Jugar en serio
OuLiPo no es una escuela ni un movimiento, sino una especie de laboratorio l¨²dico al servicio de la literatura
OuLiPo no es una escuela ni un movimiento, sino una especie de laboratorio l¨²dico al servicio de la literatura. Sus fundadores (Raymond Queneau y Fran?ois Le Lionnais) proven¨ªan de las letras y las matem¨¢ticas y deseaban reflexionar sobre las formas literarias a partir de cierta solidez cient¨ªfica, algo no tan lejano a lo que d¨¦cadas atr¨¢s hab¨ªan hecho, por ejemplo, los formalistas rusos. La diferencia es que, aparte de la teor¨ªa, OuLiPo puso y pone el acento en la creaci¨®n. En tomar el lenguaje como herramienta; en proponer estructuras novedosas que puedan ser ¨²tiles no solo para los oulipianos, sino para todos los escritores que quieran acercarse a ellas. Si algo ha pintado bien a Oulipo es su esp¨ªritu l¨²dico, pero, al mismo tiempo, su rigor. Su mezcla de ambas cosas. Su manera de ¡°jugar en serio¡±.
Soy el primer latinoamericano que coopt¨® OuLiPo y mi llegada en 2014 coincidi¨® con la del espa?ol Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez
Las formas que explora Oulipo, muy variadas, pueden servir para la poes¨ªa o para la narrativa y por lo com¨²n incluyen una contrainte: una traba, una restricci¨®n. Podr¨ªa citar mil ejemplos. Desde un texto narrativo escrito sin cierta letra (un lipograma) como La disparition, de Perec, hasta un tautograma en el que todas las palabras comienzan por la misma letra. Desde un texto en el que se alternan vocales y consonantes hasta un poema en el que cada verso se compone de las mismas letras distribuidas en diferentes palabras (¡°poema anagram¨¢tico¡±). Pero no todas las formas proponen restricciones ling¨¹¨ªsticas. Tambi¨¦n hay, por ejemplo, variaciones de puntos de vista en torno a un mismo tema, como los famosos Ejercicios de estilo de Queneau. La lista de restricciones es tan vasta que la editorial Larousse public¨® una especie de diccionario con ellas. La idea madre es escribir gracias a los beneficios de una norma restrictiva, eludiendo as¨ª el espectro de la p¨¢gina en blanco y la idea rom¨¢ntica de inspiraci¨®n. Y que, algo parad¨®jicamente, no es raro obtener resultados nuevos (¡°libres¡±) a partir de formas que, aunque arduas o estrictas, desarman los automatismos y los lugares comunes. Los mismos que se asombran de esto son los que leen un viejo soneto (con sus claras reglas formales) como si fuese un ejemplo de obra ¡°aut¨¦ntica¡± o espont¨¢nea.
Soy el primer latinoamericano que coopt¨® OuLiPo y mi llegada en 2014 coincidi¨® con la del espa?ol Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez. Ya exist¨ªan otros extranjeros como Italo Calvino, Oskar Pastior o Harry Mathews, pero ninguno de lengua espa?ola. Cada nuevo miembro tiene que ser votado por unanimidad y, si acepta, ser¨¢ oulipiano toda la vida¡ salvo si opta por suicidarse ante un notario. Su obra no debe cumplir a rajatabla todos los postulados, si tal cosa fuese posible. Lo que importa es estar dispuesto a jugar el juego y a intervenir en las actividades del grupo, que no cesa de renovarse y ampliar su rango de acciones con lecturas p¨²blicas o talleres de escritura.
Como oulipiano de lengua espa?ola, asumo mi funci¨®n de puente. Los miembros del grupo conocen los aspectos de Borges o Cort¨¢zar con elementos familiares (la obra imaginaria de Herbert Quain, Rayuela), pero no tanto otras obras de indudable parentesco como el Juego de cartas, de Max Aub, o incluso las greguer¨ªas de G¨®mez de la Serna, que suelo proponer en los talleres de escritura y que, deudoras como son de la mirada de Jules Renard, regresan al franc¨¦s al cabo de una curiosa pirueta.
Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964), miembro del OuLiPo, acaba de publicar Un padre extranjero (Impedimenta).
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