?Se puede vivir sin religi¨®n?
Yuval Noah Harari, autor del fen¨®meno 'Sapiens', reflexiona sobre el futuro de la humanidad en 'Homo Deus', un libro de prosa inteligente, fresca y libre de prejuicios
Yuval Noah Harari es un joven profesor de Historia que ha escrito dos libros sobre la condici¨®n humana y que ha pillado al mundo acad¨¦mico con el paso cambiado. El primero, titulado Sapiens (m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares en 30 idiomas), despliega una gran narrativa de lo que ha ocurrido hasta ahora. El segundo, titulado Homo Deus, acaba de aparecer en espa?ol y reflexiona sobre lo que puede ocurrir a partir de ahora. ?Se puede decir algo nuevo sobre la historia de la humanidad? ?Se puede decir algo sobre su futuro que la prospectiva cient¨ªfica o la ciencia-ficci¨®n no haya explorado ya? Se puede. Pero para ello se necesita un raro talento que bien podr¨ªamos nombrar como prejuicida. Los juicios de la inteligent¨ªsima prosa de Harari no manan de prejuicios cultivados por sus mayores. Sus argumentos reci¨¦n hechos fluyen frescos como si el autor acabara de aterrizar en el planeta. Dos son las preguntas iniciales. ?Qu¨¦ es un humano? ?Qu¨¦ es la religi¨®n?
Un humano, como cualquier animal, vive en un mundo de objetos f¨ªsicos (rocas, r¨ªos, plantas¡) y de emociones (placer, dolor, euforia, depresi¨®n¡). Un humano, como cualquier animal, tiene un lenguaje para comunicarse con su entorno. Sin embargo, el lenguaje humano es ¨²nico en una cosa: sirve para crear ficciones, cosas que no est¨¢n en los objetos ni de las emociones, como el dinero, los mitos, los dioses¡ ?Y para qu¨¦ sirven las ficciones? Pues nada menos que para cohesionar el¨¢sticamente un colectivo numeroso de individuos. Los leones, los chimpanc¨¦s o los neandertales solo forman colectivos de pocos individuos porque el l¨ªder necesita invertir mucho tiempo y energ¨ªa para actualizar su autoridad. Los insectos sociales s¨ª pueden reunir?se en colectivos homog¨¦neos de millones de individuos, pero de una manera deses?peradamente r¨ªgida. En cambio, un humano solo tiene que montar una buena ficci¨®n (un dios, una bandera o unos colores deportivos) para conseguir, c¨®modamente, una fuerte unidad colectiva. Por su mayor corpulencia y por su mayor cerebro, un neandertal superaba con creces a un sapiens en el combate uno a uno, pero este ¨²ltimo lograba mantener unidos colectivos m¨¢s numerosos gracias a su habilidad para crear mitos, bulos y chismorreos. (La prensa del coraz¨®n tiene ra¨ªces m¨¢s profundas y antiguas de lo que parece). Seg¨²n esta original teor¨ªa alternativa, el neandertal no desapareci¨® por el cambio clim¨¢tico, sino por su incapacidad para contar mentiras.
De aqu¨ª surge una brillante definici¨®n de religi¨®n: todo conjunto de normas para la conducta humana garantizado por una autoridad suprahumana, lo cual a su vez puede lograrse de dos modos: por v¨ªa sobrenatural (una divinidad) o por v¨ªa natural (una ley de la naturaleza). La f¨ªsica cu¨¢ntica no es una religi¨®n porque, aunque se basa en leyes naturales, de ella no se derivan juicios morales o reglas de convivencia. Y el ajedrez tampoco es una religi¨®n porque, aunque dicta reglas que regulan el comportamiento, estas son humanas y las podemos cambiar si hace falta. El gran m¨¦rito de esta definici¨®n extendida es que sirve para releer la historia de la humanidad de punta a punta: religi¨®n es el paganismo griego, religiones son los monote¨ªsmos tradicionales, religi¨®n es el budismo (aunque no hable de dios), el estalinismo, el nazismo o el humanismo liberal. Los faraones dominaron el mundo con sus ficciones durante tres milenios, los papas con las suyas durante m¨¢s de un milenio y el humanismo con las suyas durante dos o tres siglos. Las religiones te¨ªstas ofrecen un paquete compacto y completo de certezas para garantizar la cohesi¨®n colectiva y para calmar el ansia de inmortalidad individual. El mayor descubrimiento de la ciencia ha sido la ignorancia. Pero ha tolerado la emergencia de otros mitos. El crecimiento indefinido por ejemplo es una ficci¨®n de cualquier econom¨ªa moderna que contradice descaradamente el segundo principio de la termodin¨¢mica.
La inmortalidad en el m¨¢s aqu¨ª es el mito para una nueva religi¨®n. Un organismo vivo es un algoritmo y nada impide que este persista indefinidamente. Ni siquiera hace falta ya comprender la realidad. Todo son datos. Un buen sistema de informaci¨®n me conoce mejor desde fuera que yo a m¨ª mismo desde dentro. El humanismo ha muerto, viva el data¨ªsmo. Los datos predicen tormentas, recomiendan tratamientos m¨¦dicos (la doble mastectom¨ªa de Angelina Jolie, por ejemplo), la m¨²sica que me apetece escuchar, Google, que sabe muy bien lo que leo, se anima a proponerme lecturas (de momento con alg¨²n fallo porque me recomienda mis propios libros)¡
?Se puede vivir sin religi¨®n? Quiz¨¢ no, por definici¨®n de humano, por definici¨®n de religi¨®n, porque un colectivo humano sin ficciones quedar¨ªa inerme frente a cualquier otro que se invente un dogma con el que sus creyentes puedan reconocerse y cohesionarse. Ya les pas¨® a los neandertales.
Homo Deus. Breve historia del porvenir. Yuval Noah Harari. Traducci¨®n de Joandom¨¨nec Ros. Debate. Barcelona, 2016. 496 p¨¢ginas. 23,90 euros
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