El placer de narrar

Este hombre, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, colombiano, de 63 a?os, viaja con su ¨²ltimo libro en el bolsillo. El premio nobel de Literatura de 1982, uno de los escritores m¨¢s solicitados del mundo, amigo de revolucionarios y de reyes, contertulio de Kissinger, con el que habla de f¨²tbol, y de Fidel Castro, con el que charla de cine, visitante habitual de la Moncloa y del palacio presi?dencial mexicano y de su amigo y paisano el presidente Gaviria, es ahora, con ese diskette en las manos donde se contiene su ¨²l?tima producci¨®n literaria, como un ni?o con zapatos nuevos. El Gabo que conocieron otros y que ha vuelto a reen?contrarse escribiendo: "Ahora entiendo por qu¨¦ los abuelos contaban cuentos".

La tranquilidad con que respira el autor de Cien a?os de so?ledad domina la casa de Barce?lona donde habla. Aliado, una habitaci¨®n llena de sus libros, compilados por su agente Car?men Balcells, parece ser el es?tandarte de su fama: "No signi?fica nada: est¨¢n apilados, pero vinieron poco a poco. Si hubie?ran venido de golpe, acaso hu? biera sido impresionante". Garc¨ªa M¨¢rquez ha cambia?do mucho para volver a ser el mismo: este dandi del Caribe parece haber seguido en el tiempo, pero se ha quedado, por fin, con la edad que tuvo en la adolescencia, "con tiempo para estar con todos los amigos y para hacer incluso amigos cuando hablo con personajes que en principio no tema previstos como amigos". Con sus botines negros y con chaqueta de cuadros blancos y de aquel color la combinaci¨®n preferi?da del escritor coste?o, en una combinaci¨®n exacta con sus pantalones oscuros y su ca?misa colombiana igualmente negra, el famoso autor de El oto?o del patriarca se r¨ªe de lo que pasa como si hubiera vuelto a descubrirlo.

Acostumbrado a ser ¨²ltimamente una especie de corres?ponsal volante de los presidentes latinoamericanos "gratifica, porque a veces se ven los frutos", tiene ante los perio?distas la sabidur¨ªa del que co?noce el oficio de antemano: en una larga conversaci¨®n de dos horas en las que habl¨® de la li?teratura, el periodismo propia?mente dicho y la vida, respon?di¨® as¨ª a la insinuaci¨®n de una cuesti¨®n recurrente: Cuba: "Pero, hombre, cre¨ª que por fin me iba a hacer una entrevista original en la que no se hablara de Cuba".

El periodismo fue el primer asunto. Ahora va a empezar a funcionar en su pa¨ªs?un noticia?rio televisivo que ¨¦l lidera y con el que espera dar un nuevo giro a la informaci¨®n que se hace en su pa¨ªs, siguiendo una perspec?tiva de la que ¨¦l parece un ap¨®s?tol: devolverle al periodismo profundidad e investigaci¨®n. Periodista desde que era un chi?quillo, todo lo que ha escrito como narrador est¨¢ transitado por aquella vieja pasi¨®n que a veces resurge como una obliga?ci¨®n c¨ªvica del hijo del telegra?fista. Como su colega alem¨¢n Hans Magnus Enzensberger en su cr¨ªtica al periodismo con?tempor¨¢neo, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez arremete contra el ejercicio actual de la profesi¨®n y pone en primer lugar el ejem?plo de Colombia.

Desde que no hay bombas ni camiones dinamitados en la v¨ªa p¨²blica, desde que al caos le ha sucedido el orden y la efica?cia impuestas por un Gobierno en el que ning¨²n ministro es mayor de 50 a?os, Colombia ha dejado las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos internaciona?les. Hemos hecho las elecciones m¨¢s pac¨ªficas de la historia de Colombia, se ha sobrepasado una clase pol¨ªtica vieja, corrup?ta e incapaz, y resulta que ya Colombia no es noticia.

