La estrategia del mejill¨®n
El artista belga Marcel Broodthaers sale reforzado como uno de los creadores m¨¢s influyentes del siglo XX en la exposici¨®n que le dedica el Museo Reina Sof¨ªa
Dos argonautas belgas andan sueltos por el campo gravitatorio del arte alterando las propiedades de los museos y el comportamiento de los seres que los visitan. El primero, Ren¨¦ Magritte (1898-1967), protagoniza desde hace unas semanas la gran exposici¨®n de oto?o en el Centro Pompidou de Par¨ªs (Ceci n¡¯est pas une pipe); el segundo es Marcel Broodthaers (1924-1976) (esto es, Una retrospectiva) en el Reina Sof¨ªa. Ambos componen una sociedad secreta de artistas (con el jugador de ajedrez Marcel Duchamp) cuya influencia lleg¨® a ser temible dentro de los movimientos est¨¦ticos de la segunda mitad de siglo. No es casualidad que estas dos figuras de fama patriarcal coincidan en el tiempo para poner una lente progresiva sobre nuestra ¨¦poca de agotadora prolijidad art¨ªstica, con los museos altamente estilizados y conmodificados y los p¨²blicos que ya han visto de todo: el Jard¨ªn de las delicias (El Prado) como un enjambre de almas/consumidores, un urinario recubierto de oro en el Guggenheim de Nueva York (Maurizio Cattelan) o un grupo de individuos gaseados dentro de una antigua sinagoga en Stommeln (Santiago Sierra).
Poco antes de su muerte, el mismo d¨ªa que cumpli¨® 52 a?os, Broodthaers dej¨® escrito: ¡°Mi esposa [Maria Gilissen] es la ¨²nica persona autorizada para hacer las piezas ¨²nicas completas con ayuda de aficionados preparados¡±. El aficionado preparado es ahora el director del Reina Sof¨ªa, Manuel Borja-Villel (?avatar de M.?B.?), profundo conocedor de su obra y comisario, junto a Christophe Cherix, de la retrospectiva del MOMA (inaugurada hace unos meses considerablemente m¨¢s reducida) que tendr¨¢ su estaci¨®n terminal en el ?Kunstsammlung de D¨¹sseldorf, ciudad donde Broodthaers vivi¨® los ¨²ltimos a?os de su vida. La muestra es simp¨¢tica y a la vez intencionada, como no pod¨ªa ser de otra forma en el marco de este Reina Sof¨ªa, y despliega una telara?a de s¨ªmbolos, como una alegor¨ªa a gran escala que amablemente pide ser descifrada por el espectador. M¨¢s de 300 obras servir¨¢n para pacificar, al menos provisionalmente, a un poeta idealista que ten¨ªa la melancol¨ªa de un perro filos¨®fico y cuya honradez y radicalismo nacieron de un sentimiento de sentirse ajeno. Fue un artista de artistas, comisario de comisarios y padre involuntario de la corriente de la cr¨ªtica institucional. Su obra nunca fue mod¨¦lica, al contrario, quiso ir contra todos, y sin embargo la formalizaci¨®n de sus ideas ha tenido gran influencia a partir de los ochenta en los dispositivos, especialmente el cine y los ambientes y decorados, que posteriormente se llamaron instalaciones.
