En aguas de Nadie
Con Odisea se despleg¨® ante los griegos un modelo de actuaci¨®n en ese nuevo universo que era el Mediterr¨¢neo
Fue en una noche ba?ada por el cielo del Mediterr¨¢neo cuando el marino sin nombre que hab¨ªa naufragado en la enigm¨¢tica isla de los feacios oy¨® recitar una historia que le resultaba de sobra conocida: Un viejo cantor narraba la noche en la que mediante la estratagema de un caballo de madera el ej¨¦rcito griego hab¨ªa conquistado Troya. En ese momento, el peso de un recuerdo se abati¨® sobre el coraz¨®n del marino, quien, alz¨¢ndose ante los presentes, proclam¨® entre l¨¢grimas ser Odiseo, el destructor de Troya, el guerrero que hab¨ªa naufragado mientras navegaba de regreso a ?taca. Es en mitad de esa noche, cuando el marino comenz¨® a relatar a los hospitalarios feacios su odisea por un mar que, lejos de sentirlo tan consabido como ahora, era un misterioso universo habitado por c¨ªclopes y sirenas.
Compuesta hacia el siglo VIII a.C., la Odisea coincide en el tiempo con el singular fen¨®meno de expansi¨®n que llev¨® al pueblo griego a sembrar las costas mediterr¨¢neas de una constelaci¨®n de ciudades. Impulsados por la necesidad o por audaces iniciativas colectivas, los griegos se aventuraron en busca de nuevos paisajes y oportunidades en un mar que se transformaba ante sus ojos a un ritmo vertiginoso. Por eso, a pesar de los intentos de plasmar el itinerario de la Odisea sobre un mapa, el inter¨¦s de su p¨²blico original no debi¨® de centrarse tanto en la geograf¨ªa como en el tipo de situaciones que aguardaban a quienes se ve¨ªan forzados a cambiar la azada por el remo. A trav¨¦s del relato de su regreso, Odiseo desplegar¨¢ ante los griegos no s¨®lo un fascinante relato de aventuras, sino tambi¨¦n un modelo de actuaci¨®n en ese nuevo universo.
Tras su salida de Troya, Odiseo y sus hombres llegan a golpe de tormentas al pa¨ªs de un extra?o pueblo de adictos al loto, una sustancia embriagadora que amenaza con hacerles olvidarse del regreso, el primer temor del marino. Pero ¨¦sta es solo la antesala de un peligro mayor, porque tras huir del pa¨ªs de los lot¨®fagos alcanzan las costas menos civilizadas concebibles por un griego: la tierra de los c¨ªclopes. Can¨ªbales de un solo ojo que desconocen que la hospitalidad es un deber sagrado. As¨ª, aunque sus compa?eros le ruegan a Odiseo marcharse de inmediato, ¨¦ste se dirige al c¨ªclope rog¨¢ndole hospitalidad, a lo que Polifemo responde comi¨¦ndose a dos marineros. R¨¢pidamente la proverbial inteligencia de Odiseo se pone en acci¨®n, fraguando uno de los momentos estelares de la literatura: ¡°C¨ªclope, ?preguntas por mi nombre? Te lo dir¨¦. Mi nombre es Outis¡±, es decir, ¡°Nadie¡±, palabra fon¨¦ticamente parecida a ¡°Odiseo¡±. Con su respuesta (¡°A Nadie me comer¨¦ el ¨²ltimo¡±), Polifemo pervierte la ley de la hospitalidad, pues all¨ª donde le piden de comer, ¨¦l se come a sus hu¨¦spedes. Sin embargo, el final de la historia es bien sabido: Ulises y sus compa?eros emborrachan y ciegan a Polifemo, y cuando el resto de c¨ªclopes acuden a socorrerlo ¨¦l s¨®lo puede gritar que Nadie le ha cegado.