P. ?Qu¨¦ ha pasado con este oficio?

R. Se ha producido una dis?torsi¨®n del oficio en todo el mundo. La intensidad de lo que pasa ha hecho que lo que ocu?rre prime en una carrera contra el tiempo. Ya no tenemos lugar para ver la noticia en perspecti?va, en todos sus significados, a no ser que lo que pase sea con?tundente, como la guerra del Golfo o la Conferencia de Paz de Madrid, que por cierto fue un acontecimiento de singular importancia. Lo importante es dar primero la noticia. Si es falsa o no, poco significa; lo im?portante es darla primero. Hay un cambio casi org¨¢nico del oficio de periodista que vamos a tratar de parar un poco. Vamos a tratar de recuperar ese concepto de aquellos viejos tiempos del periodismo en que se contaba c¨®mo era la gente.

P. En el libro de Enzensber?ger sobre periodismo se recoge la frase del dan¨¦s Kierkegaard: estaba contra la pena de muerte, pero presidir¨ªa un pelot¨®n para fusilar periodistas...

R. Yo no lo har¨ªa, porque primero me tendr¨ªa que suici?dar. T¨² sabes que ¨¦ste es mi ofi?cio primario. Adem¨¢s, yo no hubiera escrito ninguno de mis libros si no conociera las t¨¦cni?cas del periodismo, tanto de la forma de capturar y de elabo?rar la informaci¨®n como la for?ma de utilizarla en el relato. Hoy mismo lo pensaba mien?tras escrib¨ªa, porque estaba escribiendo un cuento y no me in?teresaba poner fecha, mil nove?cientos tal. Entonces dije: "Esto ocurri¨® en el el oto?o en que el papa P¨ªo XII ten¨ªa una crisis de hipo, que le cost¨® mucho trabajo superar". Y enton?ces, como estaba en la compu?tadora, hice una anotaci¨®n: "Investigar". Puse investigar porque recuerdo que del mundo entero le llegaban recetas para el hipo, y me acord¨¦ de un cuento de Somerset Maughan, un cuento sensacional, P & O, el nombre de una famosa em?presa de navegaci¨®n, Pacific and Orient, y es sobre un hom?bre que muere de hipo en alta mar, y mira t¨² c¨®mo el periodismo va hacia la literatura y c¨®mo la literatura va hacia el periodismo: es un colono ingl¨¦s que se muere de hipo en alta mar, y hay un momento en que est¨¢ ese enorme barco de turis?mo precioso en,el centro del so?litario oc¨¦ano Indico en comu? nicaci¨®n con el mundo entero, que mandaba toda clase de recetas, cient¨ªficas y supersticio?sas ... Cuando yo estaba en Roma y tuve que cubrir la en?fermedad del Papa con hipo, me acordaba de ese cuento y me apoyaba en ¨¦l para hacer la informaci¨®n. Y ahora, que es?taba escribiendo un cuento en el que me acuerdo del Papa que ten¨ªa hipo, vuelvo a acordarme del cuento de Somerset Maug? han. As¨ª que yo no he salido nunca del oficio de periodista. No he logrado hacer la distinci¨®n.

La memoria

P. Parece que el periodismo y la literatura tienen en com¨²n el uso de la memoria...

R. S¨ª, claro. A partir de cierta edad, cualquier cosa que uno escribe ya forma parte de sus me?morias. Los cuentos que estoy escribiendo ahora son una mes?colanza de realidad y de ficci¨®n, yo mismo ya no s¨¦ donde termina una y empieza la otra. Y de veras hay momentos en que no s¨¦ si me sucedi¨® o me lo invent¨¦ o que me lo invent¨¦ hace tanto tiempo que ya creo que me sucedi¨®.

P. Cuando se lee un texto suyo sigue dando la impresi¨®n de que usted se enfrenta al cuento como si fuera la primera vez que lo cuenta, como si usted mismo lo estuviera oyendo. ?De d¨®nde le viene esa capa?cidad?

