¨ªa a la altura de Dada. Estas dos s¨ªlabas -escribe- han logrado esa inanidad sonora, una absoluta falta de sentido¡±.
Dada convirti¨® las principales tendencias art¨ªsticas ya inauguradas en fabricaciones -y no objetos- anticubistas, antifuturistas y antiabstraccionistas. Para los dada¨ªstas, lo importante era el procedimiento, la arbitrariedad, el uso de materiales inmundos y mostrencos. Una de las t¨¦cnicas que mejor lo describe es el fotomontaje, cuya invenci¨®n se atribuye a Raoul Hausmann, aunque John Hartfield ya se hab¨ªa anticipado cuando, en 1914, queriendo burlar la censura en el frente de guerra, enviaba extra?as postales compuestas de recortes de peri¨®dicos y revistas. Tambi¨¦n los Merz de Kurt Schwitters son todav¨ªa hoy un prototipo para exposiciones en galer¨ªas y museos en las que la obra se integra en un entorno total.
Pr¨¢cticamente todas las corrientes art¨ªsticas de la segunda mitad del siglo XX son deudoras del mouvement dada: Fluxus en Nueva York, Guta? en Jap¨®n, los Nouveaux R¨¦alistes en Par¨ªs, las composiciones de John Cage, las ense?anzas de Beuys, los assemblages de Rauschenberg, el Pop Art de Jaspers Johns y Andy Warhol, el arte-basura (Daniel Spoerri), los happenings, el accionismo, el povera, los grafittis de Basquiat-SAMO, el punk, Groucho Marx, los Monty Python... En m¨²sica, su hermano gemelo, el jazz, impact¨® por primera vez durante la Gran Guerra para despu¨¦s hacer rugir los a?os veinte. En cierta ocasi¨®n, David Bowie exclam¨® con relaci¨®n al impacto dada¨ªsta: ¡°Todo es basura y la basura es maravillosa¡±. Pero nadie como John Lennon y su canci¨®n ¡°God¡± para simbolizar esa particular revuelta de los no creyentes contra los descre¨ªdos: ¡°No creo en la magia, no creo en reyes, ni en Kennedy, ni en Jes¨²s, ni en Buda ni en Elvis. No creo en los Beatles. S¨®lo creo en m¨ª. En Yoko y en m¨ª¡±. Fin del sue?o.
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