Dylan y los Stones abren una puerta irrepetible a los sesenta
El festival Desert Trip, en California, re¨²ne durante tres d¨ªas a la generaci¨®n que invent¨® el rock
Nada m¨¢s entrar, por la megafon¨ªa sonaban los Kinks, Bowie, Elton John y Hendrix, quiz¨¢ en un elegante reconocimiento de que no est¨¢n todos los que son. Pero nadie puede discutir que la selecci¨®n de seis artistas que se han citado para tocar en medio del desierto personifican la ¨¦poca dorada del rock and roll: el? mito. Lo que queda de ¨¦l, al menos. Bob Dylan, The Rolling Stones, Neil Young, Paul McCartney, The Who y Roger Waters en un mismo escenario, durante tres d¨ªas.
El impacto en el mundo de la m¨²sica con un cartel sin precedentes ya estaba logrado desde el d¨ªa en que se anunci¨® el festival. Ayer viernes, Desert Trip se puso de largo para responder a las expectativas. Un recinto gigantesco, el Empire Polo Club de Indio, en el valle de Coachella, en el desierto de California, es el entorno. Entre el p¨²blico, alrededor de 75.000 personas, se mezclaban las generaciones. En la ¨²ltima d¨¦cada, los conciertos de estas leyendas se han convertido en eventos intergeneracionales, donde hay tanta gente que lleva a sus hijos como gente que lleva a sus padres. Pero en Desert Trip la media de edad es alta. Aqu¨ª ha venido gente que ha crecido con esos m¨²sicos, que ya los ha visto muchas veces. Los veteranos celebraban el evento en s¨ª, la fiesta de la m¨²sica de su vida, m¨¢s que la oportunidad de ver a estos artistas.
Pasadas las siete de la tarde, Bob Dylan, de 75 a?os, subi¨® al escenario con traje negro y sombrero blanco. Dylan fue ese Dylan que a sus fans les parece muy aut¨¦ntico y, a los dem¨¢s, pues no tanto. En un recinto donde la gente hab¨ªa pagado un dineral por vivir una experiencia supuestamente irrepetible, esa actitud de que le importa un carajo si el p¨²blico se lo pasa bien o no levant¨® una barrera de frialdad. Adem¨¢s, durante m¨¢s de la mitad de la actuaci¨®n, las pantallas no mostraron a Dylan. La inmensa mayor¨ªa del p¨²blico no pudo verlo.
Dylan regal¨® una bell¨ªsima It¡¯s All Over Now, Baby Blue. Tambi¨¦n se escucharon suspiros en las gradas con emocionantes versiones de Tangled Up In Blue y Simple Twist Of Fate. No dijo ni buenas tardes, ni hasta luego. Como arranque de un festival, el nombre no pod¨ªa ser m¨¢s potente. Vicky Cisneros, de 56 a?os, que hab¨ªa venido de Texas con seis amigos y sigue a Dylan desde hace 40 a?os, disfrut¨® hasta las l¨¢grimas. Musicalmente fue magn¨ªfico. Pero la actitud que en otro ambiente es una marca de la casa que su p¨²blico padece con gusto, en Desert Trip result¨® inc¨®modamente fr¨ªa para la mayor¨ªa.
Una hora despu¨¦s de terminar Dylan, el fraseo de guitarra de Start Me Up anunciaba que la noche empezaba otra vez. The Rolling Stones ofrecieron dos horas del espect¨¢culo de grandes ¨¦xitos con el que dan la vuelta al mundo desde hace d¨¦cadas y que sigue siendo arrollador. ¡°Llevamos haciendo m¨²sica m¨¢s de 50 a?os y es incre¨ªble que sig¨¢is viniendo a vernos¡±, dijo Jagger. En cualquiera de las canciones de este s¨¢bado, desde It¡¯s Only Rock And Roll hasta Brown Sugar, la explicaci¨®n era evidente. Tocaron solo una (Ride ¡®em on Down) del nuevo disco que hab¨ªan anunciado el d¨ªa anterior.
¡°No vamos a hacer bromas sobre viejos¡±, prometi¨® Jagger tras saludar al p¨²blico. ¡°Bienvenidos a la casa de retiro de Palm Springs para distinguidos m¨²sicos ingleses¡±. El soberbio espect¨¢culo de los Stones encendi¨® el festival, record¨® a todo el mundo a qu¨¦ hab¨ªan ido a este lugar del desierto, y levant¨® de sus asientos a los m¨¢s recalcitrantes. Para el archivo de momentos irrepetibles, tocaron Come Together, de The Beatles. Ese era el esp¨ªritu. Una persona del s¨¦quito de los Stones asegur¨® a los periodistas que hab¨ªan intentado montar un n¨²mero conjunto con Dylan, pero el genio no estaba de humor. Una monumental traca final con You Can¡¯t Always Get What You Want, Jumpin¡¯ Jack Flash y Satisfaction mand¨® a sus hoteles a un p¨²blico que el s¨¢bado volver¨ªa para ver a Neil Young y Paul McCartney.
Entre los veteranos que han venido a celebrar el legado musical de su generaci¨®n, Cynthia Stern aportaba la visi¨®n de alguien de 25 a?os. ¡°Es la ¨²ltima oportunidad de tener una idea de c¨®mo fue aquello. Los mayores tuvieron esta experiencia en los sesenta¡±. Para ella es un viaje en el tiempo, a un festival de cuando se invent¨® esto del rock and roll, cuando estos artistas no eran leyendas, sino simplemente los grupos de moda. La puerta para viajar a los sesenta se abre este fin de semana y el que viene. Quiz¨¢, como reconocen todos en este festival, para cerrarse despu¨¦s para siempre.
"Esto es para jubilados con pasta"
Katheleen Tillman, de 60 a?os, hab¨ªa venido a Desert Trip con dos amigas desde Idaho. Se hab¨ªan gastado, hasta el viernes, unos 3.000 d¨®lares (unos 2.700 euros) cada una en la aventura. ¡°Por supuesto¡±, contestaba a la pregunta de si este es un festival para gente adinerada. ¡°Lo hacen para una generaci¨®n que tiene dinero y se est¨¢ jubilando. El promotor de esto es un genio¡±. La entrada m¨¢s barata para los tres d¨ªas costaba 435 d¨®lares (388 euros) . La m¨¢s cara, 1.600. A esto hay que sumar que el Empire Polo Club, el recinto del festival de Coachella, est¨¢ en medio de la nada. Hace falta transporte hasta el lugar de ida y vuelta. Los hoteles de la zona han disparado sus precios hasta m¨¢s de 200 d¨®lares (178 euros) la noche por la habitaci¨®n m¨¢s cutre. En general, una estimaci¨®n conservadora es que no se puede acudir a este evento por menos de 1.500 d¨®lares (1.339 euros) de presupuesto. Eso suponiendo que llegas hasta el desierto en coche. Pero el viernes se escuchaban toda clase de idiomas en las gradas. Los hermanos Mart¨ªn y Jos¨¦ Antonio Majluf, con sus amigos Manuel Aquino y Fernando Balbuena, hab¨ªan venido desde Lima (Per¨²). Aterrizaron el mismo viernes por la ma?ana en Los ?ngeles. La aventura les hab¨ªa salido por unos 2.500 d¨®lares a cada uno. Y eso que ya hab¨ªan visto a los Stones en la capital peruana este a?o.
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