Catedrales bajo la monta?a hueca
Una treintena de cuevas cantera abandonadas y de miles de metros cuadrados aguardan a encontrar un uso desde hace casi un siglo
Tres recuerdos dej¨® la visita que hizo Alfonso XIII en 1930 a la sierra de San Crist¨®bal en El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz). "Estas son las cuevas m¨¢s grandes y maravillosas que he visto", cuentan las cr¨®nicas locales que dijo el rey al verse en el interior de las inmensas canteras subterr¨¢neas que ahuecan la monta?a. Una fotograf¨ªa inmortaliz¨® al monarca paseando entre desubicadas guirnaldas de hiedra colgadas en la roca. Antes de partir, dej¨® una encomienda: que esas 30 cuevas, ya sin uso entonces, se convirtieran en un parador nacional. Un a?o despu¨¦s, el rey parti¨® al exilio y su idea nunca se materializ¨®. Y hoy, cuando han pasado 86 a?os desde aquella visita, las impresionantes catedrales subterr¨¢neas surgidas a base de extraer piedra siguen abandonadas a su suerte, sin destino ni uso.
El pasado 18 de agosto, un incendio en el interior de una de ellas las rescat¨® del olvido. La basura acumulada en el interior ardi¨® y oblig¨® a desalojar a siete vecinos de un poblado cercano. Envueltas en un limbo administrativo, las cavidades excavadas en piedra calcarenita languidecen, mientras los escombros, la basura y la maleza las colmatan poco a poco.
En la actualidad, los inmensos pasajes subterr¨¢neos dibujan espacios catedralicios, con extensiones que van de los 20.000 a los 30.000 metros cuadrados y una altura m¨¢xima de hasta 20 metros. La luz inunda estos impresionantes interiores sustentados por columnas talladas en la roca, gracias a las aberturas cenitales. "No resulta dif¨ªcil descubrir su singularidad", reconoce la arquitecta Marta Santofimia, que trabaj¨® en la zona para la catalogaci¨®n del patrimonio industrial de Andaluc¨ªa. El catedr¨¢tico de Prehistoria de la Universidad de C¨¢diz Diego Ruiz Mata les da una val¨ªa superior a otras europeas que ya son explotadas culturalmente: "Este es un espacio precioso, lleno de insinuaciones y expresiones pl¨¢sticas espaciales".
Corte a mano
Hay que remontarse al siglo XIII para encontrar los or¨ªgenes de estas cuevas, en una sierra donde se ha practicado la actividad extractiva de piedra desde la ¨¦poca fenicia. Ruiz Mata, conoce bien su historia, se enamor¨® de ellas cuando trabajaba en el cercano yacimiento fenicio de Do?a Blanca. En busca de las vetas m¨¢s preciadas de la piedra y al resguardo de las inclemencias, los canteros trabajaban la piedra de forma subterr¨¢nea. "Se cortaba a mano, con sierras, agua y cinceles", explica Ruiz Mata. La extracci¨®n era de arriba a abajo, con cada bloque que sal¨ªa se iban creando cavidades cada vez mayores y profundas. El destino de esta piedra caliza, barata y f¨¢cil de trabajar, fue convertirse en los sillares de los edificios "m¨¢s importantes del Bajo Guadalquivir", afirma Ruiz Mata.
La Catedral de Sevilla, la de C¨¢diz y diversos palacios y edificios civiles de ambas provincias se levantaron con la piedra extra¨ªda en San Crist¨®bal por peque?os empresarios. Estos se hac¨ªan con la concesi¨®n de unas cuevas que eran de titularidad municipal. Su suerte estuvo ligada al auge comercial mar¨ªtimo de la zona en los siglos XVII, XVIII y XIX. A principios del siglo XX se fueron quedando sin uso, despu¨¦s de haber dado trabajo a m¨¢s de 200 canteros. A partir de entonces, su abandono solo estuvo interrumpido por vecinos que ocuparon parte de estas cuevas como viviendas durante los a?os cuarenta y cincuenta y por su uso como polvorines militares.
