¡°Los cl¨¢sicos nos ense?aron a hacernos preguntas¡±
Paul Veyne, traductor de Virgilio y autor de numerosos ensayos, reflexiona a los 86 a?os sobre su vida dedicada a los cl¨¢sicos y la vigencia de sus textos
Indignado por la destrucci¨®n de templos y tumbas de Palmira por parte de las huestes yihadistas del Ej¨¦rcito Isl¨¢mico, espeluznado por el asesinato del arque¨®logo Jaled Asaad en el verano de 2015 en el teatro de la ciudad romana, el veterano historiador Paul Veyne (Aix-en-Provence, 1930) decidi¨® escribir un libro sobre una urbe que en la Antig¨¹edad uni¨® Occidente y Oriente como ninguna otra del imperio. En realidad, era una adaptaci¨®n de un cap¨ªtulo de una de sus obras m¨¢s conocidas, El Imperio greco-latino, pero liberado de todo el aparato cr¨ªtico y aligerado para dirigirse a un p¨²blico m¨¢s general. En unos pocos meses, Palmira (que ahora sale en Espa?a en Ariel en traducci¨®n de Carme Castells) vendi¨® 150.000 ejemplares, una cifra in¨¦dita para un libro de historia cl¨¢sica, incluso para un autor tan respetado y conocido como Veyne.
Profesor del Coll¨¨ge de France donde fue compa?ero e ¨ªntimo amigo de Michel Foucault, autor del cap¨ªtulo dedicado a Roma de la Historia de la vida privada con la que George Duby revolucion¨® la forma de mirar al pasado, traductor de la Eneida, Veyne ha publicado a lo largo de su dilatada carrera numerosos ensayos, como?Cre¨ªan los griegos en sus dioses? o El sue?o de Constantino. Cu¨¢ndo el mundo se hizo cristiano. El a?o pasado, sus memorias, Et dans l¡¯¨¦ternit¨¦ je ne m¡¯ennuierai pas (y en la eternidad no me aburrir¨¦), un recorrido por el siglo XX desde sus recuerdos de la II Guerra Mundial hasta su jubilaci¨®n o su amistad con Foucault y Ren¨¦ Char, dieron mucho que hablar y ganaron el premio Femina de ensayo, uno de los m¨¢s prestigiosos de Francia. Ahora vive retirado, en una casa situada en las afueras del pueblo de B¨¦doin, en su Provenza natal, pero el peso de sus 86 a?os no ha disminuido su energ¨ªa. Acaba de publicar en Gallimard un ensayo sobre la Villa de los Misterios de Pompeya y sigue tratando de mantener viva la idea que ha impulsado toda su vida profesional: lo que los cl¨¢sicos nos aportan como sociedad y la forma de mantener viva su herencia.
Pregunta. Emmanuel Carr¨¨re le cita varias veces en su libro sobre San Pablo, El reino, y siempre con enorme respeto. Dice que usted explica que el gran invento del cristiano es el centralismo religioso, que en la Antig¨¹edad los templos eran peque?as iglesias privadas. ?Fue eso lo que hizo tan potente al cristianismo?
Respuesta. Es la ¨²nica religi¨®n del mundo, que yo sepa, que est¨¢ organizada como un Ej¨¦rcito. Tiene un general, el Pont¨ªfice, los obispos, los arzobispos, los sacerdotes. Es una religi¨®n en la que se obedece. El islam sun¨ª no es as¨ª, todo el mundo es soldado. No hay jefes. Por eso, el cristianismo dio un marco muy claro a la poblaci¨®n. Desgraciadamente tengo 86 a?os, pero me hubiera gustado escribir un libro, que habr¨ªa sido el ¨²ltimo, sobre por qu¨¦ esta religi¨®n se organiz¨® como un Ej¨¦rcito y que el principio de autoridad fuera tan fuerte. No lo s¨¦, y que yo sepa nadie se ha planteado la pregunta, pero creo que es una cuesti¨®n muy importante.
P. Una frase suya que cita tambi¨¦n Carr¨¨re es: ¡°El oficio de historiador consiste en darle a la sociedad en la que vive el sentimiento de la relatividad de sus valores¡±. ?Podr¨ªa explicarla?