R. Ahora estoy disfrutando de otro placer, que no s¨¦ de d¨®nde viene y que tampoco s¨¦ si har¨¢ carrera en los lectores, y que es el de narrar por el puro placer de narrar. Es una mara?villa.

P. Se supone que antes le pasaba lo mismo...

R. Siempre ha habido ese placer, pero el placer puro de narrar yo lo voy sintiendo cada vez m¨¢s, y ahora entiendo por qu¨¦ los abuelitos cuentan cuen?tos y por qu¨¦ se habla de los cuentos de la abuelita... Es que debe ser la dicha de narrar, la golosina de narrar.

P. ?C¨®mo vienen los cuentos?

R. Siempre por un solo epi?sodio. Los cuentos que estoy preparando ahora tienen una historia largu¨ªsima. Cuando yo viv¨ªa en Barcelona nos ¨ªbamos a ver cine a Perpi?¨¢n. Yo creo que hay una generaci¨®n ahora a la que le cuentas eso y piensa que es mentira. Vend¨ªan un tour que comprend¨ªa el viaje, la pel¨ªcula El ¨²ltimo tango en Par¨ªs, que dur¨® no s¨¦ cu¨¢nto tiempo, la cena, el hotel y el regreso, y eso generaba colas que no se pod¨ªan contar. En aquel momento uno pensaba que la vida era as¨ª. Ahora uno se da cuenta que este pa¨ªs esta?ba en una especie de penumbra que nos hac¨ªa olvidar c¨®mo era el resto del mundo. Uno viv¨ªa con las escasas informaciones que llegaban a Espa?a.

"El ser humano no puede ser tan imb¨¦cil como lo fue en el siglo XX"

En esa ¨¦poca, cuando estaba escribien?do El oto?o del patriarca, empe?c¨¦ a anotar en un viejo cuaderno de los chicos cosas que les suced¨ªan a los latinoamerica?nos que viv¨ªan en Europa. Llegu¨¦ a tener sesenta y tantos esbozos de cuentos. Pero perd¨ª el cuaderno y nunca supe d¨®nde se meti¨®. Eso me descorazon¨® mucho. Pero algunos cuentos los ten¨ªa empezados y otros estaban casi terminados, y me ol?vid¨¦ de ellos. Y ahora, revisan?do papeles para llevar cosas de M¨¦xico a Colombia, encontr¨¦ algunos de esos retazos. ?C¨®mo es posible que no hubiera segui?do trabajando en eso? Y, a pe?sar de que estaba ocupad¨ªsimo, me he encerrado todas las ma??anas y los estoy sacando. Y lo que es curioso es que ahora los escribo y tienen un elemento que no ten¨ªan antes, que es lo que recuerdo yo de esa ¨¦poca en que no los escrib¨ª. Fatalmen?te, tienen fragmentos de mis memorias. Ficci¨®n y toda la re?capitulaci¨®n probablemente ya desmemoriada del cuaderno que perd¨ª. Empec¨¦ por tres cuentos y ya voy por 14: no s¨¦ a d¨®nde voy a llegar. Ya lo dejo para el a?o entrante.

P. ?En ese proceso de b¨²s?queda de los viejos cuentos se ha reencontrado usted consigo mismo? ?Tanta fama no le hizo perder la perspectiva de qui¨¦n era en realidad?

R. Bueno, lo que pasa es que yo nunca me he perdido. No es que yo haya perdido la perspec?tiva, es que he ganado la perspectiva: he logrado un punto de vista externo de mi mismo, que tambi¨¦n es muy importante.

P. En todas sus obras hay siempre alguien que se asom?bra, como si fuera usted mis?mo. ?De d¨®nde le viene esa ca?pacidad de asombro?