Sin catalogaci¨®n ni protecci¨®n
De la actividad fren¨¦tica de anta?o quedaron huellas en forma de inscripciones, dibujos y cruces grabadas en la piedra. "El trabajo en el subsuelo conlleva una forma de pensar sui g¨¦neris, ligada a creencias y rituales", explica Ruiz Mata. Es el caso de la cantera de San Francisco o la de Domingo Marmolejo Padre, conocida as¨ª por la inscripci¨®n en una de sus entradas, fechada en 1865. Llena de escombros, es propiedad del Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana. Otras son de propiedad privada. Buena parte de ellas pertenecen al Ministerio de Defensa que lleva a?os intentando venderlas al Ayuntamiento de El Puerto de Santa Mar¨ªa. En la actualidad, ni siquiera se sabe con exactitud cu¨¢ntas se conservan y en qu¨¦ estado. "El desconocimiento que existe en torno a ellas es destacable. Se hace necesario una labor de catalogaci¨®n", reconoce la arquitecta Marta Santofimia.
Ni siquiera gozan de una protecci¨®n espec¨ªfica por su valor etnol¨®gico o industrial. Solo parte de ellas est¨¢n catalogadas como Bien de Inter¨¦s Cultural por parte de la Junta de Andaluc¨ªa, como servidumbre del yacimiento fenicio. El alcalde portuense, David de la Encina, reconoce la paralizaci¨®n en la que est¨¢n sumidas, "pese a que ser¨ªan un revulsivo tremendo para la ciudad". Desde 2006, la negociaci¨®n con el Gobierno de 71 hect¨¢reas de terreno no consigue pasar de la intenci¨®n. En la actualidad, hay un borrador de contrato por el que el Ayuntamiento podr¨ªa comprar cuatro cuevas, a un precio 7.142,04 euros por cada hect¨¢rea. Sin embargo, antes habr¨ªa que cambiar la calificaci¨®n de los suelos en el Plan de Ordenaci¨®n Urbana "y renegociar el precio, ya que es muy elevado", como reconoce De la Encina. Con todo, el alcalde no pierde la esperanza de materializar el primer pago de la compra "en 2018".
Es el en¨¦simo compromiso, aunque Ruiz Mata ya ha escuchado unos cuantos m¨¢s desde que conoci¨® las cuevas en los a?os ochenta. "Estamos en este ser o no ser desde hace a?os", a?ade el catedr¨¢tico. ?l mismo asesora al empresario Juan Manuel Balaguer, presidente de Phoenix Strategyon, que pelea, desde hace siete a?os, por darles un uso cultural y tur¨ªstico. Llegaron a redactar un proyecto integral por fases, que afectaba a un total de 400 hect¨¢reas. En ¨¦l planifican un parque arqueol¨®gico para interpretar la presencia del hombre desde la Prehistoria hasta la actualidad. En su hipot¨¦tico plan ya tienen hasta el nombre de la que ser¨ªa la primera exposici¨®n, La monta?a hueca, que es el sobrenombre con el que se conoc¨ªa a la catedral de Sevilla. La que se levant¨® en la sierra hoy languidece.
Un litigio a medio camino
La Sierra de San Crist¨®bal, a medio camino entre Jerez y El Puerto, es un espacio clave desde los primeros asentamientos humanos en esta zona. De hecho, hace unos a?os se descubri¨® que una de las piedras que conformaban un espig¨®n en la costa de El Puerto ten¨ªa unos extra?os esgrafiados. Tras investigar el origen del sillar, result¨® proceder de la cantera a cielo abierto que a¨²n hoy se mantiene en activo en San Crist¨®bal. Los estudios determinaron que es un menhir que data de finales del Neol¨ªtico (entre 5.000 y 6.000 a?os de antig¨¹edad) y que arroj¨® luz sobre los primeros asentamientos en la sierra.
En la falda de la sierra, se encuentra el yacimiento fenicio de Do?a Blanca, denominado as¨ª por el castillo donde la reina Blanca de Borb¨®n fue encerrada por el rey Pedro I. Durante a?os, la Sierra origin¨® un litigio judicial entre El Puerto y Jerez que acab¨® en el Tribunal Supremo, que decret¨® que la zona pertenece al t¨¦rmino de El Puerto.
Babelia
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