Tuiteo, luego existo
En 2013, el semi¨®logo italiano escribi¨® un art¨ªculo muy ir¨®nico sobre Twitter. Ahora se publica en el volumen 'De la estupidez a la locura' (Lumen)
Los tel¨¦fonos m¨®viles, los libros de papel, las redes sociales, la pol¨ªtica en Italia o el 11-M en Espa?a son algunos de los asuntos que Umberto Eco, fallecido en febrero pasado, abord¨® en sus art¨ªculos de prensa. La semana que viene Lumen publica una recopilaci¨®n de esos textos con el t¨ªtulo De la estupidez a la locura. C¨®mo vivir en un mundo sin rumbo, traducido por Helena Lozano Miralles y Maria Pons Irazaz¨¢bal. El volumen es un diagn¨®stico de la sociedad actual y un retrato del Eco m¨¢s esc¨¦ptico respecto a las nuevas tecnolog¨ªas.
Yo no estoy en Twitter ni en Facebook. La Constituci¨®n me lo permite. Pero obviamente en Twitter existe una direcci¨®n m¨ªa falsa, como parece que tambi¨¦n la hay de Casaleggio. En cierta ocasi¨®n me encontr¨¦ con una se?ora que con una mirada llena de agradecimiento me comunic¨® que me segu¨ªa siempre en Twitter y que algunas veces hab¨ªa intercambiado mensajes conmigo con gran provecho intelectual. Intent¨¦ explicarle que se trataba de un falso yo, pero me mir¨® como si le estuviera diciendo que yo no era yo. Si estaba en Twitter, exist¨ªa. Tuiteo ergo sum. No me preocup¨¦ de convencerla porque, fuera lo que fuese lo que la se?ora pudiera pensar de m¨ª (y si estaba tan contenta era porque el falso Eco le dec¨ªa cosas con las que estaba de acuerdo), la cosa no cambiar¨ªa la historia de Italia, y tampoco la del mundo, y ni siquiera cambiar¨ªa mi historia personal. Hace un tiempo, recib¨ªa regularmente por correo enormes dossieres de otra se?ora que afirmaba haberlos enviado al presidente de la Rep¨²blica y a otros personajes ilustres para denunciar que la persegu¨ªan, y me los enviaba a m¨ª para que los examinara porque, seg¨²n afirmaba, todas las semanas en esta columna sal¨ªa a defenderla. De modo que cualquier cosa que yo escribiera la entend¨ªa referida a su problema personal. Nunca la desment¨ª porque habr¨ªa sido in¨²til, y esa paranoia tan peculiar no cambiar¨ªa la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo. Con el tiempo, y al ver que no recib¨ªa respuesta, por supuesto dirigi¨® su atenci¨®n hacia otra persona cualquiera, y no s¨¦ a qui¨¦n debe estar atormentando ahora. La irrelevancia de las opiniones expresadas en Twitter es que habla todo el mundo, y entre este todo el mundo hay quien tiene fe en las apariciones de la Virgen de Medjugorje, quien va al quiromante, quien est¨¢ convencido de que el 11 de septiembre fue una trama jud¨ªa y quien cree en Dan Brown. Siempre me han fascinado los mensajes de Twitter que aparecen en la pantalla en los programas de Telese y Porro. Dicen de todo y m¨¢s, cada uno lo contrario del otro, y en conjunto no transmiten la idea de lo que piensa la gente sino solo de lo que dicen algunos pensadores sin ton ni son.
Twitter es como el bar Sport de cualquier pueblo o suburbio. Habla el tonto del pueblo, el peque?o terrateniente que cree que le persigue Hacienda, el m¨¦dico amargado porque no le han dado la c¨¢tedra de anatom¨ªa comparada en la gran universidad, el que est¨¢ de paso y se ha tomado ya muchas copitas de grapa, el camionero que habla de prostitutas fabulosas en la v¨ªa de circunvalaci¨®n, y (a veces) el que expone opiniones sensatas. Sin embargo, todo se acaba aqu¨ª, las charlas de bar nunca han cambiado la pol¨ªtica internacional y solo preocupaban al fascismo, que prohib¨ªa hacer discursos de alta estrategia en el bar, pero en conjunto lo que piensa la mayor¨ªa de la gente es solo ese dato estad¨ªstico que aparece en el momento en que, tras haber hecho las oportunas reflexiones, se vota, y se vota teniendo en cuenta las opiniones expresadas por alg¨²n otro, olvidando lo que se ha dicho en el bar. De modo que el cielo de Internet lo surcan opiniones irrelevantes, porque adem¨¢s, si bien se pueden expresar ideas geniales en menos de ciento cuarenta caracteres (como ?Ama a tu pr¨®jimo como a ti mismo?), para escribir La riqueza de las naciones de Adam Smith se necesitan m¨¢s, y tal vez m¨¢s a¨²n para aclarar qu¨¦ significa E = mc2.
Y si esto es as¨ª, ?por qu¨¦ escriben mensajes en Twitter hombres importantes como Letta, que podr¨ªan simplemente entregarlos a la ANSA, la principal agencia de prensa italiana, y ser¨ªan citados en peri¨®dicos y telediarios, con lo cual llegar¨ªan tambi¨¦n a la mayor¨ªa que no est¨¢ conectada a Internet? ?Y por qu¨¦ el Papa manda escribir a alg¨²n seminarista con contrato temporal en el Vaticano breves res¨²menes de lo que ya ha dicho urbi et orbi delante de millones y millones de telespectadores? Con franqueza, no acabo de entenderlo, alguien debe de haberles convencido de que todo vale con tal de fidelizar a una gran cantidad de usuarios de la Web. Tiene un pase en el caso de Letta y de Bergoglio, pero ?por qu¨¦ usan tambi¨¦n Twitter los se?ores Rossi, Pautasso, Brambilla, Cesaroni y Esposito? Tal vez para sentirse como Letta y el Papa.
[2013]
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