R. Si se describe correctamente el pasado, si se analiza bien, siempre se demuestra que la gente, incluso en las conductas m¨¢s banales, expresaba ideas, reglas, principios, que no son los actuales.
P. Pese a ese relativismo, ?hay alguna lecci¨®n que podamos tomar del mundo cl¨¢sico?
¡°La intolerancia y el totalitarismo vienen del cristianismo. Eso no exist¨ªa en la Antig¨¹edad¡±
R. Roma y Grecia eran civilizaciones perfectamente refinadas y civilizadas, pero que no tienen nada que ver con nosotros. Bueno, tal vez s¨ª hay una cosa: la costumbre que tienen los griegos y los romanos, que es la misma civilizaci¨®n porque los romanos se convirtieron en griegos, de plantearse preguntas, de reflexionar sobre s¨ª mismos. Ahora mismo nos estamos haciendo preguntas sobre nosotros mismos. Eso prepara al nivel individual la relatividad de la que habl¨¢bamos. Nos preguntamos lo que somos, lo que debemos hacer. El mundo no es evidente, preguntarse sobre nosotros y no dar nada por sentado: eso lo hemos aprendido de los cl¨¢sicos. Incluso los cristianos se preguntaban sobre s¨ª mismos. Eso viene de la Antig¨¹edad, del mundo grecorromano. S¨¦neca se pasa la vida pregunt¨¢ndose lo que hay que ser, lo que hay que hacer.
P. Escribi¨® el libro sobre Palmira por la indignaci¨®n que le caus¨® la destrucci¨®n de varios monumentos. ?Cree que los destruyeron por todo lo que significan para nosotros?
R. Ten¨ªan dos objetivos: el primero, destruir los templos de los viejos dioses y, al mismo tiempo, tambi¨¦n era una forma de mostrarnos que desprecian la gran religi¨®n que nos caracteriza desde hace un siglo: el culto de los monumentos hist¨®ricos.
P. ?Era Palmira especial en el Imperio Romano?
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Fundado por Francisco I en el Renacimiento, el Coll¨¨ge de France (Colegio de Francia) es una instituci¨®n ¨²nica. Depende del presidente de la Rep¨²blica, aunque sus 50 miembros se eligen entre ellos. Una vez que son seleccionados, deber¨¢n pasarse el resto de su carrera investigando y publicando, con la ¨²nica obligaci¨®n de dar una serie de conferencias al a?o. La entrada es totalmente libre. En su novela reci¨¦n editada, La s¨¦ptima funci¨®n del lenguaje, que transcurre entre profesores del Coll¨¨ge y que gira en torno a la muerte de Roland Barthes, Laurent Binet describe las conferencias de Michel Foucault a las que asist¨ªa tanta gente que ocupaban dos aulas: una con gente sentada en todos lados y otra en la que se transmit¨ªa por radio. Una medievalista que estudi¨® en Par¨ªs recordaba tambi¨¦n las conferencias de George Duby en las que se congregaba toda la alta burgues¨ªa parisiense sin dejar casi sitio para los alumnos.
Veyne fue durante dos d¨¦cadas profesor en esta misma instituci¨®n, sobre la que cuenta jugosas an¨¦cdotas en sus memorias, como cuando la gran helenista Jacqueline de Romilly protest¨® tras la elecci¨®n de Barthes asegurando: ¡°?Qui¨¦n ser¨¢ el siguiente, Eddy Merckx?¡±, un ciclista entonces muy famoso. Sin embargo, esa larga experiencia de investigaci¨®n y divulgaci¨®n le ha llevado a reflexionar sobre la forma de que los cl¨¢sicos griegos y latinos sigan vivos en la sociedad y a proponer algunas ideas que pueden parecer extra?as para un latinista como sacar el lat¨ªn del bachillerato.
P. ?Por qu¨¦ a pesar de haber dedicado al lat¨ªn toda su vida considera que es mejor que los alumnos estudien ingl¨¦s en vez de lat¨ªn o griego?
