Flannery O¡¯Connor se moja
La escritora estadounidense, que tend¨ªa a ridiculizar los excesos del entusiasmo religioso, acab¨® sumergida en aguas de Lourdes con 33 a?os. Afectada de lupus, acept¨® la invitaci¨®n ya desahuciada
"Soy de esas personas que antes morir¨ªan por su religi¨®n que tomar un ba?o por ella¡±, le escribi¨® Flannery O¡¯Connor a una amiga: no hablaba de un ba?o cualquiera, sino de la inmersi¨®n en las aguas del manantial de la cueva de Lourdes a la que enfermos de todo el mundo atribuyen propiedades curativas desde que, seg¨²n la leyenda, la Virgen se apareciese all¨ª a una joven en 1858.
O¡¯Connor ten¨ªa 33 a?os en el momento de realizar su viaje; pese a que todav¨ªa era joven, ya era considerada una de las escritoras estadounidenses m¨¢s importantes de su ¨¦poca gracias principalmente a dos libros: la novela Sangre sabia, publicada en 1952, y los cuentos de Un hombre bueno es dif¨ªcil de encontrar (1955). La primera es la historia de Hazel Motes, un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial que, habiendo perdido la fe a ra¨ªz de la experiencia, la recupera fundando una secta, la Iglesia de Cristo sin Cristo. Los segundos est¨¢n poblados por asesinos piadosos, falsos predicadores, lisiados, idiotas, vendedores de biblias, ciegos y seres deformes cuya falta de gracia f¨ªsica refleja, en el mundo narrativo de la autora, la de gracia espiritual.
Fruct¨ªferas amistades
1. Flannery O'Connor?naci¨® en Savannah, en el Estado de Georgia, en marzo de 1925 y falleci¨® en esa misma localidad en agosto de 1964. A lo largo de su vida mantuvo una importante correspondencia con Robert Lowell y Elizabeth Bishop, entre otros, y su obra es imprescindible para comprender la evoluci¨®n del cuento norteamericano de ese siglo.
2. Tobias Wolff apunt¨®:?"Flannery O'Connor tend¨ªa a volver una y otra vez sobre las mismas situaciones sin perder mucho de su capacidad de sorprender. En su trabajo hay patrones recurrentes, pero siempre se las arregla para que parezcan nuevos. Supongo que me gustar¨ªa conseguir algo as¨ª".
3. Toda la obra?de Flannery O'Connor ha sido traducida al espa?ol: los Cuentos completos (Lumen, 2005 y DeBolsillo, 2006), las Novelas (Lumen, 2011 y DeBolsillo, 2013), las cartas de El h¨¢bito de ser (S¨ªgueme, 2003) y la prosa ocasional de Misterio y maneras (Encuentro, 2008), as¨ª como sus Tiras c¨®micas (N¨®rdica, 2014).
La obra de Flannery O¡¯Connor es parte del denominado ¡°renacimiento del sur¡± de las letras estadounidenses que tuvo como figura principal a William Faulkner (de cuyo experimentalismo la autora de Sangre sabia se distanci¨® deliberadamente) e incluy¨® a autores de la talla de Thomas Wolfe, Tennessee Williams y Robert Penn Warren, as¨ª como a las llamadas Ladies of the South: Eudora Welty, Katherine Anne Porter y Carson McCullers, entre otras. El ¡°renacimiento del sur¡± surgi¨® en la d¨¦cada de 1930 como respuesta a aquello que un pu?ado de escritores sure?os consideraba la p¨¦rdida de la idiosincrasia y de los valores de la regi¨®n provocada por el tr¨¢nsito de una forma de vida esencialmente rural a otra industrial y urbana. Para O¡¯Connor, quien hab¨ªa nacido en 1925 en la localidad sure?a de Savannah, en el Estado de Georgia, y en 1938 se hab¨ªa instalado con su familia en el condado de Baldwin, en Alabama (y alguna vez iba a afirmar que las dos circunstancias que hab¨ªan dado forma a su escritura eran ¡°el ser sure?a y el ser cat¨®lica¡±), este tr¨¢nsito era una tragedia de proporciones (precisamente) b¨ªblicas.
Existe un elemento m¨¢s en la tragedia personal de la escritora, y es el que explica el viaje a Lourdes de 1958, lo m¨¢s parecido que hubo en su vida a unas vacaciones: desde 1951 estaba enferma de lupus, una dolencia que ataca al sistema inmunol¨®gico, que se vuelve contra los propios tejidos del cuerpo: la autora lo hab¨ªa detectado mientras trabajaba en su primera novela, cuando se quej¨® de que le costaba levantar los brazos para alcanzar la m¨¢quina de escribir. Muy pronto, los temas de la redenci¨®n, el dolor y la fe que atraviesan Sangre sabia empezaron a resonar de forma singular en su vida pr¨¢ctica: los corticoides no fueron de verdadera utilidad, y las dosis de hormonas que se le prescribieron, tampoco. La escritora tuvo que mudarse con su madre a una granja en el Estado de Georgia, donde se dedicar¨ªa en los a?os siguientes a escribir, ense?ar a las gallinas a caminar de espaldas (un v¨ªdeo en YouTube lo prueba) y a criar pavos reales. Algunos a?os despu¨¦s de que notase los primeros s¨ªntomas del lupus, tuvo que comenzar a ayudarse con un bast¨®n; tiempo despu¨¦s s¨®lo pod¨ªa desplazarse con muletas.
O¡¯Connor demostr¨® una actitud singularmente estoica ante la enfermedad, que en su correspondencia personal comentaba a menudo humor¨ªsticamente: si esta constituy¨® una fuente de infortunio, tambi¨¦n fue un excelente acicate a la escritura, ya que la autora fue excepcionalmente prol¨ªfica dadas sus circunstancias personales. En 1958, sin embargo, estaba desahuciada, y acept¨® la invitaci¨®n de asistir al jubileo de las apariciones de Lourdes.
Flannery O¡¯Connor ten¨ªa sentimientos encontrados respecto al viaje, ya que su obra tend¨ªa a ridiculizar los excesos de entusiasmo religioso, de all¨ª que se negara inicialmente a bajar a las aguas ¡°milagrosas¡±: viajaba como peregrina, no como paciente, afirm¨®. Sin embargo, algo de lo que vio en Lourdes la conmovi¨® especialmente (quiz¨¢s una profusi¨®n de tullidos y enfermos que parec¨ªa el elenco de personajes de una de sus obras) y acab¨® aceptando sumergirse en el manantial. La escritora iba a morir a consecuencia del lupus seis a?os despu¨¦s, en 1964, a los 39 a?os, sin que el agua de Lourdes hubiese obrado en ella un milagro. ¡°Estoy segura de que nadie reza en esa agua¡±, le escribi¨® a una amiga, pero tambi¨¦n confes¨® (m¨¢s tarde) que mientras la sumerg¨ªan en el elemento l¨ªquido hab¨ªa rezado por la novela que estaba escribiendo ¡°y no por mis huesos, que me importan menos¡±.
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