Dos extremos del mundo unidos por la vigorosidad
Una reflexi¨®n desde la poes¨ªa espa?ola de los Juegos Ol¨ªmpicos "m¨¢s gais de la historia"
No parece mera casualidad que este a?o hayan coincidido el Festival Circuit de Barcelona y los Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo. Dos extremos del mundo unidos por la vigorosidad, la resistencia y el m¨²sculo. Los Juegos de R¨ªo son los Juegos m¨¢s gais de la historia de los Juegos con (a falta de la fiesta de clausura) 45 deportistas fuera del armario, y Tinder/Grindr echando humo. Con cierto tufillo heteronormativo, los medios s¨®lo se refirieron al festival gay de Barcelona desde la repercusi¨®n econ¨®mica y la rentabilidad. Una inyecci¨®n de no s¨¦ cu¨¢ntos millones de euros para la ciudad, un gasto medio de tantos euros por participante. El pasado d¨ªa 8 de agosto, un joven bronceado con una espalda que podr¨ªa ser ol¨ªmpica y acento de Badajoz fue preguntado en el Circuit por su situaci¨®n: ¡°Llevo todo un a?o preparando mi cuerpo para esta cita¡±. Dio un beso al objetivo y empa?¨® la distancia entre R¨ªo y Barcelona. Rafael Nadal, que nunca habr¨¢ pisado el Circuit, dijo unos meses antes: ¡°Llevo meses preparando mi cuerpo para esta cita¡±. Sin beso. El chico de Badajoz y el de Mallorca s¨®lo han subido un pelda?o m¨¢s en lo que deber¨ªa ser el deporte, la vida y, por ende, la poes¨ªa: preparaci¨®n e incertidumbre. Ellos apuestan por el futuro sin ir por el camino f¨¢cil de los que suelen analizar el futuro; ellos van hacia lo concreto porque saben que ah¨ª reside lo real, no en el lenguaje, no en los abismos. Aspiran a lo que repercute, y desde esa repetici¨®n y apuesta por la plenitud han caminado en paralelo deporte y literatura. El Nobel Vicente Aleixandre, que am¨® con ¡°sacrificio y dedicaci¨®n¡±, como los m¨¢s notables deportistas, escribi¨® en un poema dedicado a su deseado Carlos Bouso?o: ¡°Hombre: tierra perenne, gloria, vida¡±. Es la misi¨®n de un Nobel adelantarse a lo que ni los pobres ni los atletas ni los que est¨¢n construidos de objetivos a¨²n saben, y ya Aleixandre adelantaba lo que ser¨ªan estos Juegos, lo que se cuece en la Villa Ol¨ªmpica: lo perenne y lo que crece. Las marcas y el deseo. Gloria.
La poes¨ªa se acerc¨® al deporte porque el hombre busca una forma de concretarse en el mundo, de ver lo bueno, de buscar humanidad desde lo que define. Tanto el deporte como la poes¨ªa parten de una base hedonista, necesaria para que ambas materias no queden obsoletas: la capacidad de sentir placer y la posibilidad de experimentar dolor. Ese recorrido pavoroso desde la extenuaci¨®n, el decaimiento o la soledad al r¨¦cord es el germen de casi todo ejercicio, de los mejores festivales. Estamos ante un nuevo romanticismo deportivo que reconstruye la identidad y los metales, que ha llevado lo sublime a un estrato que tiene m¨¢s que ver con la tensi¨®n, con el suspense, con la elevaci¨®n que con la nostalgia, el paisaje o la niebla. Este nuevo viraje de lo rom¨¢ntico hacia lo que transciende empez¨® en los felices a?os veinte cuando la literatura de tema deportivo empieza a imponerse como forma de airear la casa de los elixires y de las hemorroides que todo aspirante a autor de culto acarrea. Un poco antes, uno de los poetas de lo sublime del pasado siglo, Rainer Maria Rilke, ya escribi¨® un himno a la pelota: ¡°y all¨¢ abajo, a lo que juegan / desde lo alto y se?alas otro sitio / orden¨¢ndolos como para un baile, / para luego, esperada y deseada, / rauda, sencilla, ingenua, natural / caer de manos