La ficci¨®n tambi¨¦n duele
El art¨ªculo de V¨ªctor Erice sobre 'Los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida Garc¨ªa Morales', de Elvira Navarro, enciende el debate sobre los l¨ªmites en literatura
"?No me pegues que llevo gafas!¡±, se defendi¨® Francisco Umbral. ¡°?Co?o, qu¨ªtatelas!¡±, le respondi¨® Fernando Qui?ones. Los setenta no hab¨ªan hecho m¨¢s que empezar y Umbral celebraba su llegada con El Giocondo, una novela poblada de gais, lesbianas y bohemios de la noche madrile?a de nombre ficticio y vida muy real: Francisco Rabal, Mar¨ªa Asquerino, Mar¨ªa Rosa Campos¡ Qui?ones se dio por aludido y se present¨® indignado y con ganas de pelea en el Caf¨¦ Gij¨®n. La cosa no lleg¨® a mayores, pero el episodio fue lo suficientemente desagradable como para disuadir al escritor de Mortal y rosa de volver a la tertulia literaria durante una buena temporada.
De hab¨¦rselo pedido, Francisco Candel podr¨ªa haberle dado consejo porque para entonces ya hab¨ªa pasado por eso. Y no en una, sino en varias ocasiones. Los personajes de su libro Donde la ciudad cambia su nombre (1957), sobre la Barcelona de los cincuenta, no se vieron muy favorecidos en la ficci¨®n y se amotinaron para lincharlo. ¡°Con esa novela aprend¨ª que la gente te puede matar por lo que dices en un libro¡±, dijo en una entrevista en este peri¨®dico en 2005 con su habitual gracejo. ¡°Despu¨¦s escrib¨ª ?Dios, la que se arm¨®! contando el esc¨¢ndalo. Y se volvi¨® a cabrear la gente¡±.
La tensi¨®n entre realidad y ficci¨®n est¨¢ en la gen¨¦tica de la literatura, es de hecho la literatura, el motor que ha impulsado a escritores de todos los tiempos a explorar l¨ªmites y alejarse de convencionalismos hist¨®ricos para abrir nuevos horizontes. Con ese carburante han construido su imaginario desde Homero hasta Tolst¨®i pasando por Cervantes y Shakespeare, todas las generaciones de narradores hasta llegar a la actual: de Emmanuel Carr¨¨re a Javier Cercas; de Jos¨¦ Saramago o Martin Amis a Enrique Vila-Matas, Antonio Mu?oz Molina, Justo Navarro, Javier Mar¨ªas, Manuel Vicent o Gustavo Mart¨ªn Garzo. Con mayor o menor acierto, realidad y ficci¨®n se han mezclado siempre. Y nadie suele reparar en ello. Hasta que la literatura hiere m¨¢s all¨¢ del punto final de la novela. Hasta que duele.
Babelia public¨® el pasado s¨¢bado un art¨ªculo del cineasta V¨ªctor Erice en el que acusa a Elvira Navarro de ¡°apoderarse del nombre y apellidos¡± de su exmujer en Los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida Garc¨ªa Morales (Literatura Random House) con ¡°una falsa reivindicaci¨®n¡± de su figura que ¡°no solo banaliza su memoria como escritora, sino ¡ªlo que es peor¡ª su identidad como ser humano¡±. Publicitado como ficci¨®n, el libro no solo toma prestado el nombre real de la autora y su imagen en la portada, incluye tambi¨¦n una especie de bibliograf¨ªa a partir de apariciones de Garc¨ªa Morales en prensa y se inspira en una an¨¦cdota que protagoniz¨® dos meses antes de morir, cuando pidi¨® a un Ayuntamiento del sur de Espa?a 50 euros para poder ir a visitar a su hijo a Madrid. Todo lo dem¨¢s, se insiste en la contraportada, es pura invenci¨®n. ¡°Adelaida Garc¨ªa Morales es el motivo, pero no es la protagonista de mi libro, que son dos cosas distintas¡±, se justific¨® Navarro. ¡°Ella pone en marcha el conflicto de las protagonistas y solo la utilizo como paradigma para reflexionar sobre la precariedad y la construcci¨®n de la identidad¡±, a?adi¨®. ¡°El libro evidencia mi posici¨®n sobre los l¨ªmites entre la realidad y la ficci¨®n¡±, aclara por escrito a este peri¨®dico. ¡°El creador es libre, y en el caso de que se pueda da?ar a terceros, entonces lo importante es que no haya una confusi¨®n sobre lo que es real y lo que es ficci¨®n. Por otra parte, una persona real que haya gozado de fama no deja de ser en cierto modo una construcci¨®n de los medios, es decir, una ficci¨®n¡±.
