Maximalismos
El director de orquesta Gustavo Gimeno fue un ideal armonizador al frente de la Filarm¨®nica de Luxemburgo
ORCHESTRA PHILHARMONIQUE DU LUXEMBOURG
Obras de M¨²sorgski, Chaikovski y Stravinski.
Patricia Kopatchinskaja, viol¨ªn.
Orchestra Philharmonique du Luxembourg.
Dir.: Gustavo Gimeno.
Iberm¨²sica. Auditorio Nacional, 2 de noviembre.
Los maximalismos suelen caracterizar los cambios de siglo. Fueron determinantes en la composici¨®n musical en el paso del XIX al XX y lo est¨¢n siendo ahora en la interpretaci¨®n musical en el tr¨¢nsito del XX al XXI. Tuvimos ejemplos de ambos en el concierto del pasado mi¨¦rcoles en Iberm¨²sica con La consagraci¨®n de la primavera, de Stravinski, y la interpretaci¨®n de la violinista Patricia Kopatchinskaja (Chisin¨¢u, Moldavia, 1977) del Concierto para viol¨ªn, de Chaikovski. El ballet del ruso represent¨®, en 1913, el punto ¨¢lgido del progresivo incremento de medios temporales y sonoros en la composici¨®n musical impulsado por Wagner y Mahler; su estreno sigue siendo uno de los mayores esc¨¢ndalos de la historia de la m¨²sica. Y la violinista moldava ejerce una postura interpretativa actualizadora, alejada de lo tradicional y opuesta al minimalismo, donde intensifica cada uno de los par¨¢metros de la obra: no se puede tocar m¨¢s suave, m¨¢s fuerte, m¨¢s r¨¢pido y con mayor variedad de articulaci¨®n. Ambos maximalismos, el compositivo y el interpretativo, comparten una misma pretensi¨®n de lograr una mayor interacci¨®n con el p¨²blico. Y si Stravinski golpea directamente al est¨®mago con su representaci¨®n sonora del primitivismo, Kopatchinskaja lo hace al cerebro de los que conocemos (o creemos conocer) la obra de Chaikovski.
El director de orquesta Gustavo Gimeno (Valencia, 1976) fue el ideal armonizador de ambos maximalismos. Su seguridad y claridad de ideas result¨® determinante al frente de la Orchestra Philharmonique du Luxembourg. Abri¨® la velada otro ejemplo de extremismo orquestal, en este caso de un pionero llamado Modest M¨²sorgski. Y no se trataba de la versi¨®n dulcificada por Rimski-Korsakov de Una noche en el Monte Pelado, sino de la original mucho m¨¢s cruda e interesante. Gimeno gestion¨® bien el mordiente sobrenatural de la obra, aunque desde una ¨®ptica eminentemente centroeuropea y sin ahondar demasiado en su subtexto dram¨¢tico. El director valenciano tambi¨¦n enfoc¨® de un modo tradicional el Concierto para viol¨ªn, de Chaikovski, donde encontr¨® m¨¢s dificultades de las habituales para acompa?ar a la violinista moldava. La orquesta intent¨® atenuar por la v¨ªa rom¨¢ntica los excesos de la solista. Pero no lo consigui¨®. Kopatchinskaja impuso su visi¨®n, especialmente en el finale, que toc¨® de forma vertiginosa y donde revel¨® las sutiles fluctuaciones de tempo que indica Chaikovski (meno mosso, molto meno mosso, etc¡). Como propinas toc¨® Crin del venezolano Jorge S¨¢nchez-Chiong y dos pasajes de Kafka-Fragmente del h¨²ngaro Gy?rgy Kurt¨¢g, todas ellas acompa?adas por inflexiones de su voz ante un p¨²blico at¨®nito.
Gimeno mostr¨® mucha m¨¢s afinidad con Stravinski. Es un compositor que entiende a la perfecci¨®n, tal como ha demostrado ya con Juego de cartas o con la suite de El p¨¢jaro de fuego. La consagraci¨®n de la primavera suele ser materia obligada de todo antiguo percusionista, pero el dominio t¨¦cnico que exhibi¨® como director fue impresionante. La orquesta toc¨® entregada a su planteamiento claro e intenso. Conjug¨® a la perfecci¨®n los dos pasajes maximalistas que cierran las dos secciones de la obra, tanto las variaciones en ostinato que culminan ¡°Adoraci¨®n de la tierra¡±, como ese non plus ultra que cierra ¡°El sacrificio¡±. El concierto, que fue grabado por La 2 y se emitir¨¢ el pr¨®ximo 3 de diciembre, concluy¨® con el tercer entreacto de Rosamunda, de Schubert, como propina. Un bello homenaje a Claudio Abbado, su maestro y mentor.
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