El arte surca los pueblos
Muchas de las creaciones contempor¨¢neas m¨¢s interesantes y expeditivas surgen en el ¨¢mbito rural
El arte contempor¨¢neo no es patrimonio exclusivo de las ciudades. En cientos de pueblos por toda Espa?a resultan ya tan corrientes las exposiciones de pintura o fotograf¨ªa, performances, instalaciones, murales o m¨²sicas de otros mundos como las tradicionales carreras de sacos o concursos de tortillas. Mucho de lo m¨¢s interesante que est¨¢ ocurriendo en el arte de hoy aparece en el ¨¢mbito rural y los vecinos lo miran sin prejuicios. Los artistas despliegan sus artilugios por unos d¨ªas en los pueblos, bajo las lunas de agosto. Dicen que reciben de los paisanos una respuesta diferente. Y de repente, de paseo por la calle, una instalaci¨®n con materiales reciclados en la iglesia g¨®tica de la plaza, murales estarcidos sobre el encalado de una casa baja o un burro de catorce metros de alto que se ve desde la carretera. Algo est¨¢ sucediendo en los pueblos.
Miguel ?ngel Moreno quer¨ªa llevar arte a su pueblo, El Carpio, y en 2002 engrendr¨® Scarpia, que en sus XIV ediciones logr¨® que la mayor¨ªa de los 4.500 carpe?os se volcasen de una u otra forma. Entonces hab¨ªa en este municipio cordob¨¦s un solo licenciado en Bellas Artes y hoy unas 30 personas tienen formaci¨®n en artes visuales, presume.
El arte en los pueblos no es a¨²n un fen¨®meno s¨®lido, pero tiene un pasado que se puede rastrear. Una fecha clave es 1976: el artista alem¨¢n Wolf Vostell, del movimiento Fluxus, fund¨® un museo en Los Barruecos, en Malpartida de C¨¢ceres, un di¨¢logo entre dos mundos que constituye la mejor herencia del artista. Eran agitadores de la cultura oficial que ofrec¨ªan hostias laxantes en homil¨ªa, que pretend¨ªan establecer una relaci¨®n nueva y directa entre artista y p¨²blico.
En los ochenta y noventa la vanguardia fuera de la urbe eran Aranda de Duero (Burgos) y el movimiento A UA CRAG, que reun¨ªa a un grupo de artistas como Rafael Lamata (ahora miembro de Los Torreznos) o Rufo Criado, ambos parte del colectivo de 12 personas que se dedic¨® a invadir el espacio p¨²blico con su arte, a crear a la vista de los lugare?os. Manuel Arandilla, poeta y hoy director de la biblioteca de la ciudad, comenta que sus obras se recib¨ªan con las mismas dosis de complacencia y de perplejidad: ¡°No s¨®lo estaban pintando en la plaza, lo hac¨ªan sobre los tetrabriks de la f¨¢brica de leche que da empleo a tantos arandinos¡±.
Juli¨¢n Valle, uno de los fundadores de A UA CRAG, estima que aunque llegaron a participar en dos ocasiones en ARCO tuvieron un seguimiento ¨ªnfimo, una respuesta t¨ªmida. Julia Miranda, t¨¦cnica de Cultura del Ayuntamiento de Aranda, con la perspectiva que da el tiempo, opina, en cambio, que su influencia fue may¨²scula: ¡°Al albur de lo que hicieron seguimos trabajando; la gente aprecia las esculturas de Mar Sol¨ªs en edificios del casco antiguo porque antes pasaron ellos¡±, asegura.
Se trata de poner de relieve el patrimonio hist¨®rico, sentir que cuanto hay en el pueblo tiene valor y que no se parece a nada. Ese es uno de los ingredientes que se?ala Fernando Castro Fl¨®rez, fil¨®sofo especialista en est¨¦tica y profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, para explicar por qu¨¦ los vecinos se apropian de estos acontecimientos art¨ªsticos, por qu¨¦ se produce un nexo distinto y m¨¢s profundo (cuando el proyecto tiene ¨¦xito) que con una verbena o una competici¨®n de geranios. ¡°Les hace singulares¡±. Y se?ala dos experiencias. La primera, en Sagunto (Valencia). Sus siete ermitas se abren tan solo dos veces al a?o. El proyecto Peregrinatio, mientras dur¨®, las convert¨ªa de forma ef¨ªmera en laboratorios de experimentaci¨®n creativa. En sus muros, en sus recovecos, los artistas invitados ideaban, y los saguntinos aguardaban ansiosos a ver el resultado diferente de cada a?o, la originalidad de cada planteamiento. La otra iniciativa es quiz¨¢s m¨¢s ins¨®lita. Morille es un municipio de 258 habitantes en Salamanca y tiene un cementerio de arte de 90.000 metros cuadrados y un festival de poes¨ªa y performance.
