El zarpazo del viejo le¨®n
El Teatro Real inaugura su temporada con 'Otello', de Verdi, y presenta por primera vez en Espa?a, en una exposici¨®n, documentos originales de la creaci¨®n y el estreno de la ¨®pera
Despu¨¦s del inmenso ¨¦xito de Aida en 1871, Giuseppe Verdi a¨²n no se sent¨ªa, como hab¨ªa confesado de s¨ª mismo Joseph Haydn nada m¨¢s iniciado el siglo, ¡°viejo y d¨¦bil¡±. Sin embargo, al igual que el austriaco, s¨ª dej¨® constancia de su deseo de dejar de componer, en parte por su desahogad¨ªsima posici¨®n econ¨®mica y en parte porque debi¨® de percibir c¨®mo el viento de la historia hab¨ªa empezado a soplar en su contra. La m¨²sica de Richard Wagner hab¨ªa irrumpido por fin en Italia como un ?cicl¨®n y crec¨ªan las voces que arrin?conaban al autor de Rigoletto en el mundo de las convenciones del ayer. E Italia ten¨ªa que dejarlas atr¨¢s para poder mirar al futuro.
Una de aquellas voces que se alzaron fue la de Arrigo Boito, que pertenec¨ªa junto con otros j¨®venes artistas y escritores airados al movimiento conocido como la Scapigliatura. En un poema tristemente c¨¦lebre, improvisado en una fiesta de los scapigliati y publicado luego el 22 de noviembre de 1863 en la revista Il Museo di Famiglia, Boito confiaba en que el nacimiento de un creador ¡°modesto y puro¡± enderezar¨ªa el rumbo del arte italiano, que se encontraba en ¡°un altar mancillado como la pared de un burdel¡±. Verdi, la encarnaci¨®n misma de la m¨²sica de su pa¨ªs a ojos del mundo entero, se tom¨® la alusi¨®n de esta ¡°oda s¨¢fica con la copa en la mano¡±, Al Arte Italiano, como un ataque personal. Y la incipiente relaci¨®n entre ambos, iniciada tan solo un a?o y medio antes en Par¨ªs cuando colaboraron ¡ªBoito, escribiendo la letra, y Verdi, la m¨²sica¡ª en el Himno de las naciones para la Exposici¨®n Universal de Londres, qued¨® rota por completo.
Parad¨®jicamente, lo que pocos imaginaban era que el futuro de la ¨®pera italiana pasaba justamente por el propio Verdi, pero para ello ser¨ªa necesario antes resta?ar heridas y reconstruir los puentes entre el m¨²sico y su futuro libretista. Y esa labor de sagaz intermediario y discreto conciliador la ejerci¨® el gran editor Giulio Ricordi, quien, con una paciencia monacal y con la tenacidad propia de un hombre de negocios, fue acercando poco a poco a ambos genios, con la revisi¨®n de Simon Boccanegra (1881) como paso previo para poder acometer un nuevo proyecto, que fue coci¨¦ndose a fuego extremadamente lento y que tardar¨ªa a¨²n seis a?os m¨¢s en cristalizar: Otello. En una ¨®pera con una fuerte conexi¨®n veneciana, Ricordi y Boito lograron sacar a Verdi de su silencio autoimpuesto y al final rugi¨® el viejo le¨®n, y de qu¨¦ manera.
Los ajustes de mayor o menor calado en m¨²sica y libreto se suceden casi hasta el estreno en La Scala en febrero de 1887
Verdi hab¨ªa compuesto su ¨²nica ¨®pera sobre texto de Shakespeare, Macbeth, en 1847 y su proyecto de Rey Lear llevaba aparcado desde hac¨ªa d¨¦cadas. ?C¨®mo no iba a tentarle volver sobre su dramaturgo de cabecera, ¡°un poeta que leo y releo continuamente¡±, seg¨²n confesi¨®n propia? Boito, azuzado por Ricordi, le hab¨ªa hecho llegar la primera redacci¨®n del libreto en diciembre de 1879, pero Verdi hizo o¨ªdos sordos durante meses porque los ¡°a?os de galeras¡± hab¨ªan quedado atr¨¢s y, a estas alturas de su vida, a Verdi no le gustaba sentirse exigido. En una carta a Giulio Ricordi fechada en Par¨ªs el 10 de marzo de 1880 lo expresa sin ambages: ¡°Sea dicho de una vez para siempre que no responder¨¦ jam¨¢s a ninguna pregunta sobre Otello: 1? porque no s¨¦ si la escribir¨¦; 2? porque no s¨¦ si la dar¨¦ en La Scala; 3? porque no la dar¨¦ jam¨¢s como ¨®pera obligada por contrato. No quiero compromisos y no admito cosas que tengan, siquiera lejanamente, el aire de una presi¨®n¡±. Genio y figura.