R. Nos obstinamos en ense?ar el lat¨ªn a los ni?os. Cuando terminan son incapaces de articular una frase y, entre nosotros, la profesora tampoco. Lo que tendr¨ªamos que hacer es darles dos horas a la semana, o tres, durante las que les explicar¨ªamos el mundo cl¨¢sico y les har¨ªamos leer a autores como Virgilio en traducciones. Eso les mostrar¨ªa un mundo totalmente diferente del nuestro, una literatura a la que no est¨¢n acostumbrados. Les ense?ar¨ªamos no tanto el lat¨ªn como la civilizaci¨®n grecorromana.
P. ?Pero no correr¨ªamos el riesgo de que al final nadie sepa traducir el lat¨ªn?
R.? Mi segundo proyecto era crear en Francia un instituto de estudios de la Antig¨¹edad. Existe una escuela de lenguas orientales en la que se aprende el ruso, el ¨¢rabe o el persa. Se tratar¨ªa de una escuela de lenguas antiguas, como una carrera, para aquellos que hayan sentido la pasi¨®n por los cl¨¢sicos. Aprender¨ªan el lat¨ªn o el griego. Cada generaci¨®n contar¨ªa con 50 especialistas de la Antig¨¹edad, que escribir¨ªan libros y ser¨ªan capaces de traducir a Virgilio y Homero.
P. ?Qu¨¦ libros de la Antig¨¹edad recomendar¨ªa a un lector no especializado?
R.? Los cl¨¢sicos pueden resultar dif¨ªciles. El Satiric¨®n puede leerlo todo el mundo porque habla de la vida cotidiana. Juvenal, al ser una s¨¢tira, mostraba c¨®mo funcionaba esa sociedad. Para m¨ª los dos grandes escritores romanos son Virgilio y T¨¢cito. Tal vez Horacio, pero es muy dif¨ªcil.
P. ?Cree que las traducciones de cl¨¢sicos hay que rehacerlas?
R. Sin duda, cada generaci¨®n o como m¨¢ximo cada dos generaciones hay que volverlas a hacer, como en las novelas rusas, porque se quedan viejas.
P. ?Por qu¨¦ eligi¨® traducir la Eneida en prosa en vez de en verso?
R. Al traducir la Eneida, lo m¨¢s importante no creo que sea respetar el verso, sino la velocidad de la lectura. No puedo leer novelas contempor¨¢neas, tienen demasiados detalles. La Eneida o la Il¨ªada van muy r¨¢pido.
R. Era un puerto en el desierto como Venecia era un puerto en el Mediterr¨¢neo. Era el lazo entre Oriente, de un lado, y el inmenso Imperio Romano, del otro, para las caravanas que viajaban desde China por tierra. Tra¨ªan muchos productos pero sobre todo seda: todo noble romano, incluso si se trataba de un hombre, se vest¨ªa de seda. Un pu?ado de seda costaba tanto como un pu?ado de oro. Y otra cosa que no encontramos m¨¢s que en Oriente: el incienso para todos los templos paganos del imperio.
P. Hace poco encontraron dos esqueletos enterrados en el Londres romano que han sido identificados como chinos. ?Es posible que hubiesen pasado por Palmira?
R. Existe un relato de un embajador chino en Palmira que quer¨ªa descubrir por qu¨¦ la seda era tan valorada en el Imperio Romano, m¨¢s que en Persia. Y, por otro lado, los romanos conocieron la existencia de la Gran Muralla. La seda hasta el siglo III era algo extraordinario que ven¨ªa de regiones misteriosas y lejanas.
P. Otra cosa que explica es que el mundo romano estaba formado por ciudades.
R. La clase alta posee la tierra. Vive de los beneficios de la agricultura, de sus granjeros. Tambi¨¦n existe una clase media, por ejemplo los padres del poeta Virgilio. Son ricos propietarios y tambi¨¦n algunos mercaderes. Todos ellos viven en la ciudad de lo que les proporciona la tierra. En las ciudades, habitan los ricos, su enorme servicio y los comerciantes que les proporcionan todo lo que necesitan. Esa oligarqu¨ªa es la que ostenta el poder pol¨ªtico, reunida en una especie de Senado, que mandan y dirigen. Palmira funciona as¨ª salvo que los ricos, en vez de explotar la tierra, tienen caravanas.