R. Eso es el periodismo: el deslumbramiento de la noticia. Si una noticia no te deslumbra, no te interesa. El periodismo es contar un acontecimiento que le pasa a otra persona, y si ese acontecimiento te deslum?bra, te lleva a ¨¦l sin remedio. Te busca como narrador. Te asombra. Y el deslumbramiento viene en primer lugar porque para m¨ª es un misterio crear: ?c¨®mo es eso de que un hombre consagra su vida a la creaci¨®n, art¨ªstica o literaria, y se inmola pr¨¢cticamente por ella, es capaz de morir por ella? Simplemente para crear estados de ¨¢nimo... En mi ta?ller de cine re¨²no a diez j¨®venes con una cierta experiencia al?rededor de una mesa, con una grabadora: "Vamos a inven?tar una historia. Qu¨¦ se le ocu?rre a qui¨¦n". Y de pronto, t¨² no sabes en qu¨¦ momento, surge el cuento, como si estu?viera ah¨ª. Y nace del asombro para producir asombro.

Perfecci¨®n

P. Usted es el due?o absoluto de su texto cuando le domina ese deseo de perfecci¨®n?

R. No, uno queda agarrado, a merced del texto, indefenso.

P. ?Y qu¨¦ hace usted, conce?der imperfecciones?

R. No: lo que trato ahora es de hacerlo lo mejor posible.

P. ?Y a qu¨¦ se parece lo me?jor posible?

R. A tratar de ser el mejor es?critor del mundo, porque si t¨² tratas de ser uno m¨¢s, el segundo, el tercero o el cuarto, pues te quedas en el segundo o en el d¨¦cimo. Yo he dicho muchas veces que cuando uno se sienta a escribir tiene que querer ser mejor que Cervantes, porque si no no llega a ser sino Cer?vantes.

P. Como personaje de este tiempo usted ha vivido aconte?cimientos que le habr¨¢n produ?cido todo tipo de sensaciones. Con respecto a lo que ha pasado recientemente en el mundo el final de un modelo de so?ciedad en el Este, el surgimien?to de otros fen¨®nemos, ?qu¨¦ situaci¨®n le ha producido m¨¢s rabia?

R. Que no hubiera sucedido hace veinte a?os. Eso es lo que m¨¢s rabia me ha dado. Ya ha?br¨ªamos resuelto el problema, ya lo habr¨ªamos superado y ya estar¨ªamos en otra cosa que qui¨¦n sabe cuando va a ser. Eso es lo que me da m¨¢s rabia. Por?que desde hace mucho m¨¢s de veinte a?os nosotros sab¨ªamos que eso ten¨ªa que suceder y es?taba haciendo falta que suce?diera. Y ahora hay que esperar a ver c¨®mo se decanta todo eso.

P. ?Usted cree que esto se ha producido a favor de la historia, en contra de la historia o violentando la historia? ?En qu¨¦ situaci¨®n se queda el hombre despu¨¦s de este proceso?

R. Eso nos mete en unas abstracciones casi metaf¨ªsicas para las que soy bastante inh¨¢bil. Lo cierto es que es algo que iba a suceder: todo el mundo lo sab¨ªa. Ahora no se sabe c¨®mo va a terminar todo. Por ejemplo, el derrumbamiento del llamado mundo comunista. En 1957 escrib¨ª yo una serie de 14 art¨ªculos donde ve¨ªa que eso ten¨ªa que venir. Era la ¨¦poca posterior al 20¡ãcongreso del PCUS, en tiempos de Jruschov. La gente cre¨ªa que eso iba a suceder en ese momento. De ello hace 30 a?os: lo que me molesta es que los que estimularon y le dieron el empuj¨®n final a aquello, que fue Estados Unidos y fue la Europa occidental, da la impresi¨®n de que lo ¨²nico que quer¨ªan era que se derrumbara eso y no est¨¢n haciendo nada por construir otra cosa all¨ª.

