El cuerpo como campo de batalla
Daniel G. And¨²jar inaugura el nuevo espacio de la galer¨ªa Casa sin Fin y prepara su presencia en Documenta 14
"?No estamos llegando a un sistema de representaci¨®n absolutamente fascista, donde todo el mundo es exactamente igual? ?No estamos llegando a esas utop¨ªas de ciencia-ficci¨®n donde todo es estandarizado y controlado? Ya no por m¨¢quinas, sino por nosotros mismos. De alguna manera, estamos construyendo un edificio en el que luego en realidad no nos gusta vivir¡±. As¨ª habla el artista Daniel G. And¨²jar (Almorad¨ª, 1966), y de esto habla su ¨²ltimo trabajo, Trastorno de identidad. Hackeando el cuerpo de los trabajadores, la pieza con la que la madrile?a galer¨ªa Casa sin Fin inaugura su nuevo espacio (Doctor Fourquet, 8).
¡°Al principio Internet era un espacio sin leyes. Hoy es un ¨¢mbito absolutamente controlado¡±
And¨²jar toma como ejemplo el estereotipo de rico de los a?os treinta. ¡°Eran gordos, con chisteras, fumando puros¡ Bien, ese estereotipo hoy muta, vemos que la gente con dinero altera su apariencia hacia un nuevo canon. Hoy la alimentaci¨®n es algo que marca una barrera entre ricos y pobres¡±, explica. ¡°Sabemos de alimentos baratos, pero nocivos, que tienen una incidencia real en la esperanza de vida. Cuando hablo de hackear no me refiero a algo peyorativo, me refiero a la capacidad de saber qu¨¦ hacer con el cuerpo, c¨®mo modificarlo, saber qu¨¦ hacer con ¨¦l. Ese conocimiento deber¨ªa ser accesible a todos¡±.
¡°Vivimos en un proceso que es la digitalizaci¨®n, y que va m¨¢s all¨¢ de Internet o de las comunicaciones. Un proceso que no sabemos c¨®mo se va a desarrollar. Conocemos el genoma humano, podemos digitalizarlo. Podemos imprimir huesos. Eso, en realidad, tiene que ver con el control. Se ha explicado de muchas formas, pero en el mundo f¨ªsico t¨² te pod¨ªas esconder detr¨¢s de una monta?a. Ahora vivimos en un mundo transparente. Y todo lo convertimos en datos que podemos manipular, transferir y controlar¡±. ?Es entonces Internet un falso lugar de disidencia? ¡°En los noventa, los artistas entendimos que Internet era una ampliaci¨®n del espacio p¨²blico. Algo a conquistar, a defender. Era un campo inexplorado, pero campo de batalla. Sin control ni leyes, los artistas cre¨ªamos que era la primera vez que nosotros ten¨ªamos las riendas¡±, recuerda. Aquello, seg¨²n And¨²jar, se termin¨® revelando como un falso espacio de libertad: ¡°Empezaron a aparecer los dominios y regulaciones. Donde no hab¨ªa puertas se hicieron puertas, se levantaron paredes, a esas paredes se le pusieron ventanas, a esas ventanas se le pusieron rejas, esas rejas se electrificaron¡ Hasta desembocar en lo que tenemos ahora, un espacio absolutamente controlado¡±.
La cuerda creativa de And¨²jar no termina con su trabajo en Casa sin Fin. El artista es uno de los pocos nombres que se han dado a conocer (al contrario que otros a?os, esta vez la lista de participantes no se ha hecho p¨²blica) para la Documenta, que desde abril celebrar¨¢ su 14? edici¨®n entre Kassel y Atenas. Uno de los primeros trabajos de la exposici¨®n presentados al p¨²blico es, precisamente, un libro de And¨²jar. Llamado LTI - Lingua Tertii Imperii (como el libro del fil¨®logo alem¨¢n Victor Klemperer que registr¨® en tiempo real las modificaciones sem¨¢nticas que los nazis impon¨ªan al lenguaje), el texto trabaja sobre las modificaciones del lenguaje de la Junta Militar griega de Papadopoulos, que gobern¨® el pa¨ªs entre 1967 y 1974 y de igual manera retorci¨® las palabras a su antojo. ¡°El edificio que hab¨ªan dado a Documenta en Atenas era un edificio que hab¨ªa sido cuartel en el siglo XIX, y que la polic¨ªa militar de la Junta hab¨ªa usado como centro de detenci¨®n y tambi¨¦n de tortura¡±. Justo detr¨¢s, hoy se encuentra una asociaci¨®n de v¨ªctimas de esas torturas. ¡°Sobre la idea de que muchas veces se recicla un espacio y parece que aqu¨ª no ha pasado nada, Paul B. Preciado (que act¨²a de comisario de los actos p¨²blicos de la Documenta) me pidi¨® un folleto, que luego se convirti¨® en presentaci¨®n¡ y se fue complicando hasta acabar en un libro¡±. Glosario tambi¨¦n visual de im¨¢genes de la Junta Militar o del arte escult¨®rico cl¨¢sico griego, And¨²jar se recrea ense?ando algunas fotograf¨ªas de tatuajes de neonazis griegos de hoy. Entre cascos de Aquiles, escudos y lanzas, se repite la rugiente cara del actor Gerard Butler interpretando a Le¨®nidas en la pel¨ªcula 300. La historia griega tambi¨¦n pasa por el aro de la estandarizaci¨®n.
El artista, cuya obra fue expuesta en el Reina Sof¨ªa en 2015, rememora el ¨¢rea formativa del museo y se?ala la importancia de talleres como los que ¨¦l hizo con chavales de entre 12 y 15 a?os para desarrollar herramientas cr¨ªticas contra un sistema agresivo. ¡°A medida que analizaban im¨¢genes con las que el sistema les hab¨ªa bombardeado, se iban riendo. ¡®T¨² te hiciste un tatuaje por tal o cual anuncio¡¯. ¡®T¨² te pusiste un pendiente cuando tal futbolista empez¨® a llevarlo¡±, recuerda que dec¨ªan. ¡°Lo vemos ahora, por ejemplo, con el caso de la desaparecida Diana Quer. ?Controla ella su imagen de alguna manera? No, ella se ha estado haciendo selfies de una forma absolutamente banalizada, nunca se ha le¨ªdo los contratos con Facebook o Instagram, haci¨¦ndose fotos estereotipadas, y ahora ha perdido el control de su propia representaci¨®n. Hay que aprender a protegerse¡±, se?ala. Y para eso est¨¢ el arte: ¡°El espacio de resistencia contra un mundo que intenta reducir su diversidad¡±.
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