P. En Palmira escribe: ¡°Nuestra ¨¦poca habla mucho de imperialismo cultural y de la identidad, pero olvidamos que la modernizaci¨®n por adopci¨®n de costumbres extranjeras juega un papel en la historia m¨¢s importante que el nacionalismo¡±. ?Qu¨¦ explica eso de nuestro presente?
R. La civilizaci¨®n que llamamos romana es griega, adoptaron todo de los griegos, incluido el ritmo de la poes¨ªa. La poes¨ªa romana abandon¨® los viejos ritmos it¨¢licos y adopt¨® los ritmos de la gran poes¨ªa de la ¨¦poca griega.
P. En su libro El sue?o de Constantino. Cu¨¢ndo el mundo se convirti¨® en romano, insin¨²a que tal vez hubiese podido ser de otra forma, que el mundo podr¨ªa no haber sido cristiano. ?Cu¨¢ndo?
R. Tal vez si Juliano el ap¨®stata hubiese tenido un sucesor pagano las cosas habr¨ªan sido diferentes. Lo que ocurri¨® es que Constantino se convirti¨® personalmente, no oblig¨® a la poblaci¨®n a ser cristiana, sino que fue pagana hasta mucho m¨¢s adelante. Pero dio a la Iglesia sumas enormes, dilapid¨® el tesoro imperial y concedi¨® sumas gigantescas a la curia. Se construyeron por todas partes edificios, y las poblaciones rurales comenzaron a entender qui¨¦nes eran los nuevos amos. En T¨²nez, en la ¨¦poca de san Agust¨ªn, les ven ocupar un palacio episcopal. Sab¨ªan que la autoridad estaba ah¨ª. Ocuparon el terreno materialmente.
P. ?Por qu¨¦ en la Antig¨¹edad no se producen guerras de religi¨®n?
R. Porque se pueden elegir los dioses sin problemas. No hay disputas. Cuando se descubre que un pueblo lejano tiene un dios peculiar, se estudia y, al igual que se trajeron plantas ¨²tiles como la patata de Am¨¦rica, se importa esa divinidad. La intolerancia, el totalitarismo vienen del cristianismo. Eso no existe en la Antig¨¹edad. Se construyen templos a los dioses que les gustan sin importar de d¨®nde vengan. En el a?o 200 antes de Jesucristo, los romanos est¨¢n siendo derrotados por An¨ªbal y un senador dice que ha viajado a Oriente y ha encontrado una diosa que les puede ayudar, Cibeles. Propuso traerla. Fueron a buscar una estatua y sacerdotes y la introdujeron de forma solemne en Roma sin ning¨²n problema.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le choca de la civilizaci¨®n romana?
R. Creo que los gladiadores. Puedo llegar a comprender la violencia, pero ?c¨®mo se puede asistir a eso? Ser gladiador se consideraba un deporte noble y era voluntario, para intentar garantizar un buen espect¨¢culo. La danmatio ad bestias, las condenas a muerte, eran otra cosa. Por la ma?ana se pod¨ªan ver carreras, gladiadores y, luego, lo que llamaban espect¨¢culos de mediod¨ªa. Se evacuaba el anfiteatro y comenzaban los suplicios m¨¢s horrendos que se pueda imaginar para condenar a los criminales. Ah¨ª se quedaba mucha menos gente, un p¨²blico que no era totalmente normal. S¨¦neca, por ejemplo, admiraba a los gladiadores, pero no los suplicios. La inventiva en la atrocidad era extraordinaria, pero el propio S¨¦neca dec¨ªa que s¨®lo asist¨ªan los tarados. Entonces tambi¨¦n hab¨ªa gente que no pod¨ªa soportar la violencia.
P. ?Por qu¨¦ Roma conquist¨® el mundo?
R. Por el mismo motivo que los nazis: por el fen¨®meno de la colaboraci¨®n. Los nobles galos, que poseen muchas tierras, ven que los romanos les adoptan y dejan en el mismo lugar a las clases que tienen bienes. Una ciudad conquistada sigue siendo gobernada por la oligarqu¨ªa gala. Y si la gente se rebelaba, vendr¨¢n los romanos y arrasar¨¢n con todo.
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