Pas¨® igual en Nicaragua: quieren que caiga el sandinismo; ¨¦ste cae, y no le dan nada a los enemigos del sandinismo para que salga adelante. Es el ej¨¦rcito sandinista el que sale en defensa de Violeta Chamorro para que no se caiga. La impresi¨®n que dio Gorbachov en Madrid es que no ven¨ªa a hablar de la paz, sino que ven¨ªa a hablar con Bush de la plata que necesita para salir adelante. ?Hay derecho a c¨®mo est¨¢ la URSS, hay derecho a c¨®mo est¨¢ Polonia? Las llamadas democracias lo que quer¨ªan era la victoria sobre el comunismo: se acab¨® el comunismo, pero el anticomunismo no se acab¨®. ?Cu¨¢ndo se va a acabar el anticomunismo?

P. Parece que ha ganado el sistema del primer mundo. ?C¨®mo se van a defender ahora los que est¨¢n por debajo de la raya de Gibraltar?

R. En Am¨¦rica Latina a m¨ª no me cabe ninguna duda de que nuestra defensa est¨¢ en la integraci¨®n. La soluci¨®n est¨¢ por comunidades, por sectores. No s¨®lo para ayudarse, sino para defenderse, porque siempre habr¨¢ alguien que se quiere comer a otro. Pero en ese sentido la cumbre de Guadalajara (M¨¦xico) tuvo una importancia que la prensa no reflej¨®, por un peque?o fallo en la estructura de la reuni¨®n: hab¨ªa tal afluencia de periodistas y ten¨ªan tan poco tiempo para trabajar que cerraron la puerta para los periodistas, que se hallaron recogiendo las migajas que sal¨ªan de dentro, y cuando aquello acab¨® no tuvieron una idea global para hacer una s¨ªntesis y establecer una globalizaci¨®n.

Y eso nos lleva a lo que dijimos antes: el periodismo hoy no es globalizador. Va de un hecho inmediato al otro, sin pararse. Pero, con respecto a lo anterior, yo estaba en contra del Quinto Centenario: como lo hab¨ªa planteado Espa?a, era celebrar en Sevilla el descubrimiento, la conquista y todo lo que vino despu¨¦s... Y nosotros ven¨ªamos a ayudarle a celebrar esa fiesta: no ten¨ªamos un protagonismo real: Guadalajara cambi¨® completamente esa concepci¨®n, porque le dio un contenido pol¨ªtico a la celebraci¨®n del Quinto Centenario. Ahora vamos hacia la integraci¨®n del mundo iberoamericano. Y yo te aseguro una cosa: ese bloque, esa comunidad iberoamericana, en el mundo de hoy, yo creo que tiene mucho porvenir.

P. ?Y la dejar¨¢n?

R. No preguntes si la dejar¨¢n: ?seremos capaces de hacerla? Yo creo que s¨ª. Tenemos una reserva que poca gente tiene: nuestra carga de humanidad.

Am¨¦rica Latina

P. ?Piensa que ahora empieza una segunda oportunidad sobre la tierra para Am¨¦rica Latina?

R. Yo creo que para Am¨¦rica Latina es la primera.

P. En un contexto m¨¢s general, ?cu¨¢l ser¨ªa el frente de contenci¨®n que podr¨ªa levantarse al individualismo y al capitalismo triunfantes?

R. La m¨¢s autosatisfecha ahora es Europa occidental. Y est¨¢n surgiendo unos s¨ªntomas muy extra?os y muy peligrosos, similares a los que aparecieron en el origen del nazismo. No s¨¦ si ustedes se est¨¢n dando cuenta de eso para defenderse. En cambio, en Am¨¦rica Latina to? dos los signos que se encuen? tran son positivos. La Am¨¦rica Latina de hoy no es la de hace cinco o diez a?os: por todos los lados est¨¢n surgiendo reservas que estaban ocultas. Colombia, M¨¦xico, Venezuela: cada uno a su manera est¨¢ superando sus problemas internos.