Pero Ricordi no ceja y conf¨ªa en vencer poco a poco la feroz resistencia de su amigo. Para evitar la palabra ¡°Otello¡±, que parece hacer saltar todas las alarmas, empieza a asomar en su correspondencia el t¨¦rmino ¡°chocolate¡±, en referencia al color de la piel del protagonista: ¡°Si fuese temerario, preguntar¨ªa noticias del chocolate¡± (1880), ¡°al chocolate le falta a¨²n cocci¨®n¡± (1881), ¡°me tiene prohibido hablar del chocolate¡± y ¡°dejemos al chocolate en paz junto con Desd¨¦mona y Yago¡± (1882) o ¡°los pasteles sin cacao torrefacto son sosos, bobos, ins¨ªpidos, indigestos, irritantes¡± (1885). En estos mismos a?os, y a modo de amistoso recordatorio, Ricordi regala tambi¨¦n puntualmente a los Verdi por Navidad un panettone coronado por la figurita de un moro de chocolate: ese ¡°oscuro chiquillo¡±, como lo califica Giuseppina en otra carta.
No son comparables las alrededor de 3.500 cartas que Verdi intercambi¨® con los Ricordi durante m¨¢s de medio siglo con las poco m¨¢s de 400 de su correspondencia con Boito. Los encabezamientos s¨ª que se repiten en una y otra: ¡°Caro Giulio¡±, comienza indefectiblemente Verdi las misivas a su editor; ¡°Illustre Maestro¡±, le responde este. El trato se iguala entre los dos creadores: ¡°Caro Boito¡± y ¡°Caro Maestro¡± son aqu¨ª las f¨®rmulas omnipresentes. En todas ellas se mantiene siempre el tratamiento de usted. En las que se env¨ªan autor y editor priman los aspectos comerciales y las cuestiones pr¨¢cticas, mientras que en las otras vemos a dos creadores natos acercando posiciones hasta que el trato se vuelve igualitario, al tiempo que no dejan de disentir, transigir o argumentar con una reciprocidad cuya genialidad es solo parangonable a la que irradia la correspondencia que iniciar¨ªan muy poco despu¨¦s Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal, otra piedra preciosa por la que tampoco se ha interesado hasta ahora ning¨²n editor espa?ol.
En las cartas de Verdi y Boito ¡ªque acabar¨ªan por tener una relaci¨®n casi paternofilial¡ª vemos nacer literalmente Otello ante nuestros ojos: el primero demanda cambios constantes (el final del tercer acto es su gran caballo de batalla) y el segundo (¡°minucioso como un benedictino¡±: la definici¨®n es de Giulio Ricordi) cede y defiende sus criterios por igual. Los ajustes de mayor o menor calado en m¨²sica y libreto se suceden casi hasta el estreno, para el que Ricordi prepara un manual de ¡°disposici¨®n esc¨¦nica¡± gracias al cual puede reconstruirse hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle de aquella primera producci¨®n estrenada en el Teatro alla Scala el 5 de febrero de 1887. Muchos de aquellos documentos originales (cartas, manuscritos, figurines, bocetos escenogr¨¢ficos, fotograf¨ªas) podr¨¢n verse en una exposici¨®n del Teatro Real con fondos procedentes del Archivio Storico Ricordi de Mil¨¢n, gestionado mod¨¦licamente desde hace a?os por el grupo Bertelsmann, que lo adquiri¨® en 1994.
Otello deslumbr¨® al mundo, pero a¨²n quedaba en la rec¨¢mara el golpe de gracia final, el adi¨®s a la vida de un Verdi ya octogenario, pero rejuvenecido y en¨¦rgico m¨¢s de medio siglo despu¨¦s de haber compuesto su primera ¨®pera. Ser¨ªa otra vez con el sost¨¦n literario de Boito, con el apoyo incondicional de Ricordi y de nuevo de la mano de Shakespeare, solo que ahora tornando, por fin, la tragedia en comedia: la gran y sabia carcajada final de Falstaff.
El nacimiento del Otello de Verdi: una mirada al Archivio Storico Ricordi. Teatro Real. Madrid. Del 15 de septiembre al 3 de octubre.
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