Trumplandia
Michael Moore no pod¨ªa quedarse sin hacer su alegato anti-Trump, pero ?queda algo por contar?
No hay mayor pecado para un republicano que estar de acuerdo con Michael Moore. As¨ª lo mostraba la serie Braindead, la s¨¢tira pol¨ªtica m¨¢s divertida del verano. Cuando la protagonista reconoc¨ªa que se hab¨ªa acostado con el oscarizado documentalista ¡ªen la escena de cama m¨¢s perturbadora de la historia¡ª, su pareja, asesor republicano, no pod¨ªa volver a mirarla a los ojos.
Moore es arquetipo de todo lo que los republicanos desprecian de los dem¨®cratas. Incluso el otro bando ser¨ªa capaz de reconocer que Moore es egoc¨¦ntrico y que su discurso est¨¢ cargado de sensacionalismo. Pero, al mismo tiempo, sabe tocar las verdades que duelen a EE UU: las armas, el Gobierno Bush, el capitalismo, la seguridad social...
Conociendo su afici¨®n provocadora, Moore no pod¨ªa quedarse sin hacer un alegato anti-Donald Trump, aunque deb¨ªa ser r¨¢pido. Si llegaba el 8 de noviembre y el magnate no sal¨ªa presidente, cualquier discurso dejaba de tener actualidad. Se encontraba en un brete: tras a?o y medio de campa?a y todo tipo de titulares estramb¨®ticos, ?quedaba algo de Trump sin decir?
Para lidiar contra esa papeleta, Moore viaj¨® al republicano Estado de Ohio para grabar el mon¨®logo Michael Moore in Trumpland (disponible en Movistar+) predicando frente a votantes de los dos colores, y escuchar. Aun as¨ª, su soflama no aporta nada nuevo. Parece manida y pronunciada ya por el resto de locutores y c¨®micos. Al contrario que en sus documentales m¨¢s exitosos, no destapa algo oculto ni toca una fibra sensible. Sobran motivos para convencer al contrario, s¨ª, y Moore presenta buenos argumentos, pero el mon¨®logo acaba convertido en el mitin laudatorio a Clinton de un hombre con terror a ver a su rival en la Casa Blanca.
Ahora que Espa?a ha logrado Gobierno, solo queda una semana para que termine la que ha sido la campa?a m¨¢s medi¨¢tica y extravagante de la historia. Con todo, Trump todav¨ªa tiene mucha televisi¨®n por darnos. Si no alcanza el Despacho Oval, todas las cadenas se rifar¨¢n a un personaje como ¨¦l. Al final y al cabo, quiz¨¢s nunca debi¨® salir de la telerrealidad. Quiz¨¢s nunca lo ha hecho.
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