De nuevo en movimiento, el hospitalario dios Eolo entrega a Odiseo el odre de los vientos, que no debe ser abierto; sin embargo, en la creencia de que contiene riquezas sin fin, es desatado por sus codiciosos compa?eros, perdiendo nuevamente la senda del regreso cuando ya avistaban las costas de ?taca. Como consecuencia, llegan a los ex¨®ticos dominios de Circe, la hechicera que con su varita m¨¢gica convierte en bestias a los extranjeros que llegan a sus costas. Sin embargo, Odiseo, que cuenta con la ayuda de los dioses, logra convertir a la hechicera en su aliada y ¨¦sta le indicar¨¢ el camino al pa¨ªs de los muertos. ?sta es la estaci¨®n m¨¢s lejana en su viaje a lo desconocido, y el lugar donde un or¨¢culo le marcar¨¢ el camino de regreso. All¨ª, entre las sombras de los h¨¦roes con los que luch¨® en Troya, aparece el fantasma de su propia madre, de cuya muerte no ten¨ªa noticia, y que se desvanece al intentar retenerla en un abrazo.
Una vez llegado al punto m¨¢s extremo, s¨®lo cabe dar la vuelta, y as¨ª se llega a otra etapa del imaginario explorador de los griegos: los monstruos marinos. El primero que se presenta ante ellos es el hechizo de las sirenas, cuya voz es un peligro para los que se dejan seducir por ella. No se trata de las sirenas con cola de pez, sino que tienen cuerpo de ave y rostro de mujer que a lo largo de la tradici¨®n ir¨¢n perdiendo sus plumas y adquiriendo un aspecto acu¨¢tico. Con sus cantos atraen a los marinos hasta su costa donde son devorados por ellas, o bien se consumen escuch¨¢ndolas olvidados del regreso. Pero Odiseo, mediante el truco de atarse al m¨¢stil y poner cera en los o¨ªdos de sus marinos, consigue escuchar la valiosa informaci¨®n que ¨¦stas ofrecen en su canto.
Tras una nueva tempestad en la que perece toda su tripulaci¨®n, Odiseo naufraga en la isla de Calipso, donde probar¨¢ el sentimiento de la nostalgia. Calipso ofrece a Odiseo la inmortalidad junto a ella, pero la inmortalidad es demasiado tiempo para quien ya no es nadie; el horizonte de su regreso definitivamente se ha perdido y, retenido junto a Calipso, llora cada tarde ante el mar convertido en el primer nost¨¢lgico: ?Sentado en la orilla, consum¨ªa su vida a?orando el regreso y desgarrando su ¨¢nimo con llantos y pesares?. Nostos y algos,¡°regreso¡± y ¡°pesar¡±: ah¨ª, ech¨¢ndose de menos, aparecen por primera vez los componentes de la palabra nostalgia.
Atendidos sus ruegos por los dioses, un ¨²ltimo naufragio lo lleva al reino de los feacios, el punto donde comenz¨® su relato. Si la tierra de los c¨ªclopes era el peor escenario posible, el pa¨ªs de los feacios es el lugar donde le brindan no s¨®lo hospitalidad, sino tambi¨¦n un pr¨®spero futuro cuando el Rey le ofrece la mano de su hija. Sin embargo, Odiseo s¨®lo piensa en ?taca, por lo que pide al monarca que lo lleve a su patria en sus m¨¢gicas naves. Con su llegada a ?taca como un extranjero sin nombre y con la reconquista de su reino mediante las armas, s¨®lo falta que su esposa Pen¨¦lope le reconozca como Odiseo para completar su viaje. Esto ocurre cuando ¨¦l h¨¦roe da se?as a Pen¨¦lope de conocer un ¨ªntimo secreto: s¨®lo Odiseo puede saber que el lecho nupcial est¨¢ construido a partir de un tronco de olivo que lo mantiene anclado a la tierra. S¨®lo cuando Pen¨¦lope y Odiseo se abrazan, con el abandono del remo por el olivo, el h¨¦roe de un mundo en perpetuo movimiento sabe que ha llegado a su destino. Gracias al viaje de Odiseo, los griegos aprendieron a negociar su lugar en el Mediterr¨¢neo y a encajar la imagen de este nuevo universo en su viejo mundo.
?scar Mart¨ªnez es profesor de griego en el IES Julio Caro Baroja de Fuenlabrada y presidente de la delegaci¨®n de Madrid de la Sociedad Espa?ola de Estudios Cl¨¢sicos. Es traductor de Homero y autor de H¨¦roes que miran a los ojos de los dioses
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