En las entra?as del mal
Impactante montaje de 'Macbeth', de Verdi, en el Liceo
Al director de escena Christof Loy le encanta diseccionar el alma de los personajes con la precisi¨®n de un cirujano. No siempre se entiende lo que hace, pues suele envolver la acci¨®n oper¨ªstica con lecturas psicoanal¨ªticas que, sin manual de instrucciones, complican la vida al espectador desprevenido. En su montaje de Macbeth,primera ¨®pera de Giuseppe Verdi sobre un drama de Shakespeare, va directo a las entra?as del mal y traza un surrealista retrato en blanco y negro de las ambiciones, temores y remordimientos de la siniestra pareja protagonista; a¨²n sin entender bien lo que pretende, el espect¨¢culo impacta por su monumental escenograf¨ªa.
Tras el p¨¦simo Otello de la temporada pasada, el Liceo cierra el a?o Shakespeare con esta grandiosa producci¨®n de Macbeth del Gran Teatro de Ginebra, estrenada hace seis a?os y que no se hab¨ªa visto de nuevo hasta su llegada al coliseo barcelon¨¦s. La monumental escenograf¨ªa ¨²nica de Jonas Dahlberg es impresionante; s¨®lo con ver la imponente escalera o la inacabable mesa del brindis de la coronaci¨®n te entra miedo: sabes al instante que en ese lugar se masca la tragedia.
MACBETH
De Verdi. Director de escena: Christof Loy. Director musical: Giampaolo Bisanti. Producci¨®n del Gran Teatro de Ginebra. Liceo. Barcelona, 7 de octubre.
Juega el director de escena alem¨¢n con los contrastes de claros y oscuros, bien iluminados por Bernd Purkrabek, para potenciar los elementos m¨¢s perversos en una lectura del drama de Shakeaspeare de est¨¦tica cinematogr¨¢fica y tintes surrelistas; los fantasmas de Macbeth y su sanguinaria esposa est¨¢n en el interior de sus mentes enfermas de ambici¨®n y poder. Loy mueve los hilos en una ceremonia confusa, pero con escenas de gran fuerza teatral; convertir a las brujas en personal dom¨¦stico de la mansi¨®n victoriana da mucho juego y a?ade carga sexual a los delirios del paranoico Macbeth.
En su deb¨²t liceista, el director italiano Giampaolo Bisanti, de gesto claro y directo, algo que siempre agradece la orquesta, altern¨® episodios de nervio y tensi¨®n con pasajes de trazo grueso y exceso de decibelios. Tanto la orquesta como el coro se mostraron en buena forma, aunque musicalmente falt¨® grandeza verdiana en los fabulosos concertantes.
Algo le pasa al Liceo con Verdi, porque los repartos, a¨²n contando con voces de prestigio internacional, no responen al notab¨ªlisimo nivel que se alcanza en las ¨®peras de Wagner y Strauss. Y en Macbeth las voces no entusiasman: el bar¨ªtono franc¨¦s Ludovic T¨¦zier y la soprano austriaca Martina Serafin son excelentes cantantes en otros repertorios, pero este t¨ªtulo no dan la talla. T¨¦zier canta con un fraseo elegante, pero su voz l¨ªrica, ideal en aguas belcantistas, brilla s¨®lo parcialmente en los d¨²os y va a m¨¢s en su gran aria final; Macbeth, sin embargo, exige m¨¢s intensidad y fuerza dram¨¢tica.
El canto verdiano debe estremecer al espectador y eso solo se consigui¨® a r¨¢fagas, porque tanto T¨¦zier como Serafin se vieron desbordados por las exigencias de sus colosales personajes. El teatro musical de Verdi nace en la fuerza incontenible de la voz y si una Lady Macbeth no da miedo, la cosa no funciona; sin graves consistentes y con agudos gritados, Serafin dej¨® el caracter demon¨ªaco del personaje en tierra de nadie.
No tuvo buena noche el tenor albano Saimir Pirgu ofreciendo un Macduff irrelevante y extra?amente apagado; algo m¨¢s satisfactorio el rendimiento del bajo ucranio Vitalij Kowaljow en el papel de Banco y correctos en sus cometidos, aunque no siempre audibles, el tenor catal¨¢n Albert Casals (Malcolm), la soprano catalana Anna Puche (dama de Lady Macbeth), el bar¨ªtono andorrano Marc Canturri (sirviente/sicario y heraldo) y el bajo alicantino David S¨¢nchez (m¨¦dico).
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