P. ?Cree que Am¨¦rica Latina es ahora un continente m¨¢s respetable que hace 20 a?os?

R. Sin duda; si no, no estar¨ªamos como estamos. El que menos ha respetado a Am¨¦rica Latina ha sido siempre Estados Unidos, que hoy es m¨¢s fuerte que nunca, es una potencia un¨ª? polar, y yo creo que el di¨¢logo de los pa¨ªses latinoamericanos con Estados Unidos est¨¢ bas? tante m¨¢s avanzado que hace un decenio.

P. Usted nunca fue comunista. Pero ?qu¨¦ piensa que deb¨ªa preservarse del comunismo tras su ca¨ªda?

R. Lo malo estuvo en las circunstancias en que surgi¨® y d¨®nde surgi¨®. Yo pienso que, si como lo previ¨® Marx, la primera revoluci¨®n hubiera sido en Alemania o Inglaterra, donde ya hab¨ªa un desarrollo mayor de la burgues¨ªa, no hubiera ning¨²n problema. Porque la burgues¨ªa hab¨ªa conquistado ya una gran cantidad de libertades individuales que ni siquiera se hubieran puesto en discusi¨®n. Pero surge en Rusia, que sale de la noche del zarismo, donde no hay experiencia de esas libertades fundamentales. Entonces, cada conquista desde esa perspectiva es impo?sible, y cola tradici¨®n de re?presi¨®n, de autoritarismo, de aislacionismo y de xenofobia, es a¨²n menos posible.

En Europa central era evidente que aquello fue una cosa que le trajeron en un ba¨²l y se la fueron metiendo por la fuerza. Jam¨¢s correspondi¨® ni a una realidad pol¨ªtica ni a una realidad cultural ni a una realidad social ni a nada: fue impuesto por la fuerza. El inter¨¦s fundamental de Stalin fue el de crear una cortina de hierro, un colch¨®n contra la Europa occidental, de donde ve¨ªa venir el peligro. Y ahora de ese comunismo no queda nada. Pero ese fundamentalismo est¨¢ dando origen a otra cosa que es igualmente peligrosa: el fundamentalismo democr¨¢tico. El fundamentalismo de las democracias que consiste en creer que lo que no es igual a ellos est¨¢ mal. Eso es de un dogmatismo que se parece a aqu¨¦l. Ahora estamos en el gran peligro de que estas democracias se vuelvan tan fundamentalistas que ya no permitan que haya ninguna experiencia m¨¢s en la b¨²squeda de la felicidad. El horror es que el siglo XX se ha perdido en el enfrentamiento de los bloques y ahora ya no queda nada de todo un siglo.

P. Cuba.

R. Yo cre¨ª que al fin ibas a hacerme una entrevista original sin preguntar lo mismo de siempre.

P. ?Qu¨¦ tiene que hacer Cuba para homologarse con sus vecinos latinoamericanos?

R. Lo primero que tiene que lograr Cuba es que Estados Unidos suspenda el bloqueo. En ese momento desaparecer¨¢ un condicionador absolutamente excepcional que ha durado 30 a?os y que nos impide saber c¨®mo ser¨ªa. Cuba y c¨®mo puede ser Cuba. Mientras ese condicionador exista, Cuba ser¨¢ un fen¨®meno completamente an¨®malo que pr¨¢cticamente no se puede mover: tiene una camisa, de fuerza. Y a m¨ª me parece terriblemente injusto de parte de Europa y de la prensa europea que encuentran una cantidad de factores, reales y falsos, para criticar al r¨¦gimen de Cuba y no toman como uno de los factores m¨¢s importantes la posici¨®n de EE UU esperando a que aquello se derrumbe.