Milena Busquets: ¡°Cuando escribo soy ego¨ªsta y mentirosa, lo ¨²nico que me importa es que el texto sea lo mejor posible¡±
Erice alud¨ªa precisamente en su art¨ªculo al da?o a terceros, en este caso la familia y amigos de la escritora ¡ªa quienes no se consult¨®¡ª, y defend¨ªa tajante que ¡°no hay literatura inocente¡±. Dec¨ªa Oscar Wilde que ¡°no existen m¨¢s que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo¡±, pero ?debe el escritor imponerse l¨ªmites cuando juega con realidad y ficci¨®n para no herir a las personas que ha convertido en personajes? ?Vale todo en creaci¨®n literaria? ?Hasta qu¨¦ punto es l¨ªcito emplear el nombre propio de una persona e inventar una vida que no se ha investigado?
'Nada' puso a prueba el v¨ªnculo entre Carmen Laforet y su familia, que se distanci¨® de ella al sentirse mal retratada
¡°El libro de Navarro pertenece a esa tradici¨®n de obras que se preguntan por qu¨¦ un autor de ¨¦xito es borrado del mapa. Es necesario que Adelaida Garc¨ªa Morales, s¨ªmbolo de la Transici¨®n y de la dificultad de ser escritora, salga en el t¨ªtulo porque es la persona a la que se quiere reivindicar¡±, dice Carlos Pardo, escritor y cr¨ªtico en este peri¨®dico. ¡°Nadie pidi¨® a M?rike en su Mozart de camino a Praga ni a B¨¹chner en la obra maestra Lenz que se documentaran ni preguntaran a la familia. Creo que se est¨¢ juzgando el libro como si fuera una biograf¨ªa oficial o periodismo. Hay un miedo a la literatura, hay un criterio puritano muy arraigado que se da desde Plat¨®n hasta hoy que viene a decir que la literatura es mentira y por eso no debe existir. Y la literatura m¨¢s f¨¦rtil es la que m¨¢s juega al equ¨ªvoco entre realidad y ficci¨®n. La literatura trabaja donde se detiene la historia¡±.
El debate es m¨¢s pertinente que nunca si, como dice Anna Caball¨¦, profesora de Literatura Espa?ola en la Universidad de Barcelona y cr¨ªtica en EL PA?S, ¡°la ficci¨®n ha entrado a saco en la vida de la gente¡±. Legalmente, el derecho a la creaci¨®n literaria est¨¢ protegido por la Constituci¨®n, que deja claro que toda invenci¨®n es l¨ªcita siempre y cuando no viole ¡°el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protecci¨®n de la juventud y de la infancia¡±. Ahora bien, esa frontera no deja de ser resbaladiza porque ¡°la creaci¨®n no es un acta notarial¡±, a?ade la especialista, ¡°y los l¨ªmites entre lo que puede escribirse y lo que no son muy abiertos y confusos y movedizos en funci¨®n de la ¨¦poca y por tanto del umbral de tolerancia moral en el que se vive. Pero digamos que existe una ¨¦tica literaria, un sentido de la nobleza a la hora de escribir sobre los otros¡±.
¡°Veo bien que haya debate¡±, dice la editora de Salamandra, ¡°y que no publiquemos sin pensar empujados por Internet¡±
¡°Para m¨ª el l¨ªmite est¨¢ en no hacer da?o a terceros¡±, dice Herman Koch, autor de Estimado se?or M. (Salamandra), una novela que reflexiona precisamente sobre el complejo matrimonio realidad-ficci¨®n a trav¨¦s de un joven que aguarda 40 a?os para vengarse del escritor que recre¨® a su manera un asesinato y decidi¨® incriminarlo. ¡°El ¨²nico l¨ªmite de un escritor es su propio talento¡±, disiente Milena Busquets. ¡°Cuando escribo soy ego¨ªsta y mentirosa, lo ¨²nico que me importa es que el texto sea lo mejor posible. Solo doy a leer mis textos a mi agente y a mi editor, el ¨²nico juicio que me importa es el literario¡±.
