El agua, en casa del aceite

Gran idea de Torben Betts, autor brit¨¢nico: una pareja de clase media reci¨¦n mudada a un pueblo, intenta confraternizar con sus vecinos, de clase obrera, venidos tambi¨¦n a menos. Pero, al cabo, solo tienen en com¨²n las ganas de comunicarse y la crisis que atraviesan sus relaciones ¨ªntimas. Invencible es un vodevil, con trasfondo serio: a cada giro de los goznes humor¨ªsticos, se cuela por la puerta un retazo de la realidad de las clases paganas de la reconversi¨®n econ¨®mica.

Naturalizar en Espa?a los personajes y el entorno originales no es f¨¢cil. El comportamiento invasivo de la desopilante Laura de Pilar Castro, perfecta de energ¨ªa, no se corresponde con las formas que se presuponen en la recepcionista de una cl¨ªnica dental: tal conducta casar¨ªa mejor con otro empleo, o viceversa. El adicto al f¨²tbol y a la cerveza que se limpia los morros con el brazo no es el mismo personaje que va a clase de pintura y divide su obra por ¨¦pocas, por m¨¢s que Jorge Calvo lo borde y arranque una carcajada merecida en cada una de sus r¨¦plicas. A Daniel Veronese le compete recoger alguno de tales flecos: otros son de autor.

Lo m¨¢s logrado de Invencible es la extensa escena del equ¨ªvoco, donde el Julio de Jorge Bosch recorre una larga maroma siempre a punto de besar el suelo, mientras la Emi de Maribel Verd¨² no acaba nunca de caer en la cuenta de lo que tiene delante. Ambos hacen valer su encanto y su oficio.