Es una posici¨®n narcisista pensar que si eso sucedi¨® en Ruman¨ªa o en Polonia tiene que suceder sin remedio en Cuba. Pues no: las condiciones son completamente distintas. Al contrario de lo que se piensa ac¨¢, Fidel no se va a caer, no lo va tumbar el ej¨¦rci? to, no va a haber una sublevaci¨®n popular. Cuando ustedes se den cuenta de que ser¨¢ as¨ª, tendr¨¢n que empezar a pensar en otras f¨®rmulas, y yo estoy seguro de que esas f¨®rmulas surgir¨¢n dentro de Cuba. Fidel no tiene ning¨²n inter¨¦s en que Cuba siga teniendo las dificultades que tiene.?

P. ?Qu¨¦ factor supone la ca¨ªda de la URSS en la evoluci¨®n de Cuba?

R. Est¨¢n equivocados pensando que la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica supone el desenlace de Cuba. Cuba va a a encontrar petr¨®leo y otros abastecimientos de sus vecinos latinoamericanos, tarde o temprano. Es mucho mejor que no tenga la dependencia que ten¨ªa de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Hoy no depende de nadie: ahora tampoco de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Su porvenir est¨¢ en Am¨¦rica Latina. Lo que yo quisiera es que la prensa viera as¨ª las cosas. Despu¨¦s de la cumbre de Venezuela, Colombia y M¨¦xico con Cuba, en Cozumel, ?qu¨¦ dijo la prensa de Estados Unidos? "Cuba no obtuvo petr¨®leo de M¨¦xico" ?Y c¨®mo titularon ac¨¢? "Fidel no concedi¨® nada de lo que le pidieron". La verdad fue mucho m¨¢s simple: Fidel no pidi¨® nada ni na?die le pidi¨® nada. Lo que pasa es que ustedes tienen una interpretaci¨®n ya establecida e invariable a la cual acomodan los hechos.

Puede que si ustedes estudian la situaci¨®n con seriedad descubran que lo que est¨¢ sucediendo en Cuba es mucho m¨¢s grave de lo que ustedes dicen. Pero r¨ªo es lo que ustedes dicen. El racionamiento es aburrido, las colas son agotadoras, la gente est¨¢ inconforme y desorientada, pero no se est¨¢n muriendo de hambre ni en ¨¢nimo de subversi¨®n. Si en todos los pa¨ªses del tercer mundo el Gobierno tuviera que dividir los frijoles por el n¨²mero de habitantes, de modo que todos recibieran la misma cantidad, como sucede en Cuba, muy pocos sobrevivir¨ªan. Y Cuba so?brevive. En s¨ªntesis: que suspendan los Estados Unidos el bloqueo, y despu¨¦s hablamos.

P. ?Est¨¢ en el camino la Cuba de hoy de buscar luego m¨¦todos democr¨¢ticos similares a los que le rodean?

R. Ah¨ª entramos en un problema de definiciones: ?qu¨¦ es la democracia? ?Qu¨¦ clase de democracia quieren imponerle a Cuba, que a lo mejor puede lograr una democracia distinta y tal vez m¨¢s justa? El presidente colombiano, C¨¦sar Gaviria, que piensa siempre muy bien lo que dice, dijo en Cozumel que ¨¦l ve a Cuba como un ejemplo del pluralismo de sistemas que debe existir en Am¨¦rica Latina. Ese concepto se sent¨® tambi¨¦n en la declaraci¨®n final de veintitr¨¦s presidentes y un rey en Guadalajara, M¨¦xico. Nada de eso tuvo aqu¨ª el despliegue que merec¨ªa. Pero estemos tranquilos: tal vez terminemos en Am¨¦rica Latina por inventar f¨®rmulas que la autosuficiencia y el narcisismo europeo no han logrado en 2.200 a?os.

P.??Usted es optimista con respecto al futuro?

R. Yo soy un optimista empedernido con respecto a todo. Quiz¨¢s el frentazo que me voy a dar ser¨¢ tremendo, quiz¨¢, pero yo creo de veras que vamos a salir adelante los latinoamericanos. Todos. Es que el ser humano no puede ser tan imb¨¦cil como lo fue en el siglo XX.