Strauss-Khan gan¨® 50.000 euros en un juicio contra Marcela Iacub que narr¨® la relaci¨®n entre ambos. Lo apod¨® Cerdo
Busquets public¨® el a?o pasado Tambi¨¦n esto pasar¨¢ (Anagrama), una novela sobre la p¨¦rdida de su madre, la reputada editora Esther Tusquets, donde los personajes se esconden tras nombres falsos. ¡°Los cambi¨¦ porque quer¨ªa poder no ce?irme solo a la realidad, de hecho en la novela hay personajes y situaciones absolutamente inventados¡±. Su t¨ªa Eva Blanch la emul¨® hace unos meses con Coraz¨®n amarillo sangre azul (Tusquets), ficci¨®n en la que Enma es su cu?ada Esther Tusquets, y Ginebra, ella, su sobrina Milena, que dice no haber le¨ªdo el libro. ¡°Una novela cuyo objetivo es no ofender a nadie no puede ir bien¡±, sentencia Blanch. ¡°Al escribir hay que ausentarse del mundo real e inventarse uno propio. Desconectar de la realidad. Los personajes reales que han servido de inspiraci¨®n se alejan, los literarios crecen¡±, apunta Blanch. ¡°Todo artista se alimenta de lo que vive. Si haces da?o a alguien a quien quieres, eres el primero en pagar las consecuencias. Si el libro no est¨¢ bien, ser¨¢ un desastre y no habr¨¢ valido la pena. Pero si el libro est¨¢ bien y tu relaci¨®n con esa persona es fuerte y aguanta el golpe, s¨ª. Una amiga me dijo hace poco: ¡®Cuando una familia se entera de que un pariente es escritor hace bien en asustarse. ?Se les ha colado un traidor!¡±.
El roce de la narrativa con la vida
Anna Caball¨¦.?"Los escritores sufren y han sufrido el roce de la obra con la vida real. La cuesti¨®n es: de aquella inspiraci¨®n ha surgido una obra literaria que tiene algo que decir, una interpretaci¨®n que ofrecer, una mirada nueva, un trabajo propio, o bien dispongo de una m¨¢s o menos anecd¨®tica informaci¨®n y la exploto en una novela".
Eva Blanch.?"Creo que en todo g¨¦nero hay unas reglas, pero salt¨¢rselas puede ser de lo m¨¢s excitante y productivo. El g¨¦nero novel¨ªstico se est¨¢ expandiendo (los novelistas franceses Carr¨¨re, Houellebecq, Fr¨¦d¨¦ric Beigbeder, un escritor hiperdocumentado que se atreve a fabularlo todo). Quiz¨¢ lo que haya que valorar [en un libro] sea el resultado, la fuerza de los personajes (?aunque no fueran exactamente como lo cuentan?), una extra?a mezcla de talento y honestidad. ?Honestidad? Pues tampoco lo s¨¦".
Carlos Pardo.?"El l¨ªmite de la literatura es la obligaci¨®n de narrar lo posible, es llegar m¨¢s lejos de donde llega la historia y convertir lo posible en algo que formule preguntas. ?El l¨ªmite cuando una persona es real? Est¨¢ en la difamaci¨®n, pero eso no lo digo yo, lo dice la Constituci¨®n. ?El l¨ªmite en la literatura? Est¨¢ en el talento".
Elvira Navarro.?"No hay una frontera clara entre la realidad y la ficci¨®n. No hay que olvidar que la realidad misma son muchos relatos, o, lo que es lo mismo, muchas ficciones en pugna, que se legitiman y se deslegitiman por los miembros de una comunidad. Quiero apuntar con esto a que incluso lo que llamamos realidad es algo sumamente resbaladizo".
Herman Koch.?"Cuando uso nombres reales o personajes muy f¨¢cilmente reconocibles en personas reales trato de que ellos tambi¨¦n puedan re¨ªrse un poco, igual que los lectores y yo como escritor. Escrib¨ª una vez una novela sobre mi colegio en la que puse todos los nombres de los profesores reales. Eso s¨ª fue para hacer da?o, pero fue una excepci¨®n. La venganza est¨¢ en el centro de los libros que acaban en litigios, es el principal motivo, y con los litigios siempre hay que tener cuidado: el libro se vender¨¢ casi siempre mejor".
