El arte que nace y crece en el pueblo
Genalguacil, un municipio que no llega a 600 habitantes, es estos d¨ªas el taller art¨ªstico de 11 creadores
Mucho antes de que M¨¢laga se convirtiese en una isla de museos y de que el Pompidou, el Thyssen o el Museo Ruso abrieran sedes en la capital de la Costa del Sol, Genalguacil, un pueblo de la serran¨ªa de Ronda, ya apostaba por el arte contempor¨¢neo. En 1994, organiz¨® sus primeros Encuentros de Arte. Y entre el 31 de julio y el pr¨®ximo domingo, est¨¢ inmersa en la decimotercera edici¨®n, ya que tienen car¨¢cter bienal.
Genalguacil es un lugar que, como se dir¨ªa coloquialmente, est¨¢ donde Cristo perdi¨® el mechero. Aunque hablando de arte contempor¨¢neo y de esta provincia podr¨ªa ser Picasso el que lo perdiera all¨ª. A unas dos horas y media de M¨¢laga por una carretera de curvas rodeada de pinares, que facilitan e invitan a la desconexi¨®n con el mundanal ruido, se llega a esta localidad de menos de 600 habitantes. Un pueblo blanco con las casas encaladas situado en el verde valle del Genal. El martes por la ma?ana los ni?os correteaban por sus calles empedradas y en cuesta. Algunos uniformados con llamativas camisetas amarillas con el logo de los Encuentros de Arte ofrec¨ªan galletas a los transe¨²ntes que se encontraban. Mientras, en la plaza, los 11 artistas que participan en los 10 proyectos seleccionados para los encuentros de este a?o se iban reuniendo para hacerse una foto de grupo junto con algunas de las visitas que reciben: Jos¨¦ Lebrero, director del Museo Picasso de M¨¢laga y miembro del jurado que ha seleccionado los trabajos de esta edici¨®n, y Marta P¨¦rez Ib¨¢?ez, profesora de Mercado de Arte en la Universidad Antonio de Nebrija. Ambos no llegan solo de visita, van a inmiscuirse, a conocer el proyecto desde dentro, a participar en ¨¦l como participan todos los vecinos y es que ese es uno de los objetivos de estos encuentros: que todo lo que conlleven forme parte del tejido social local.
En una de las aulas de la escuela trabajan Miguel ?ngel Moreno Carretero y Anthony Stark. Moreno Carretero moldea balones de barro que luego colocar¨¢ en balcones y tejados que elijan los ni?os. All¨ª se endurecer¨¢n y formar¨¢n parte del paisaje, de esos recuerdos inmortales de los juegos de la infancia. Simult¨¢neamente, Stark avanza en su lienzo, Los Creadores: retrato de familia, una reivindicaci¨®n, ¡°sin m¨¢s trasfondo que lo que se ve¡±, del rol del artista, ¡°cuyo papel cada vez est¨¢ m¨¢s oculto por otros agentes que han entrado a formar parte del mundo del arte, necesarios tambi¨¦n, pero que en vez de llegar para impulsar parece que vienen a tapar¡±, afirma.
Unos muertos muy vivos
En el ADN de los Encuentros de Genalguacil est¨¢ que las obras forman parte del patrimonio del pueblo y que el pueblo y su entorno est¨¢n intr¨ªnsecos en las piezas. Pero todo el pueblo, incluidos sus muertos. El curioso emplazamiento del cementerio de la localidad -tras una puerta de madera en la plaza, que durante las actuaciones nocturnas permanece entreabierta- hace que ellos tambi¨¦n sean part¨ªcipes de esta quincena que da arte y mucha vida al municipio. Y los genalguacile?os lo viven con toda naturalidad. "El cementerio siempre ha estado ah¨ª".
Pintura y cer¨¢mica, materias y t¨¦cnicas cl¨¢sicas llevadas al lenguaje contempor¨¢neo. Menos cl¨¢sico es el arte sonoro. Fito Conesa est¨¢ creando una pieza en esta disciplina. Trabaja en uno de los pocos lugares con wifi. Lo explica de manera muy f¨¢cil: ¡°Genna-Alwacil (Nocturno) [mantiene el nombre ¨¢rabe] es una melod¨ªa en la que he transformado los datos y estad¨ªsticas de los 100 ¨²ltimos a?os en notas musicales¡±. Nacimientos, defunciones, inundaciones, incendios... transformados en m¨²sica y que cualquier noche sonar¨¢n por la megafon¨ªa del pueblo. Conesa no quiere desvelar cu¨¢ndo para que sorprenda a los vecinos.
El que no va a sorprenderlos es Isidro L¨®pez-Aparicio, ya que para su obra, Memorias de Genalguacil, ha necesitado que formen parte de ella. Se ha estado nutriendo de las historias que le han contado las mujeres del lugar, no porque ¨¦l haya buscado solo mujeres; ha surgido as¨ª. Son las que forman parte activa de la localidad, las que mantienen los recuerdos y los objetos.
A trav¨¦s de la memoria individual va a elaborar un v¨ªdeo y un arco formado por esos cacharros viejos con historias (sillas de la escuela, bicicletas, instrumentos de la banda...) que ser¨¢ la materializaci¨®n de la memoria colectiva.
Una gran familia
?Estos d¨ªas se forma en la localidad una gran familia, con antepasados comunes, ya que los encuentros cuentan 22 a?os. Conviven y trabajan juntos, participan en las actividades con los vecinos que entran en sus talleres para charlar y para entender qu¨¦ hacen...
Algunos de los autores, como Jes¨²s Zurita, se desplazan al pueblo con su familia. Su mujer y su hija se encuentran all¨ª con ¨¦l, algo que no es habitual en otras residencias.
Lola Guerrera ha ido con su hijo, de dos a?os, y con su madre. Asegura que quiz¨¢ no habr¨ªa asistido si no hubiera podido llevar al peque?o. Hace hincapi¨¦ en lo dif¨ªcil que es para una artista decidir ser madre: ¡°Es correr el riesgo de que tu carrera se frene¡±.
Fernando Bayona, el coordinador de los creadores, ha luchado por conseguir el espacio para las familias y porque los autores cobren unos honorarios (1.000 euros), una cantidad peque?a, pero s¨ªmbolo de que el arte no es gratis. El presupuesto de la bienal asciende a unos 100.000 euros que ¡°hay que estirar¡±, reconoce Bayona. La Diputaci¨®n de M¨¢laga aporta un total de 80.000 y el resto, la Junta de Andaluc¨ªa, el Ayuntamiento y patrocinio privado. Y obtiene logros que para s¨ª quisieran grandes centros de creaci¨®n, como que el arte forme parte de las calles, de la vida cotidiana que la distancia entre ciudadano y artista desaparezca.
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