Elena Poniatowska regresa al pasado
La escritora acude al Archivo de la Naci¨®n a recoger los informes secretos elaborados por la polic¨ªa pol¨ªtica sobre ella
El pasado volvi¨® este viernes a manos de Elena Poniatowska. En la antigua c¨¢rcel negra de Lecumberri, ahora reconvertida en el Archivo General de la Naci¨®n, la escritora pudo consultar todos los informes secretos que la polic¨ªa del r¨¦gimen escribi¨® sobre ella entre los sesenta y ochenta. Tambi¨¦n le fue entregada para su uso personal una copia con los documentos que EL PA?S le dio a conocer hace un mes. ¡°Me voy a deprimir si lo leo todo¡±, brome¨® la premio Cervantes ante la directora del archivo, Mercedes de Vega, y la directora de publicaciones, Fernanda Trevi?o.
Poniatowska (Par¨ªs, 1932) conoc¨ªa bien el lugar. Acudi¨® por primera vez en 1959 cuando buscaba a los l¨ªderes ferroviarios encarcelados. En esa visita se top¨® con ?lvaro Mutis, tambi¨¦n encerrado y que la llam¨® al verla pasar. A partir de entonces, para desesperaci¨®n de la polic¨ªa pol¨ªtica, no dej¨® de acudir en apoyo de disidentes presos. Por su actitud solidaria fue considerada una comunista y agitadora. ¡°?C¨®mo voy a ser comunista si soy descendiente del ¨²ltimo rey de Polonia, Estanislao Poniatowski? M¨¢s bien soy una rom¨¢ntica reaccionaria¡±, dijo la autora.
El viernes, al recibir los informes desclasificados, Poniatowska no dejaba de mirar el cielo de las cruj¨ªas. A diferencia de los a?os de plomo, la Galer¨ªa 5 est¨¢ ahora acristalada y es un remanso de paz para los investigadores. En amplias mesas bien iluminadas, pueden consultar los documentos y sacar copias.
¡°Aqu¨ª los presos se sentaban a tomar el sol y ol¨ªa a pan; a los reincidentes se les llamaba conejos, y los que ten¨ªan dos mujeres corr¨ªan de cruj¨ªa en cruj¨ªa. Hab¨ªa una para homosexuales, la J, y a ellos los llamaban los jotos. Vine una vez con Luis Bu?uel, un hombre que ten¨ªa el alma en la mano¡±, rememoraba. Luego se puso los guantes de l¨¢tex y empez¨® a leer los informes sobre ella. Pasaba lentamente las hojas, mientras un tiempo poblado de muertos regresaba a sus ojos.
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