altas¡±. El poema lo recoge Gallego Morell en su famoso libro Literatura de tema deportivo, donde tambi¨¦n aborda c¨®mo Gerardo Diego, quiz¨¢ nuestro poeta m¨¢s permeable, escribi¨® sobre el legendario ciclista italiano Gino Bartali. Ya por entonces Ortega y Gasset afirm¨® que la cultura no es hija del trabajo sino del deporte, y que m¨¢s all¨¢ del arte o la filosof¨ªa ¡°la forma superior de la existencia humana es el deporte¡±, y por ah¨ª continu¨® a?os despu¨¦s Tomasso Marinetti cuando public¨® en Le Figaro el Primer manifiesto del futurismo italiano: ¡°Queremos cantar el amor al peligro, a la fuerza y a la temeridad¡±. Y ese canto, esa forma superior, ha tomado su versi¨®n m¨¢s tonificante, tambi¨¦n m¨¢s temeraria y urgente, en nuestra poes¨ªa homoer¨®tica. Desde que Cernuda subrayar¨¢ que la poes¨ªa se escribe con el cuerpo, ha sido el cuerpo trabajado y joven el que ha sostenido a la mejor poes¨ªa ¨²ltima masculina, quien ha vuelto a proyectar al hombre hacia lo sublime. Ya los romanos, lo m¨¢s ol¨ªmpicos de nuestros antiguos, distinguieron la actividad amorosa en activa y pasiva, los que exponen fuerza y espasmos, y los que lo contemplan o reciben. Atletas los primeros en esos templos donde realidad y deseo se cumplen; receptores los poetas que hoy lo celebran y se fascinan (fascinus; phallos). La gloria activa y pasiva de los grandes nombres del deporte mundial conviviendo hoy con alg¨²n poeta joven de Esplugues que empieza a desenmara?ar eleg¨ªas desde los ba?adores del equipo de waterpolo. El m¨¢s griego y flexible de nuestros poetas, Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias, lo defini¨® mucho mejor en su ¨²ltimo libro, Confiado (Visor, 2015): ¡°Ser¨¢ una sola pieza, tronco, piernas, / de hermosa terracota palpitante¡±. El jugador de v¨®ley Pablo Herrera declar¨® que su disciplina ser¨ªa la m¨¢s vista en R¨ªo, as¨ª est¨¢ siendo, ¡°y tu cintura joven ce?¨ªa un verano mortal¡±, escribi¨® Pablo Garc¨ªa Baena en el poema Narciso, descifrando desde la arena de R¨ªo todas las playas del cielo donde evitar la vida a las que se refer¨ªa Lorca.
Clama nuestra poes¨ªa por un monismo superior regenerador del cuerpo. Los a?os de la p¨¦rgola y el tenis han mutado en los a?os de las apps y el estilo mariposa, de la conquista que supone el destino que se cumple ¡°en el vigor curvado de unos muslos¡±, seg¨²n Francisco Brines. Siguiendo la estela de la repetici¨®n y el oro, un poeta m¨¢s joven, Antonio Praena, escribi¨®: ¡°Da masa al pensamiento de Plat¨®n / seg¨²n el cual es ardua la belleza. (¡). Baja las manos a la altura de los cu¨¢driceps / y agarra las mancuernas hacia adentro¡±. Ardua la belleza que debe ser percibida, palpada, celebrada. ¡°Era otro mundo e?l solo, de flor y un manojo de venas¡±, a?adir¨ªa Juan Bernier desbordando la excitaci¨®n de esos muchachos incendiados, y reventando su determinismo biol¨®gico.
El deporte desde el deseo hacia los cuerpos que lo conforman est¨¢ sirviendo como ant¨ªdoto contra ese espacio literario reaccionario que ha venido imponi¨¦ndose en los ¨²ltimos a?os. Llevar todo lo que el juego puede ofrecer hacia el extremo que s¨®lo el deseo conoce dar¨¢ lugar a himnos m¨¢s libres, a podios m¨¢s sencillos, que reconozcan nuestro lugar -el lugar de todos- en un tiempo que no acaba de permitirlo. ¡°Soy esto que ven¡±, dijo Phelps al despedirse. ¡°Tenemos que celebrar lo que somos¡±, gritaba un chico con un ba?ador brasile?o en la piscina del Circuit. El oro estar¨¢ as¨ª siempre asegurado.
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