?Desverg¨¹enza general en Huelva!
El Juli, Perera y Roca Rey lidiaron una corrida anovillada y se marcharon de vac¨ªo
Si en Huelva hubiera aficionados, el esc¨¢ndalo hubiera sido may¨²sculo; pero como no los hay, la gente sali¨® de la plaza lamentando que el mal uso de las espadas evitara el corte de orejas.
Pero lo ocurrido en el coso de La Merced es tan serio que pone de manifiesto la grav¨ªsima situaci¨®n que sufre la fiesta de los toros a causa de los propios taurinos. Ayer, la empresa, el ganadero, el equipo veterinario, el presidente y los toreros se confabularon para perpetrar un bajonazo infame a este espect¨¢culo que se desangra por los cuatros costados a causa de los violentos ataques de propios y extra?os.
Lo de ayer fue una burla descarada, una broma de mal gusto, un enga?o, una infamia, un fraude¡
?Qu¨¦ pas¨®? Pasen y vean.
Domecq/El Juli, Perera, Roca Rey
Toros de Santiago Domecq, anovillados, mansos, noblotes unos y deslucidos otros. El primero, un becerro, fue devuelto y sustituido por otro de Victoriano del R¨ªo, tambi¨¦n chico y manso.
El Juli: pinchazo, metisaca, casi entera atravesada _aviso_ y un descabello (ovaci¨®n); media estocada (ovaci¨®n).
Miguel ?ngel Perera: tres pinchazos y estocada _aviso_ (ovaci¨®n); dos pinchazos y casi entera (ovaci¨®n).
Roca Rey: dos pinchazos _aviso_ dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n); pinchazo hondo _aviso_ y tres descabellos (ovaci¨®n).
Plaza de toros de Huelva. Segunda corrida de feria. 6 de agosto. Casi lleno.
Se anuncian dos ¡®figurones¡¯ del toreo, El Juli y Perera, y un joven que empuja con fuerza hacia arriba, Roca Rey; y lo hacen con una corrida de Santiago Domecq.
Sabido es que Huelva es plaza de segunda, pero no una port¨¢til; y requiere, pues, el respeto adecuado a su categor¨ªa.
Sali¨® el primero de la tarde, anunciado en la tablilla con 520 kilos peso. Ser¨ªa verdad porque lo dice la autoridad, pero era un becerro sin carnes, sin hechuras ni pitones de los que no se admitir¨ªan en un festejo sin caballos. C¨®mo ser¨ªa que mientras El Juli le daba trapazos con el capote, el bendito p¨²blico onubense inici¨® una protesta que aument¨® por momentos y abochorn¨® tanto al presidente, que se vio obligado a devolver el animal a los corrales.
En su lugar sali¨® un sobrero de Victoriano del R¨ªo, ?de 525 kilos!, tan esmirriado como su compa?ero, al que el diestro trat¨® como un juguete.
Y as¨ª, uno tras otro, sardinas infames, escas¨ªsimas de fuerzas, con las que se simul¨® la suerte de varas, y los diestros ofrecieron lecciones varias de insufrible vulgaridad y un mitin con los estoques. No hubo m¨¢s; si acaso el ¨¢nimo juvenil de Roca Rey por agradar, y lo intent¨® con todas sus fuerzas ante su primero, de pie y de rodillas.
Pero, al final, no hubo orejas, y lo que se presagiaba como un espect¨¢culo festivo se torn¨® en una desverg¨¹enza general por la manifiesta responsabilidad de todos los intervinientes.
Los se?ores El Juli y Perera olvidaron que la fiesta hay que defenderla en el ruedo y no insultando a los espectadores. Sobran declaraciones vac¨ªas de contenido de apoyo a la tauromaquia y faltan compromisos serios. No pueden venir a Huelva a enga?ar a la gente con una becerrada. Eso no es de toreros. Y menos, de figuras.
?Esa era la corrida que ten¨ªa preparada el ganadero Santiago Domecq para la feria de Huelva? ?Para las muy respetables fiestas Colombinas o para un festival de pueblo? ?D¨®nde est¨¢ la dignidad del criador de toros?
?C¨®mo es posible que los dos j¨®venes empresarios onubenses compraran este saldo de novillos? ?De tal modo pretenden prestigiar la feria y su propia capacidad como gestores?
?Qu¨¦ criterios utilizaron los veterinarios para aprobar esa primera sardina y las cinco restantes? ?Y el presidente? ?Qui¨¦n lo presiona, qui¨¦n le ordena que organice una pantomima de espect¨¢culo que atenta contra los m¨¢s elementales derechos de los espectadores? ?O, acaso, es que ¨¦l est¨¢ convencido de que la fiesta debe ser as¨ª? ?Qu¨¦ se puede esperar, en fin, de un presidente que permite que el reloj de la plaza est¨¦ retrasado cinco minutos para que se acomoden los impuntuales, y convierte el festejo es un espect¨¢culo sopor¨ªfero que supera las dos horas y media por su desesperante toma de decisiones?
Y el papel de las figuras no tiene nombre. Hay que ver para creer que El Juli y Perera acudan a Huelva para protagonizar semejante desfachatez. Y, despu¨¦s, se sigue culpando a los antitaurinos. Que no se preocupen estos, que la fiesta se muere sola. Si el ganadero, los empresarios, los veterinarios, el presidente y los toreros de ayer contin¨²an en activo, este espect¨¢culo no dura ni dos minutos.
?Qu¨¦ pena de fiesta de los toros¡!
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