Nada puso a prueba la solidez de los lazos de Carmen Laforet y su familia, que se distanci¨® de ella al sentirse mal retratada en esta novela que supuso un revulsivo en la literatura espa?ola de la posguerra, pero que tambi¨¦n coart¨® la libertad de la autora, a quien su marido, Manuel Cerezales, le lleg¨® a imponer la prohibici¨®n de escribir sobre su vida en pareja al separarse. En este caso, el conflicto qued¨® en casa. En otros, los trapos sucios se han lavado en los tribunales. El poeta, editor y senador Carlos Barral, por ejemplo, fue procesado por el Supremo por injurias a Francisco Garc¨ªa Guill¨¦n en Pen¨²ltimos castigos, y el controvertido exdirector del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn gan¨® en 2013 la jugosa cifra de 50.000 euros en un juicio contra Marcela Iacub por su papel estelar en La bella y la bestia. Kahn no sal¨ªa mentado por su nombre en el libro en el que la ensayista narraba la relaci¨®n con su antiguo amante, pero se reconoci¨® en un personaje: Cochon (cerdo).
Javier Cercas ¡ªautor de El impostor y Anatom¨ªa de un instante¡ª, maestro en Espa?a del juego realidad-ficci¨®n, tambi¨¦n ha pasado lo suyo. Su celebrada Soldados de Salamina, sobre el fusilamiento fallido de Rafael S¨¢nchez Mazas, en la que aparecen como personajes los escritores Andr¨¦s Trapiello y Roberto Bola?o, le condujo al banquillo de los acusados. Curiosamente, el ¨²nico personaje inventado de toda la narraci¨®n, la pitonisa de la televisi¨®n local de Girona, se le rebel¨®. Pilar Abel, la mujer real en la que afirma no haberse inspirado y que present¨® una demanda de paternidad para ser reconocida como hija de Salvador Dal¨ª, le llev¨® a juicio por injurias y calumnias. Cercas fue absuelto en 2006. La juez consider¨® que el personaje de ficci¨®n no pod¨ªa identificarse con la mujer de carne y hueso. Pero el da?o estaba hecho. Peor lo pas¨® a¨²n en 2011 cuando el periodista Arcadi Espada, con quien manten¨ªa una pol¨¦mica sobre el uso de la ficci¨®n, public¨® en una columna de opini¨®n la falsa noticia de que Cercas hab¨ªa sido detenido en Madrid en una redada contra una red de prostituci¨®n infantil. ¡°No doy cr¨¦dito¡±, dijo entonces. ¡°Esto no es humor, es una calumnia¡±.
Desde entonces, el escritor est¨¢ retirado del debate p¨²blico entre realidad y ficci¨®n. Quedan, eso s¨ª, sus declaraciones pasadas: ¡°Cada novela, cada libro crea sus propias reglas y l¨ªmites. Tolst¨®i no le pidi¨® permiso a Napole¨®n Bonaparte para meterlo en Guerra y paz, Shakespeare mete todo lo que quiere¡ Lo que pasa es que se puede hacer bien o mal. La perversidad moral es un resultado de la perversidad formal¡±. Quedan tambi¨¦n sus libros para iluminar la pol¨¦mica desatada tras la publicaci¨®n del art¨ªculo de V¨ªctor Erice, que reivindica tambi¨¦n el poder redentor de la literatura y abre una ventana para detenerse a analizar desde otro ¨¢ngulo las novedades de las librer¨ªas, f¨ªsicas y virtuales, plagadas de t¨ªtulos que desaf¨ªan todo l¨ªmite.