El ide¨®logo de tal dep¨®sito subterr¨¢neo fue Domingo S¨¢nchez Blanco, puntal del arte de acci¨®n espa?ol. Jugando con esa etimolog¨ªa que liga mausoleo y museo, al soterrar piezas de val¨ªa reconocida, trata de poner en cuesti¨®n la propia naturaleza y funci¨®n social de la creaci¨®n. Cada enterramiento es un acontecimiento, un peque?o milagro que lleva al pueblo a personalidades como Fernando Arrabal, Esther Ferrer, el director de cine Rodrigo Cort¨¦s o Vicente del Bosque. Castro Fl¨®rez cuenta que, igualmente, cuando llegan los poetas, los vecinos se disputan qui¨¦n les da hospedaje. ¡°Una se?ora que ofreci¨® su casa y no tuvo hu¨¦sped gritaba: ¡®?Quiero mi poeta!¡¯; y cuando un forastero pregunta por el camposanto cualquier le indican la explanada del mausoleo art¨ªstico¡±.
Rafael Jim¨¦nez y Demetrio Salces no se resignaron a prescindir de la cultura por vivir en un pueblo y montaron Z en Montalb¨¢n (C¨®rdoba), unas jornadas as¨ª llamadas por el ceceo caracter¨ªstico de la zona. Huyen de la idea de entretener, que eso ya existe, dicen. Y sonr¨ªe con una an¨¦cdota que para ¨¦l ejemplifica lo que est¨¢ significando Z; a las puertas de una nueva edici¨®n, por la ma?ana temprano, en un bar, tomando su carajillo, dos viejos discuten sobre qu¨¦ sentido ten¨ªa una de las acciones del a?o anterior. Cuando entra un artista se dirigen a ¨¦l y le dicen: ¡°T¨² tienes mucha cara de Z, ?este a?o ten¨¦is m¨¢s performances?¡±.
Muchas veces la labor pedag¨®gica m¨¢s complicada es con las instituciones, no con el pueblo
Noelia Centeno investiga sobre la proliferaci¨®n de manifestaciones de arte contempor¨¢neo en el medio rural y estipula que casi siempre surgen igual: un artista local que emprende la aventura. En un espacio peque?o cualquier hecho que salga de lo usual causa impacto. Y, aunque, quiz¨¢, al principio los vecinos sean reticentes o se muestren ajenos, despu¨¦s llega ese momento en que un escultor le pide al carpintero local que le haga algo que no se parecer¨¢ a su quehacer diario o un artista solicita la colaboraci¨®n del panadero. Al final sienten esas piezas como suyas. Comparten un tiempo y un proceso en el que se detienen, se escuchan y se entienden. ¡°Muchas veces la labor pedag¨®gica m¨¢s complicada es con las instituciones, no con el pueblo. Faltan muchos apoyos y les convencen argumentos m¨¢s pragm¨¢ticos: Esto genera econom¨ªa¡±, aduce Centeno.
Falta mucho por recorrer. Lo sabe Miryam Anll¨®, artista que se mud¨® a Urue?a, una isla amurallada en la meseta vallisoletana. El municipio se resiste a todo lo que no sea proclamar su grandeza medieval, a ser otra cosa que la llamada Villa de los Libros, la raz¨®n por la cual recibe ingresos de turistas. Anll¨® confiesa que, tristemente, tambi¨¦n en esto del arte, arduo de por s¨ª, es m¨¢s dif¨ªcil si eres mujer y si adem¨¢s, como ella, est¨¢s sola. Y lo sabe tambi¨¦n Fernando Garc¨ªa Dory, que encabez¨® un proyecto, Campo Adentro, que trabaj¨® en 22 pueblos distintos relacionando arte, agricultura y ecolog¨ªa y que incluso pretendi¨® establecer un manual de buena praxis sobre el arte rural donde la medida del ¨¦xito reside en parte en la implicaci¨®n de los habitantes en el proceso art¨ªstico. Si lo hacen suyo o solo lo miran de soslayo.
Los hermanos Emilio Papel y Antonio M¨¦ndez forman SPS (Sociedad Psicogeogr¨¢fica de Salamanca) y una de sus obras ilustra este art¨ªculo, son los caminos articulados, que han llevado a Zarza de Granadilla (C¨¢ceres) para el festival Crearte 2016. Los senderos zigzagueantes de luz iluminaron la plaza de este pueblo, que no alcanza los 2.000 habitantes. Y bajo la luna de verano, los vecinos contemplaron el suelo.
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