Un flash en la oscuridad
EE UU puede leer hoy con m¨¢s oferta y m¨¢s frecuencia c¨®mo la Am¨¦rica afroamericana narra Am¨¦rica
Luster era el pobre chico negro que cuidaba de Benjy en El ruido y la furia de Faulkner, la cuota de condescendencia racial en un mundo blanco. Y Carson McCullers lloraba la opresi¨®n de los afroamericanos.
Hoy, m¨¢s all¨¢ de las dos grandes divas, Mrs. Oprah y su poder medi¨¢tico (que, por cierto, el can¨®nico blanco, mod¨¦lico y apuesto Jonathan Franzen evit¨® en su d¨ªa), y Mrs. Toni Morrison, su aplaudido Nobel de 1993 y sus novelas sobre la problem¨¢tica de la poblaci¨®n negra desde la perspectiva de la mujer, con Beloved (Pulitzer en 1988) tal vez de mascar¨®n de proa, la cultura literaria afroamericana en los EEUU sigue en la periferia y desde luego no en el centro, que fue tomado hace d¨¦cadas por la narrativa blanca jud¨ªa, y que constituy¨® (con la excepci¨®n de un wasp llamado Updike) el mainstream de los sesenta a los noventa de la mano de Saul Bellow, Bernard Malamud, Norman Mailer o Philip Roth. Esclavitud, orgullo, supervivencia y dolor forman un pol¨ªptico de la reivindicaci¨®n de una raza y sus derechos que se estudia en las universidades de un pa¨ªs en conflicto constante con sus minor¨ªas, temeroso de que el canon reciba visitas inoportunas y a la vez, todav¨ªa, obligado a que esas minor¨ªas tengan su reconocimiento, con excesiva frecuencia, en el mundo acad¨¦mico, m¨¢s (de)pendiente de tranquilizar conciencias pol¨ªticas de que ejercer justicias est¨¦ticas. La African American Fiction figura en miles de planes docentes, da sentido a incontables investigadores de lo poscolonial, tiene derecho a un cap¨ªtulo propio al final de los manuales, historias y companions de la narrativa norteamericana contempor¨¢nea (The American Fiction after 1945 de Cambridge University Press, por ejemplo) y, muy de vez en cuando, puede asomarse y ver el centro desde su periferia end¨¦mica. Las estrategias de captaci¨®n de talento de la gran industria editorial de Nueva York, de los creative writing workshops y de los medios est¨¢n globaliz¨¢ndose, pero sin traicionar sus jerarqu¨ªas.
Ta-Nehisi Coates, escritor y periodista de la revista The Atlantic, gan¨® el National Book Award 2015 de no ficci¨®n con Entre el mundo y yo, un ensayo epistolar sobre la genuina sociedad americana m¨¢s all¨¢ de barras y estrellas, y Colson Whitehead ha ganado este a?o con The Underground Railroad, la historia de la esclava Cora en una plantaci¨®n de algod¨®n de Georgia, su fuga necesaria y la distop¨ªa racial a la que se enfrenta en una Am¨¦rica que ya presiente la Guerra Civil. Am¨¦rica, como los EEUU se llaman a s¨ª mismos, puede leer hoy con m¨¢s oferta y m¨¢s frecuencia c¨®mo la Am¨¦rica afroamericana narra Am¨¦rica. Y es posible acercarse a la Guerra Civil, al Renacimiento de Harlem de la d¨¦cada de los veinte, al Movimiento por los Derechos Civiles o a Vietnam desde el lado contrario, como quiso que fuera posible Clint Eastwood con su d¨ªptico cinematogr¨¢fico sobre Iwo Jima. Con todo, la narrativa afroamericana sigue siendo minoritaria, y la Feminist fiction o la Latino Asian American Fiction no van a la zaga, corren a la misma velocidad. Luster ha ganado dinero y ha salido en la foto oficial, pero sigue cuidando de Benjy¡
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