El artesano piemont¨¦s
Conciertos de Paolo Conte se publican en una caja con seis discos y un DVD
Conviene volver siempre a Paolo Conte. Aunque no est¨¦ de moda: nunca lo estar¨¢. Volver a t¨ªtulos suyos como Dancing, Sotto le stelle del jazz, Gli impermeabili, Sparring partner, Gelato al limon o ese Via con me usado para el anuncio de un conocido perfume, en una pel¨ªcula de Hollywood y como sinton¨ªa radiof¨®nica. M¨¢s que cr¨®nicas, son instant¨¢neas, impresiones de este grande de la canci¨®n.
En 1968 Paolo Conte se ganaba la vida como abogado, por tradici¨®n familiar, cuando Adriano Celentano grab¨® su Azzurro. El ¨¦xito inesperado de la canci¨®n dio a conocer su nombre. Y le grabaron artistas como Patty Pravo. Conte escrib¨ªa para los dem¨¢s porque no se sent¨ªa cantante: no public¨® su primer disco hasta casi cumplidos los cuarenta.
Naci¨® en Asti, en el Piemonte, el d¨ªa 6 de enero de 1937. Creci¨® escuchando un jazz que llama arcaico, el del swing de las grandes orquestas, que el r¨¦gimen fascista hab¨ªa prohibido en Italia cuando ¨¦l era ni?o. El primer disco que oy¨®, comprado por su padre en el mercado negro, fue un 78 rpm del pianista Fats Waller. Adem¨¢s, en casa, su madre tocaba partituras de Duke Ellington al piano. Para un italiano de aquella generaci¨®n el jazz era la m¨²sica de la libertad. A principios de los cincuenta, lleg¨® a formar una banda con su hermano menor Giorgio ¨Ctambi¨¦n abogado- y unos cuantos amigos locos por el jazz: ¨¦l tocaba el vibr¨¢fono.
En sus conciertos se parapeta tras el piano y deja escapar su voz ronca. El recurso period¨ªstico f¨¢cil ha sido siempre compararle con Tom Waits. Mejor quiz¨¢ imaginarse a Randy Newman en la banda sonora de alguna pel¨ªcula de Rossellini o De Sica. Juega con onomatopeyas (¡°chips chips, dadidudidu, chi bum chi bum bum¡¡±), introduce en sus canciones palabras de otros idiomas y, de vez en cuando, recurre al kazoo, el mirlit¨®n, por el que dijo, socarr¨®n, que le gustar¨ªa ser recordado en su epitafio: ¡°Aqu¨ª yace el mejor m¨²sico de kazoo del mundo¡±.
Se considera un alma antigua. Lo cierto es que parece vivir en otro tiempo: el de los a?os veinte del siglo pasado en ciudades como Par¨ªs, Nueva Orleans, N¨¢poles o Buenos Aires. Jazz, tango y chanson. Busca su identidad en aquella d¨¦cada de m¨¢ximo esplendor para las vanguardias art¨ªsticas. Y en las viejas salas de baile provincianas, que recib¨ªan con fervor los ritmos llegados de los tr¨®picos. Con Razmataz (2000) cumpli¨® su sue?o de escribir una comedia musical: cont¨® el encuentro, en el Par¨ªs de entreguerras, de la joven m¨²sica negra de Estados Unidos con una vieja Europa fascinada entonces por la negritud y el exotismo. ?l mismo se encarg¨® de dibujar las ilustraciones del libreto.
Canta al europeo com¨²n, al hombre perdido y herido de melancol¨ªa. En realidad est¨¢ hablando de s¨ª mismo. En todos estos a?os no ha cambiado de lenguaje. Si acaso var¨ªa las orquestaciones de sus cl¨¢sicos o a?ade instrumentos en las nuevas canciones. Lo confes¨® en una entrevista para Babelia: ¡°Soy un hombre del siglo XX y sigo el sentido de lo moderno, no lo actual¡±.
Babelia
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