Un poeta con banda
Este art¨ªculo lo estoy escribiendo yo y eso significa que el premio Nobel a Bob Dylan lo celebramos por igual los aficionados a su m¨²sica y los amantes de la literatura
Empecemos por una obviedad: este art¨ªculo lo estoy escribiendo yo y eso significa que el premio Nobel a Bob Dylan lo celebramos por igual los aficionados a su m¨²sica y los amantes de la literatura. Lo mires por donde lo mires, el autor de Knockin¡¯ on Heaven¡¯s Door es un poeta con banda, fue un cantautor que empez¨® su carrera en el caf¨¦ Wha? de Nueva York porque all¨ª era donde iban a beber Jack Kerouac y Allen Ginsberg y un rockero que le puso a su guitarra el nombre de Rimbaud. Sus primeras grabaciones, las de la ¨¦poca de las marchas sobre Washington y la canci¨®n protesta, que cristalizan en su caso en discos memorables como The Freewheelin¡¯ y The Times They Are A-Changing, muestran una influencia notable de las novelas de John Steinbeck, y en especial de Las uvas de la ira; las siguientes, las de los a?os el¨¦ctricos, los que van de Bringing it All back home y Highway 61 Revisited a Blonde on Blonde, tienen mucho que ver con el mundo del poeta visionario William Blake. Y recordemos que lo mismo que para algunos de nosotros sus discos fueron el kil¨®metro cero de nuestra escritura, para ¨¦l todo empez¨® en un libro: Rumbo a la gloria, la autobiograf¨ªa de su ¨ªdolo juvenil, el trovador rojo Woody Guthrie.
Hay canciones que apuntan a los pies y canciones que apuntan a la cabeza, como las de Dylan. La cantidad inaudita de libros que se publican cada a?o con el prop¨®sito de analizarlas, buscar sus claves e interpretar los significados ocultos que puedan esconder, demuestran la fascinaci¨®n y el misterio que llevan provocando a lo largo de casi cinco d¨¦cadas en quienes las oyen, las leen o ambas cosas. Dylan es un intelectual, alguien que no da respuestas sino que propaga dudas, hace pensar, busca con sus textos una explicaci¨®n a eso que llamamos estar vivo. En una entrevista le preguntaron si era feliz y contest¨® que eso nunca hab¨ªa estado entre sus prioridades. En otra, el periodista quiso saber por qu¨¦ nunca paraba de dar conciertos e ir de un lado a otro, haciendo buena aquella frase de Bono, el l¨ªder de U2, seg¨²n la cual todos los lugares del planeta, por remotos que fuesen, se parec¨ªan en que tarde o temprano Dylan ir¨ªa una noche a tocar all¨ª, y el genio hura?o s¨®lo respondi¨®: ¡°?Qu¨¦ hay en casa?¡±.
El Nobel a Bob Dylan no es s¨®lo para ¨¦l, es un reconocimiento tard¨ªo, muy tard¨ªo, a la dignidad literaria de una parte de la m¨²sica popular que ha luchado, justamente, por hacer buena poes¨ªa con las letras de las canciones. Es un galard¨®n que ten¨ªa que ir al m¨¢s grande para empezar, pero que de inmediato pondr¨¢ el foco sobre Leonard Cohen, Tom Waits, Patti Smith o Bruce Springsteen, cuya calidad como escritores les hace merecer cualquier recompensa en ese terreno. Que las comparaciones sean odiosas no significa que no sean un buen sistema de medida, y si le concedieron el Nobel de Literatura a Winston Churchill por sus discursos o el a?o pasado a la periodista rusa Svetlana Alexi¨¦vich por sus art¨ªculos y ensayos, ?c¨®mo no se lo van a dar a Dylan por sus canciones? Aunque tal vez resulte m¨¢s f¨¢cil estar de acuerdo con esa afirmaci¨®n si se mira a lo lejos que si se mira alrededor, le damos a esta cuesti¨®n un enfoque m¨¢s local y nos hacemos una pregunta de andar por casa para comprender el debate que el reconocimiento a Dylan va a hacer estallar en el mundo entero: ?en Espa?a estar¨ªamos preparados para aceptar que le dieran el premio Cervantes a Joaqu¨ªn Sabina o Joan Manuel Serrat?
En mi caso, si as¨ª fuera, iba a decir, salvando todas las distancias, lo mismo que ahora: el premio Nobel de Literatura ha reca¨ªdo este a?o 2016 en un gran poeta que, adem¨¢s, canta. As¨ª es como yo lo veo.
Babelia
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