M. B. (as¨ª firmaba) ten¨ªa una impronta tan reconocible como la de Picasso en un Citro?n. Fue un artista extraordinariamente fecundo que en poco m¨¢s de diez a?os cre¨® una m¨¦lange de obras en todos los formatos imaginables: poes¨ªa, libros-objeto, lienzos fotogr¨¢ficos, dibujos, cine, esculturas, instalaciones y performances. La primera estrategia que emple¨® para criticar el estatus de la obra de arte como objeto de especulaci¨®n fue en 1963, cuando decidi¨® completar su obra como poeta trabajando como artista visual. Para ello, reuni¨® los ¨²ltimos ejemplares de un volumen reciente de su poes¨ªa, los cubri¨® parcialmente con una masa de yeso y declar¨® que aquello era una escultura. La obra, titulada Pense-B¨ºte (1964), era un poemario imposible dedicado a las formas m¨¢s bajas del mundo animal, como los moluscos, las medusas o las serpientes. La segunda tiene que ver con el museo como instituci¨®n normalizadora y a la vez elemento integral de la esfera p¨²blica burguesa que parodiar¨ªa en sus peculiares taxonom¨ªas de objetos presentados como figuras o decorados. En 1968 Broodthaers cre¨® el Mus¨¦e d¡¯Art Moderne. D¨¦partement des Aigles, donde reuni¨® una gran variedad de figuras de ¨¢guila identificables como insignia o logo, e inmediatamente se autonombr¨® director y administrador. Se clausur¨® en 1972 tras su presentaci¨®n en la Kunsthalle de D¨¹sseldorf y en la Documenta de Kassel. Durante esos cuatro a?os el museo tuvo 12 secuelas, fue su Capilla Sixtina, s¨ªmbolo de la creaci¨®n y ca¨ªda de la obra de arte.
El trabajo de Broodthaers fue un continuum, como las pel¨ªculas de Buster Keaton o la poes¨ªa de Mallarm¨¦, que el artista comenz¨® a leer en 1945 gracias a Magritte, quien le regal¨® un ejemplar de Un coup de d¨¦s. Sus obras entrelazan arte, pol¨ªtica y econom¨ªa, y se mueven en una diseminaci¨®n de formatos que llegan incluso a los dispositivos del montaje: p¨¢ginas de cat¨¢logo, cartelas, vitrinas, herramientas de embalaje, documentos de administraci¨®n y, finalmente, el lugar del comisario, artista y coleccionista reunidos en una persona.
Fue un artista de artistas, comisario de comisarios y padre involuntario de la corriente de la cr¨ªtica institucional
Una tensi¨®n dial¨¦ctica une lenguaje, cine, exposici¨®n y cr¨ªtica, como una v¨ªa para combatir las ilusiones y enga?os que rodean la experiencia emancipatoria de la obra de arte, incluida la de los artistas conceptuales, los nouveaux r¨¦alistes, el minimal y el pop, de los que se distanci¨® por creer que no hab¨ªan sido capaces de trascender los marcos institucionales, c¨®modos refugios. Broodthaers critic¨® la cultura del espect¨¢culo con el espect¨¢culo del cine, aunque el suyo fuera una sencilla pintura en blanco y negro, una tela en movimiento.
La muestra plantea preguntas, como si se puede exhibir la idea de fracaso de la modernidad en un museo que es repositorio del canon moderno; o c¨®mo un artista del XIX es capaz de sobrevivir en el XX y llegar al XXI como un Dorian Gray, rejuvenecido. La respuesta est¨¢ en el mejill¨®n, el molusco al que Broodthaers dedic¨® una oda por ser el ¨²ltimo eslab¨®n en la escala de riquezas del mar: ¡°Qu¨¦ animal m¨¢s astuto y perfecto, ha evitado el molde de la sociedad y se ha vertido en su propio seno¡±.
El Mus¨¦e d¡¯Art Moderne. D¨¦partement des Aigles fue su Capilla Sixtina, s¨ªmbolo de la creaci¨®n y ca¨ªda de la obra de arte
Mallarm¨¦ dec¨ªa que todo existe para terminar en un libro. Y ¨¦ste es precisamente el mayor logro de una retrospectiva: el cat¨¢logo resume lo que en ella vemos, una pel¨ªcula-libro-objeto para leer.
Marcel Broodthaers. Una retrospectiva. MNCARS. Madrid. Hasta el 9 de enero. Comisarios: Manuel Borja-Villel y Christophe Cherix (MOMA).
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