En ellas coinciden ahora, por ejemplo, Basada en hechos reales (Anagrama), de la escritora francesa Delphine de Vigan, que inventa una especie de doble para plantear la eterna pregunta sobre d¨®nde termina la realidad y empieza la ficci¨®n, y El ruido del tiempo (Anagrama), obra de Julian Barnes sobre el c¨¦lebre compositor Dmitri Shostak¨®vich y su relaci¨®n con Stalin. Y la pr¨®xima semana llegar¨¢ Laurent Binet, premio Goncourt con su primera novela, HHhH, que se atreve ahora con La s¨¦ptima funci¨®n del lenguaje, una f¨¢bula sobre el poder de las palabras que relata el asesinato ficticio del gran semi¨®logo franc¨¦s Roland Barthes. Estos t¨ªtulos, como Los ¨²ltimos d¨ªas de Adelaida Garc¨ªa Morales, son tambi¨¦n carne de pol¨¦mica. O quiz¨¢ no. Porque, como dice Caball¨¦, si los libros de Blanch y Navarro ¡°han encendido algunas luces rojas¡± es porque ¡°ambas disponen de una escena potente: Esther Tusquets present¨¢ndose en casa de su hermano Oscar Tusquets con sus perras dispuesta a morir all¨ª, o bien Garc¨ªa Morales pidiendo que una entidad p¨²blica le pague un billete de autob¨²s. A las autoras¡±, prosigue, ¡°les ha parecido que con esto era suficiente para armar un libro. Pero la literatura no es eso. Hemingway expres¨® muy bien el alcance de la literatura en Muerte en la tarde: ¡®Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar cosas que conoce, y el lector, si el escritor escribe con suficiente verdad, tendr¨¢ de estas cosas una sensaci¨®n tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado¡±. Y en los casos antes citados, contin¨²a, ¡°hay un uso espurio de un personaje real y que no por el hecho de que la persona no viva carece de un derecho de memoria¡±.
Enrique Murillo fue editor de Adelaida Garc¨ªa Morales y tiene en su poder el ¨²ltimo libro de la escritora, Cr¨®nicas del desamparo, y dos cosas muy claras. Primero, que cuando llegue el momento de publicarlo hablar¨¢ con su familia porque ha pasado tanto tiempo desde que ella se lo envi¨® que no se considera con el derecho a pasar por alto su opini¨®n. La segunda cosa que tiene clara es que, si le hubiese llegado a ¨¦l el manuscrito de Elvira Navarro y le hubiese gustado, ¡°habr¨ªa decidido publicarlo¡±. Eso s¨ª, ¡°no hubiera parado¡±, dice, ¡°hasta convencerla de que era un error poner ese t¨ªtulo por muy comercial que fuera, que lo es como ya se ha notado¡±. ?Cu¨¢nto ha vendido? Es una inc¨®gnita. Literatura Random House, que ha rehusado participar en este reportaje, no da cifras. ¡°Es¡±, dicen, ¡°una pol¨ªtica de Bertelsmann¡±, el grupo al que pertenece.
Las editoriales se enfrentan, generalmente, con cautela al fen¨®meno. ¡°Es complicad¨ªsimo para nosotros porque ficci¨®n y no ficci¨®n est¨¢n cada vez m¨¢s entrelazadas y muchas veces no sabes d¨®nde te encuentras¡±, dice Sigrid Kraus, editora de Salamandra. Y cita Ante todo no hagas da?o, del neurocirujano Henry Marsh, que cuenta historias reales de operaciones que ha practicado a lo largo de su carrera con una narrativa que f¨¢cilmente podr¨ªa confundirse con la ficci¨®n. ¡°Yo creo que siempre hay que preguntar a los aludidos y que se ha de respetar su opini¨®n¡±. El debate se le plante¨® en su vida personal ante un libro que revelaba el pasado de su abuelo. Hubo un familiar que no quiso que se publicara, as¨ª que se hizo exclusivamente para la familia.
Salamandra trabaja solo con traducciones y prudencia cuando las obras les sit¨²an en terreno minado. Kraus cuenta el dilema que se les ha planteado con Historia de la violencia, de ?douard Louis, que ver¨¢ la luz en 2017. El autor franc¨¦s fue v¨ªctima de una violaci¨®n y da en el libro informaci¨®n sobre el agresor, quien le demand¨® en su pa¨ªs. La editora de la saga Harry Potter traslad¨® su dilema al abogado, que concluy¨® que no hab¨ªa problema en publicar el libro porque los datos eran vagos y hac¨ªan inviable la identificaci¨®n del violador. ¡°Me parece bien que haya debate para que no publiquemos sin pensar¡±, se?ala Kraus. ?Se publica sin pensar? ¡°Internet nos est¨¢ haciendo da?o a todos, lo mismo a las editoriales que a los medios, y a veces nos lanzamos sin parar a reflexionar¡±. Es entonces cuando existe el riesgo de que la literatura duela. Y nadie est¨¢ a salvo. Koch est¨¢ escribiendo un libro sobre un alcalde de ?msterdam figurado. ¡°Como personajes secundarios aparecen Fran?oise Hollande, Barack Obama y Bill Clinton¡±, dice. ¡°Pero creo que es mejor no avisarles¡±.
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