Metronomy, inspirado retorno al pasado
El disco del grupo recibe un 7'5 sobre 10. Tambi¨¦n consulta la rese?a del nuevo trabajo de Richmond Fontaine
En cierta manera y pese a las distancias estil¨ªsticas que existen entre ellos, en este 2016 el franc¨¦s afincado en Estados Unidos Anthony Gonzalez (M83) y el brit¨¢nico afincado en Francia Joseph Mount, es decir, dos de los artistas de pop electr¨®nico europeos m¨¢s exitosos de los ¨²ltimos a?os, se han enfrentado a su mayor momento de popularidad de un modo similar.
Artista: Metronomy
Disco: Summer 08
Sello: Because Music/Warner
Calificaci¨®n: 7?5 sobre 10.
Su f¨®rmula para evitar dejar de ser ellos mismos ha pasado por olvidarse de las listas de ¨¦xitos y echar la vista a su pasado musical para enfrentarse a su futuro. En el caso de Gonzalez, evocando la banda sonora de su juventud y reinvent¨¢ndose en clave setentas y ochentas en su reciente Junk. En el de Mount, encarando esta nueva obra en solitario y volviendo a ser quien era antes de que el ¨¦xito internacional llamase a su puerta con The English Riviera . Para ello ha vuelto a la electr¨®nica m¨¢s minimalista, salpicada de funk y detalles post-punk que marc¨® sus primeros dos largos. Incluso ambos han invitado a uno de sus ¨ªdolos de sus a?os mozos (el guitarrista Steve Vai y el Dj Mix Master Mike respectivamente).
Lo que ocurre es que Mount se muestra algo m¨¢s inspirado que el franc¨¦s a la hora de enfrentarse a esta nueva etapa en la que se alejar¨¢ de los focos hasta el punto de anunciar su decisi¨®n de no presentar en directo Summer 08. Por ello, el t¨ªtulo del disco no puede ser m¨¢s definitorio, puesto que a 2008 es al a?o al que Mount intenta devolvernos ¨Cmusical y l¨ªricamente- en este salto temporal hecho ¨¢lbum, los tiempos de hits descoyuntados como la adictiva Radio Ladio o Heartbreaker, ambas parte fundamental de su segundo largo y primera referencia para Because Music, Nights Out. A ellas remiten desde el efectiv¨ªsimo single Old Skool ¨Cen la que participa el ya citado turntablist habitual de Beastie Boys-, una My House de esp¨ªritu cercano al Gary Numan de los primeros ochenta, o la m¨¢s robusta Back Together con la que abre el disco en clave punk-punk ochentas.
Ahora bien, tampoco nos llevemos a enga?o, porque en este quinto trabajo de Metronomy todav¨ªa queda lugar para la cara m¨¢s pop y la calma que ocupaban ya parte del minutaje de The English Riviera y sobre todo de Love Letters. Lo primero lo demuestran piezas como la bailable 16 Beat ¨Ccon uno los mejores estribillos del conjunto-, Miami Logic, Love¡¯s Not An Obstacle o la reveladora Night Owl. Lo segundo, la reptante Mick Slow ¨Cen la que una colorista l¨ªnea de bajo reclama m¨¢s protagonismo que nunca desde un segundo plano- o Summer Jam, con la que Mount cierra el disco. Menci¨®n aparte merece Hang Me Out To Dry, posiblemente una de las canciones m¨¢s melosas del Summer 08, pero en la que la sueca Robyn y Mount se complementan perfectamente a las voces, haci¨¦ndola crecer gracias a una qu¨ªmica indiscutible.
Summer 08 supone por tanto un voluntario e inspirado retorno al pasado por parte de un artista que ha sabido evitar con mucha cabeza ser la parodia en la que muchos artistas suelen convertirse cuando la popularidad llama a su puerta. De ah¨ª que sea el disco ideal tanto para reconciliar a Metronomy con los seguidores alternativos de los tiempos de Pip Paine (Pay The ?5000 You Owe) y Nights Out (08), como para abrir los ojos a quienes se subieron a su tren a partir de The English Riviera. Y eso, obviamente, solo puede ser bueno.?Joan S. Luna
Richmond Fontaine - You can¡¯t go back if there¡¯s nothing to go back to
Al ser humano se le da mal ofrecer un no por respuesta. Es inc¨®modo, acarrea consecuencias desagradables, implica la reprobaci¨®n del pr¨®jimo. De la misma manera, el hombre tampoco sabe c¨®mo poner punto final a los cap¨ªtulos de su vida: pareja, trabajo, amistades peligrosas. Grupos musicales. Willy Vlautin ha rubricado durante dos d¨¦cadas un total de 11 ¨¢lbumes con Richmond Fontaine, pero para este ¨Cde portada en uniforme tono sepia, el color oficial del tiempo marchito- ha encontrado un t¨ªtulo devastador: No puedes regresar si no hay nada a lo que regresar. El canto del cisne, que parece serlo por contenido y declaraci¨®n de intenciones, es doliente pero tambi¨¦n conmovedor. No ofrecen estas 13 canciones un solo h¨¢lito de optimismo falsario, pero s¨ª el soporte propicio para rumiar nuestras cuitas y certificar, como aquel Springsteen en tiempos de Nebraska, que la desolaci¨®n es una fuente generadora de inequ¨ªvoca belleza.
Artista: Richmond Fontaine
Disco: You can't go back if there's nothing to go back to
Sello: Decor / Everlasting
Calificaci¨®n: 7 sobre 10
Bastan los 90 segundos de la pausada introducci¨®n instrumental (Leaving Bev¡¯s miners club at dawn, puro Ry Cooder) para comprender que se avecina un disco de paladeo lento, intenso y nada instant¨¢neo. El deje derrotado de Don¡¯t skip out of me remite m¨¢s a Uncle Tupelo que a Wilco, mientras que el preciosismo sonoro (las ac¨²sticas de Three brothers roll into town, el slide perezoso en la fundamental Whitey and me) nos ubican en la inagotable factor¨ªa de Portland, Oreg¨®n.
Cuando crecen los decibelios y las guitarras se enfurru?an (Tapped out in Tulsa) es el momento de pensar en unos Crazy Horse rejuvenecidos por el fichaje de, pongamos, Ryan Adams. En cualquier caso, la tristeza cunde m¨¢s si apuramos las posibilidades de nuestro est¨¦reo: esta exquisita formulaci¨®n de la p¨¦rdida y la irreversibilidad bien merece que sometamos nuestros t¨ªmpanos a una cierta avalancha.
Tras la marcha del cofundador Dave Harding y el progresivo empe?o de Vlautin por consolidar su carrera literaria (acaba de publicar The free, su cuarta novela), parece poco probable que los anuncios de disoluci¨®n, un burdo ejercicio de postureo. Pero el adi¨®s deja, ante todo, el poso del trabajo sincero, la foto memorable de un hombre con el alma surcada de ara?azos.
A You can¡¯t go back¡ le falta alg¨²n tema estratosf¨¦rico para colocarse a la altura de Post to wire (2004), el episodio ya inalcanzable de la colecci¨®n. Pero quedan la indiscutible inyecci¨®n de americana en Let¡¯s hit one more place, la intensa rueda de acordes en I can¡¯t black it out if I wake up and remember y, al final del todo, el piano solitario y con mucha reverberaci¨®n de Easy run. Un ep¨ªlogo definitivo para decir adi¨®s con la cabeza alta. Aunque duela que Willy Vlautin nos d¨¦ con su ¡°no¡± en las narices. Fernando Neira
Babelia
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