Poniatowska se enfrenta a los informes secretos del r¨¦gimen pri¨ªsta sobre ella
La escritora mexicana accede por primera vez a los informes confidenciales que la polic¨ªa secreta redact¨® sobre ella entre los a?os sesenta y ochenta
Han pasado 50 a?os y los papeles han ca¨ªdo en sus manos por primera vez. Elena Poniatowska (Par¨ªs, 1932) los mira y los vuelve a mirar. Est¨¢ asombrada. Nunca hasta ahora hab¨ªa le¨ªdo los informes que la polic¨ªa secreta del r¨¦gimen pri¨ªsta escribi¨® sobre ella entre los a?os sesenta y ochenta. Son decenas de folios en los que se la tacha de comunista y se la persigue por su trato con disidentes, presos, feministas e intelectuales. Los documentos, guardados en el Archivo General de la Naci¨®n, le han sido entregados por EL PA?S.
La escritora mexicana, Premio Cervantes 2013, revisa su pasado con una mirada lluviosa. ¡°Yo no sab¨ªa nada de esto. Es la primera vez que los veo¡±, dice sentada en su casa de Coyoac¨¢n, de espaldas a su jard¨ªn. A sus pies remolonea una pareja de gatos: Monsi y Vais. Uno es extrovertido y la otra miedosa.
¡°Elenita, Elenita, hay un hombre en tu jard¨ªn¡±
Elena Poniatowska tiene ahora 84 a?os y una obra consagrada. En M¨¦xico es un s¨ªmbolo. Defiende todas las causas perdidas, e incluso algunas las gana. Pero no siempre es feliz. Aunque los a?os de plomo quedaron lejos, todav¨ªa recibe amenazas, algunas de noche, en su casa. ¡°Me pas¨® por apoyar a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador para la presidencia. Una voz muy amable, muy solidaria me dijo por tel¨¦fono: ¡®Elenita, Elenita, hay un hombre en tu jard¨ªn¡¯. Me puse la bata, prend¨ª las luces, baj¨¦ y vi que no hab¨ªa nadie. Esa noche me sent¨¦ en la cama y llor¨¦. Me sent¨ª malquerida¡±. La escritora lo cuenta se?alando al jard¨ªn. Un rect¨¢ngulo salvaje y verde sobre el que cae una lluvia torrencial. Antes de despedirse, Poniatowska pide con dulzura los papeles. El pasado, explica, es una novedad para ella.
¡ª?Fue comunista como dicen los informes?
¡ª?C¨®mo voy a ser comunista si soy descendiente del ¨²ltimo rey de Polonia, Estanislao Poniatowski? M¨¢s bien soy una rom¨¢ntica reaccionaria.
¡ªPues muy reaccionaria no parece, siempre est¨¢ del lado de las causas progresistas.
¡ª?S¨ª? Mira ese gato qu¨¦ desobediente¡ [Y el felino trepa a una mesita de madera en busca de galletas]. En M¨¦xico tenemos tendencia a fabricar h¨¦roes por default; conviene bajar el tono.
Los informes confidenciales ofrecen un inesperado viaje al pasado. El de un r¨¦gimen obsesivo y controlador que, por un lado, abr¨ªa la mano a los exiliados latinoamericanos, y por otro, apretaba hasta la muerte a los disidentes internos. El detalle de los seguimientos refleja esta pulsi¨®n. Las p¨¢ginas, mecanografiadas y firmadas por los altos jerarcas de la Direcci¨®n Federal de Seguridad, recogen fotograf¨ªas de su domicilio, registros accionariales, discursos cr¨ªticos, actas concisas de su actividad como feminista y periodista.
Opositores encarcelados
Bajo el mando de Fernando Guti¨¦rrez Barrios, la eminencia gris de los servicios secretos durante tres d¨¦cadas, nada se desaprovechaba. Sus agentes igual daban cuenta de que el 11 de mayo de 1962 presidi¨® una delegaci¨®n de mujeres que asistieron en Viena (Austria) a un acto por el desarme mundial, que consignaban con precisi¨®n notarial sus vuelos a La Habana o sus visitas en el penal de Lecumberri a entrevistarse con opositores encarcelados.
Es una relaci¨®n minuciosa, fr¨ªa y exasperante. Ser socia de la editorial Siglo XXI o fundadora del diario La Jornada bastaba para ser objeto de largos informes. A?os de seguimiento que, m¨¢s all¨¢ de la paranoia ideol¨®gica, nada hallaron reprobable. Pero que dejaron claro que la tem¨ªan. ¡°Yo sab¨ªa que el Gobierno no me quer¨ªa; dec¨ªan que ¨¦ramos de izquierdas, pero nunca pens¨¦ que me vigilaban as¨ª, aunque alguna vez sospech¨¦. Me acuerdo que a finales de los sesenta, hubo un coche aparcado durante varios d¨ªas fuera de mi casa, frente a la Cerrada de Pedregal. Dentro estaban cuatro hombres vestidos de caqui, asole¨¢ndose. Me dieron pena y sal¨ª a ofrecerles caf¨¦. Ellos me respondieron subiendo la ventanilla para demostrar que no eran mis amigos. Entonces entend¨ª¡±.
Poniatowska rememora aquellos d¨ªas sin perder su buen humor. Recuerda, sonr¨ªe y contin¨²a. En su relato aparecen grandes nombres de la ¨¦poca. Su amigo Carlos Monsiv¨¢is (como los gatos), Fernando del Paso, Arnaldo Orfila y muchos otros que sufrieron las iras gubernamentales.
Ella misma tiene presente que su gran cr¨®nica, La noche de Tlatelolco, que se?ala directamente al r¨¦gimen como autor de la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968, estuvo a punto de no ver la luz. ¡°El libro era considerado peligroso y nadie se atrev¨ªa a publicarlo. Pero el director de la editorial era un espa?ol, el exiliado socialista Tom¨¢s Espresate. Y ¨¦l dijo muy alto que, tras haber estado bajo las bombas en la Guerra Civil, a ¨¦l no le asustaban, y que ese libro se publicaba¡±, dice.
¡ª?No ten¨ªa miedo de que la arrestaran?
¡ªSupongo que s¨ª, pero lo que m¨¢s ten¨ªa era juventud.
¡ª?Y echa de menos esa ¨¦poca?
¡ªNo. Yo siempre miro hacia delante. Lo que echo de menos es a mis muertos, a mi hermano de 21 a?os que muri¨® en 1968, a mis padres, a mis amigos¡ pero tengo la mira siempre puesta hacia delante.
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