Suede y Los Planetas renuevan el sue?o de los noventa en el Low
Londinenses y granadinos imponen la inapelable rotundidad de sus temarios, con argumentos reforzados, en la noche m¨¢s vistosa del festival de Benidorm
Que Los Planetas fichasen por una multi desde la misma edici¨®n de su primer ¨¢lbum, o que Suede fueran subsumidos desde su segundo largo en aquel agitado gallinero que fue el brit pop (tan ajeno a ellos), son factores que poco o nada tienen que ver con el hecho de que el indie sea hoy en d¨ªa poco m¨¢s que una excusa para reunir multitudes en enormes parques de ocio tem¨¢tico con m¨²sica de fondo. Un vocablo que aument¨® su condici¨®n de caj¨®n de sastre a medida que se desprove¨ªa de sentido. Una muletilla socorrida y rentable. Con todo, ambos fueron nombres capitales para la popularizaci¨®n de una cultura musical que en los noventa se presum¨ªa alternativa, m¨¢s all¨¢ de que ahora encarne (o no) el nuevo mainstream. Y aunque recordar aquella promesa de nuevo orden musical ¡ªo de cambio de paradigma¡ª de hace dos d¨¦cadas suene hoy en d¨ªa a ingenua quimera, lo que es rotundamente real es la vigencia y el actual poder de renovaci¨®n de ambas marcas. Al margen del papel que jugaron en la consolidaci¨®n del entramado espa?ol de festivales.
Los granadinos, desde ese hieratismo y esa cachaza sure?a que solo necesita exponer grandes canciones. Los brit¨¢nicos, con el impresionante estado de forma de un Brett Anderson que, al borde de los 49 a?os, parece el Benjamin Button del pop: no es segunda juventud, es que escribe, canta y se mueve mejor que hace una d¨¦cada, y logra que su guitarrista Richard Oakes ¡ªa quien reclut¨® con 17 a?os¡ª parezca hoy en d¨ªa su padre sobre el escenario. Ambos fueron lo m¨¢s destacado de un Low Festival que anoche logr¨® el lleno completo, con 25.000 personas abarrotando la ciudad deportiva Guillermo Amor y disfrutando de su noche m¨¢s apetitosa, tras una primera jornada en la que tambi¨¦n hab¨ªan brillado Belle & Sebastian, Hot Chip o Le¨®n Benavente.
Los Planetas se dosifican mucho en directo ¨²ltimamente, hasta el punto de que hac¨ªa un a?o que no actuaban en un festival. Y volvieron a blandir la turgencia de esa psicodelia jonda que les ha permitido trascender cualquier linde entre d¨¦cadas, en perfecta transici¨®n hacia su reguero de cl¨¢sicos indispensables, con renovada ventilaci¨®n del ¨²ltimo tramo de su lejano primer ¨¢lbum (Rey Sombra, Desorden y la puntilla con La Caja del Diablo). Desde el embrujo enmara?ado de Se?ora de las Alturas o Ya no me asomo a la reja hasta la inoxidable pegada de delicias como Segundo Premio, Un buen d¨ªa, David y Claudia o Pesadilla en el Parque de Atracciones. Recordar lo rocoso de sus prestaciones, o su forma ejemplar de acortar el trecho que separa a Spiritualized de Camar¨®n, puede sonar redundante, pero tampoco se deber¨ªa obviar.
Su vindicaci¨®n actual, su forma de exigir relevancia ante el inmisericorde atropello de esta actualidad que se devora a s¨ª misma en cuesti¨®n de semanas (no digamos ya a?os), es tan pertinente como la de Suede. No solo porque los brit¨¢nicos hayan despachado recientemente dos trabajos a la altura de sus obras magnas de los noventa, tras a?os de extrav¨ªo. Sino por el impresionante estado de forma de su l¨ªder, un Brett Anderson que ha recobrado -como por ensalmo- voz e incluso estilo, y que empapa la camisa desde el minuto uno, saliendo a matar. El¨¦ctrico, carism¨¢tico, inagotable. Sin un gramo de grasa y dej¨¢ndose hasta el ¨²ltimo resuello. Fue el suyo un concierto sin grietas, porque ni argumentos de nuevo cu?o como It Starts and Ends With You o caras B tan explosivas como Killing of a Flashboy las permiten. Aunque lo que prim¨® fue su repertorio m¨¢s contagioso, el arrebatado muestrario de romanticismo de arrabal y glam rock cinem¨¢tico de Filmstar, So Young, Metal Mickey o la jubilosa The Beautiful Ones, apenas bajando el pist¨®n y recuperando aliento con una She's in Fashion en clave ac¨²stica. Tambi¨¦n es verdad que en su curr¨ªculo constan faenas m¨¢s finas, m¨¢s prestas al detalle, pero el derroche de entrega y el rosario de hits justifican la rendici¨®n incondicional, la adhesi¨®n a la festiva comuni¨®n de almas en que convirtieron la explanada ante el escenario principal del Low. Una gozosa celebraci¨®n, pero no de la nostalgia, sino de un temario imbatible que no pierde propiedades con el tiempo. Y defendido por un frontman portentoso, que debe dormir en formol.
Quienes tambi¨¦n saben mucho acerca de lo que es transitar desde mediados de los 90 hasta ahora, sin dejarse el olfato mel¨®dico por el camino, son los valencianos La Habitaci¨®n Roja, quienes se marcaron uno de los conciertos m¨¢s efervescentes y multitudinarios que se les recuerda. Aunque incidir en la solidez de su directo y en su capacidad para expedir himnos casi instant¨¢neos dej¨® de ser noticia hace unos cuantos veranos. No gozaron de tan extendido fervor, aunque tambi¨¦n puntuaran alto, las actuaciones de unos Novedades Carminha cada vez m¨¢s vers¨¢tiles (del garage rock al tropicalismo), unos La Hora del T¨¦ que destilaron clase, el rock progresivo -pero sin psicodelia trendy- de Melange o las siempre contagiosas andanadas de garage rock con vistas a la tradici¨®n fiftie y sixtie de los norteamericanos Black Lips. Esta noche, ser¨¢n 091, Vetusta Morla o The Kooks quienes pongan el broche al Low m¨¢s multitudinario.
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