Alfonso Berardinelli contra todos
El intelectual despliega sus ataques a Eco, Internet, Roma o la poes¨ªa en 'Leer es un riesgo'


Debe de haber dos Alfonso Berardinelli. Uno es todo sonrisas: aprieta la mano con entusiasmo y pide ¡°un T¨ªo Pepe¡± antes de la entrevista. No hay un solo indicio del otro, el que escribi¨® Leer es un riesgo: porque el libro, que recopila varios art¨ªculos de este intelectual, contiene sentencias feroces, mecha potencial de pol¨¦micas explosivas. Valgan como ejemplo tres cap¨ªtulos: Ya no hay poetas publicables, Francia ya no sabe escribir novelas, Odio Roma y la ¡®Dolce Vita¡¯. Es decir, la l¨ªnea habitual de un hombre que, desde que abandon¨® la ense?anza universitaria en 1995 en protesta contra el corporativismo del sistema, no ha parado de disparar opiniones incendiarias. Una de sus dianas m¨¢s c¨¦lebres, el fallecido Umberto Eco, le consideraba su ¡°mejor enemigo¡±.
As¨ª que el libro (C¨ªrculo de Tiza) sirve de manifiesto de Berardinelli. Ante una sociedad adormecida, el cr¨ªtico y agitador pide sacudirse de encima el torpor y jug¨¢rsela. Y ¨¦l lo hace constantemente. De ah¨ª que sus teor¨ªas puedan generar odio y cabreos o admiraci¨®n y aplausos, pero dif¨ªcilmente dejar¨¢n indiferentes. Sus p¨¢ginas proponen un ¨®rdago tras otro, certezas blancas o negras: dudas y grises son para el olvido.
¡°Cualquier cosa, de viajar a enamorarse, si es real no puede ser depurada del riesgo. Sin embargo, nuestra sociedad trata de eliminarlo¡±, explica Berardinelli (Roma, 1943). Leer tambi¨¦n est¨¢ entre esas actividades, pero a ciertas condiciones. Por un lado, el cr¨ªtico reivindica una lectura apasionada, que no llene los momentos muertos. Por otro, la obra importa: ¡°Siempre existir¨¢ una literatura escrita para evitar riesgos. Estos crecen a medida que aumenta el valor del libro¡±. Entre los inocuos, coloca a Eco ¡ª¡°no gustar al gran p¨²blico es lo que m¨¢s le aterroriza¡±¡ª o Calvino, quien ¡°tem¨ªa asustar a sus lectores¡±. Al frente de los valientes est¨¢ La historia, de Elsa Morante: ¡°Se atreve a poner en discusi¨®n la idea misma de Historia¡±.
La poes¨ªa es un arte sin lectores. Se ha vuelto cl¨ªnicamente autista
Su denuncia de la cobard¨ªa podr¨ªa ampliarse m¨¢s all¨¢ de la prosa. Por ejemplo, a Hollywood, volcado en nuevas versiones de antiguos taquillazos. Berardinelli se muestra de acuerdo: ¡°El remake es la praxis que evita el riesgo. Todo lo contrario que Kubrick, el mayor artista de la segunda mitad del siglo XX. Hac¨ªa creer que repet¨ªa un g¨¦nero conocido y de repente inclu¨ªa un evento chocante que el p¨²blico no esperaba¡±. Tras el cine, el italiano pasa a tumbar la poes¨ªa: ¡°Es un arte sin lectores. Se ha vuelto cl¨ªnicamente autista, escrita por gente que no prev¨¦ la existencia de un p¨²blico real¡±. Tanto que en su pa¨ªs Berardinelli solo salva ¡°una docena¡± de poetas.
Los dem¨¢s, agrega, han perdido tanto la t¨¦cnica como la conexi¨®n con lo que fue. ¡°Los poetas siempre han sido los m¨¢s cultos y conscientes del pasado, incluso cuando quer¨ªan destruir las reglas. Piense en Eliot, Montale, Brecht, Lorca¡¡±, afirma. Y emplea un s¨ªmil asequible para el gran p¨²blico: convertirse en un jedi en La guerra de las galaxias era exclusivo de pocos elegidos, dispuestos a grandes sacrificios. Sin embargo, ¨¦l ve una marea de autores improvisados que apenas han le¨ªdo ni tienen nada que contar. Resumiendo, se escribe y se publica demasiado, tanto en narrativa como en poes¨ªa.
Y en periodismo. Como ¡°grandes m¨¢quinas de noticias cotidianas¡±, los diarios est¨¢n obligados a llenarse de manera incesante. As¨ª que a menudo recurran a ¡°la nada¡±. ¡°Es magn¨ªfico leer un diario de hace un a?o. ?Las noticias sobre pol¨ªtica o econom¨ªa son id¨¦nticas! En Italia hace medio siglo que se habla de ¡®hacer reformas¡¯ y nunca nadie las ha realizado¡±, agrega Berardinelli.
Cualquier cosa, si es real, no puede ser depurada del riesgo. Pero nuestra sociedad intenta eliminarlo
Las p¨¢ginas de su libro avanzan, y dejan m¨¢s v¨ªctimas por el camino. Su Roma natal ¡ª¡°nunca la he soportado¡±¡ª, Foster Wallace o el Kindle acaban en la fosa com¨²n. Dante Alighieri, Henry Miller o George Orwell sobreviven a la quema. Las nuevas tecnolog¨ªas tambi¨¦n caen bajo los golpes de Berardinelli. Cree que ¡°Internet alarga la vida de los rumores falsos¡±, que fiarlo todo a la memoria de Google nos privar¨¢ de la nuestra y que los nuevos gigantes de Silicon Valley esconden muchas sombras. Sus tesis recuerdan a las de Andrew Keen, autor de Internet no es la respuesta. ¡°La velocidad y la comodidad se han convertido en valores dominantes. El simple hecho de que ciertas tecnolog¨ªas existan no significa que supongan una mejora. Es que ya no puedes evitarlas: si no contestas un mensaje te pones en un apuro y ralentizas el ritmo de los dem¨¢s. Pero, ?ha aumentado nuestro tiempo libre? ?La rapidez mejora la calidad de la comunicaci¨®n?¡±, plantea. ?l, por si acaso, se mantiene alejado de los ordenadores y se limita a usar el m¨®vil.
Tras tantos ataques, es hora de que tambi¨¦n se defienda. ?No ser¨¢n los suyos los t¨ªpicos lamentos de quien critica el presente porque repite que todo tiempo pasado fue mejor? ¡°Desde hace siglos, quiz¨¢s milenios, de Horacio a Dante, de Tolstoi a Dostoievski, se ha constatado que cada vez que suced¨ªa algo nuevo tambi¨¦n era peor. Podemos acusar a todos los grandes cl¨¢sicos de ser obtusos y no entender el futuro. ?O tal vez lo comprend¨ªan?¡±.
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