Mankell dice adi¨®s con un viaje a la orilla entre la vida y la muerte
¡®Botas de lluvia suecas¡¯, ¨²ltima novela que el autor sueco escribi¨® poco antes de morir en 2015 a causa de un c¨¢ncer, llega a las librer¨ªas la pr¨®xima semana en espa?ol
El adi¨®s definitivo de Henning Mankell, una novela titulada Botas de lluvia suecas empieza con un gran incendio que pesca desprevenido al protagonista y a punto est¨¢ de apartarlo de la escena. Welin Fredrik vive solo en una isla y ahora el fuego lo ha dejado sin casa, en pijama, sin zapatos; circunstancia propicia para plantear la recurrente pregunta: ?Qu¨¦ llevar¨ªas a una isla desierta para tenerlo todo? Fredrik responde pronto: los recuerdos. Y con ellos construye una novela que viaja al pasado y al presente con el ritmo de las olas que van y vienen a la orilla de su archipi¨¦lago.
Henning Mankell (Estocolmo, 1948-2015) escribi¨® esta obra en los d¨ªas m¨¢s oscuros de su vida, cuando combat¨ªa un c¨¢ncer que le llev¨® a la muerte un a?o y medio despu¨¦s de ser diagnosticado. Pero tuvo tiempo de verla editada en su pa¨ªs y el pr¨®ximo martes, los lectores la encontrar¨¢n en espa?ol de la mano de Tusquets. No se trata de una de sus famosas novelas negras, ni aparece por ninguna parte el inspector Wallander para descubrir qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de un crimen, pero el texto tambi¨¦n incorpora delitos, culpables y polic¨ªas que mantienen la inquietud del ¡°g¨¦nero n¨®rdico¡±, como lo describe el editor Juan Cerezo, ese del que Mankell fue un adelantado y que lo convirti¨® casi ¡°en un subg¨¦nero de la novela negra¡±.
Botas de lluvia suecas, traducido tambi¨¦n al catal¨¢n, agarra el hilo de un t¨ªtulo anterior, Zapatos italianos, de donde recupera al protagonista, un m¨¦dico jubilado que acarrea el peso de un antiguo error profesional. Fredrik ha llegado a un momento de su vida en que es f¨¢cil echarse a morir en soledad o abrir nuevos caminos, levantar de nuevo los cimientos de la casa o conformarse con una caravana provisional. Para elegir la senda adecuada Mankell se apoya en los recuerdos, muy propio tambi¨¦n de una edad en la que es m¨¢s c¨®modo repasar lo antiguo que edificar un futuro.
Y entre un viaje y otro, de la isla al continente, el autor va encendiendo algunas luces entre las brumosas reflexiones.
Lo que Henning dec¨ªa sobre...
El mundo: "La mayor parte de la miseria se podr¨ªa evitar".
?frica: "Hace de m¨ª una mejor persona, un mejor escritor y un mejor europeo".
Las mujeres: "En un sentido profundo, soy feminista".
La emigraci¨®n: "?Qu¨¦ significa un ni?o ilegal?".
Novela criminal: "Miente quien dice que no ha pensado en matar a alguien".
Inevitable no hacer paralelismos entre el m¨¦dico de 69 a?os y los 67 que contaba el autor cuando escrib¨ªa la historia para burlar a la quimioterapia y al insomnio. Son constantes sus reflexiones sobre el fin de la vida, que nunca hab¨ªa visto tan de cerca. ¡°La muerte es una anarquista incurable. No sigue leyes ni reglas. No se entiende nunca¡±, se le oye decir a Fredrik, y otro de los personajes rompe el silencio del fr¨ªo embarcadero sueco para lamentarse: ¡°No nos dejan aprender a morir¡±.
No, no es esta ¨²ltima novela de Mankell una lectura alegre, pero tampoco est¨¢ sumida en brumas y nieblas, brilla a¨²n el oto?o cuando arranca la acci¨®n y la primavera buscar¨¢, m¨¢s tarde, abrirse paso entre los hielos del archipi¨¦lago. No est¨¢ el protagonista ahogado en los recuerdos, el presente le trae novedades de las que sacar provecho para seguir caminando.
Y tampoco echar¨¢n de menos los lectores los elementos m¨¢s cl¨¢sicos del universo que construy¨® el autor sueco: una cr¨ªtica que se cuela entre l¨ªneas a la m¨¢s desalmada sociedad europea contempor¨¢nea, la que no tiene miramientos con los migrantes, la que castiga con m¨¢s rigor a un carterista de tercera regional que a un delincuente de guante blanco. Su disgusto por el destrozo medioambiental que caracteriza a esta ¨¦poca, ¡°las toneladas de basura nuclear¡± debajo de las alfombras del siglo XXI. O que muestre sin pudor los resquicios de la miseria que tambi¨¦n existen en sociedades idealizadas, como los pa¨ªses n¨®rdicos, esas socialdemocracias que siempre se ponen de ejemplo.
Entra?able y querido
Todas esas caracter¨ªsticas hac¨ªan del autor sueco un personaje entra?able y querido, sin gusto ¡°por la pompa ni el protocolo, huidizo con las aglomeraciones¡±, opina Cerezo, y que tiraba de su dominio del teatro para combatir las escenas en las que ten¨ªa que sobreponerse a un p¨²blico que, en ocasiones, le admiraba con demasiado calor. Pero toda esa humanidad, que tambi¨¦n se atisba en sus personajes ¡ªy toda la crueldad con que caracteriz¨® a los malos¡ª rompieron las barreras de la comunicaci¨®n y le hicieron universal. Sus obras, vendidas por millones en todo el mundo, calaron fuerte tambi¨¦n entre lectores de latitudes m¨¢s c¨¢lidas, donde no sobran detectives, comisarios ni inspectores de buen comer.
Entre todos ellos dej¨® Mankell a su Kurt Wallander, desastrado y humano, del que se atisban rasgos tambi¨¦n en el protagonista que calza ahora las botas de agua.
Y el amor, tambi¨¦n aparece en esta ¨²ltima entrega (p¨®stuma en espa?ol) del autor sueco; el amor como una palanca, como un remo para hacer un viaje, m¨¢s de uno, entre la soledad y la compa?¨ªa, entre la isla y el continente.
Babelia
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