Entrega radiante
La primavera pasada, tras ver a Concha Velasco interpretando Reina Juana, el mon¨®logo de Ernesto Caballero dirigido por Gerardo Vera en La Abad¨ªa, escrib¨ª: ¡°La palabra entrega es la primera que viene a la cabeza, una entrega tan rotunda como radiante. La Velasco no te hace ver el esfuerzo, cosa siempre muy educada y de agradecer. Exhala la felicidad de estar haciendo teatro a pocos metros del p¨²blico. Se muestra, como siempre, comunicativa, llena de humanidad, con una dicci¨®n clara y vigorosa. Transmite una emoci¨®n viva y sincera, y esa simpat¨ªa arrasadora que es su marca de f¨¢brica: hasta interpretando a una asesina serial caer¨ªa simp¨¢tica. Son tambi¨¦n sus bazas una gran claridad expositiva y su capacidad de encantar, como quien cuenta un cuento. Siempre ha bordado la comedia, una comedia natural, llena de vitalidad, en la que el p¨²blico puede reconocerse. Y el desgarro, y la finura de sentimientos¡±. Recuerdo la alegr¨ªa de su saludo final, y el p¨²blico abalanz¨¢ndose hacia la embocadura del escenario para darle la mano, para darle las gracias, algo que no sucede con frecuencia. Recuerdo los rostros de felicidad y de cari?o de los espectadores: es, no cabe duda, una de las actrices m¨¢s queridas de nuestro teatro.
La Velasco ha hecho de todo en teatro, en cine y en televisi¨®n. Est¨¢ en el mundo de la far¨¢ndula desde los quince a?os, cuando debut¨® con La reina mora en 1956. Pensar en ella es (si quien piensa tiene una cierta edad, como en mi caso) ver desfilar una gran cantidad de personajes. En la d¨¦cada de los sesenta (bueno, y tambi¨¦n un poco antes) fue el bomb¨®n despampanante, rebosante de gracia y encanto, de infinitas comedias. Fue chica de la Cruz Roja y chica yey¨¦, y pareja f¨ªlmica de Landa y de Manolo Escobar, y siempre lamentar¨¦ no haberla visto en el Eslava cantando y bailando en The Boyfriend dirigida por Luis Escobar. O en el Marquina, en la misma liga, con Alberto Closas en El cumplea?os de la tortuga.
En el albor de los setenta llega el gran cambio con el inesperado salto de Llegada de los dioses, de Buero, en el Lara, y Abelardo y Elo¨ªsa, de Ronald Millar, dirigida por Tamayo, y Las c¨ªtaras colgadas de los ¨¢rboles, de Gala, y Las arrecog¨ªas del beaterio de Santa Mar¨ªa Egipc¨ªaca, de Mart¨ªn Recuerda: un cuarteto de ¨¦xitos que mostraban a una ¡°nueva¡± Concha Velasco y que giraron por media Espa?a.
Lo mismo (y al mismo tiempo) sucedi¨® en la pantalla. Probablemente me deje t¨ªtulos, pero creo que la sorpresa lleg¨®, todav¨ªa a las ¨®rdenes de S¨¢enz de Heredia, con el neorrealismo tard¨ªo y desgarrado de Los gallos de la madrugada, que peg¨® el aldabonazo en el Festival de San Sebasti¨¢n de 1971. Vinieron luego El love feroz, de Garc¨ªa S¨¢nchez, comedia ¨¢cida tirando a amarga, su trabajazo ¨C la de Bringas ¨C en Tormento, de Pedro Olea, la arriesgad¨ªsima Las bodas de blanca, de Regueiro, y, ligando de nuevo p¨®quer y por todo lo alto, Pim, pam, pum, fuego, tambi¨¦n de Olea, en un rol conmovedor y una lectura de la posguerra muy valiente para la ¨¦poca. En Argentina, por cierto, le pusieron un t¨ªtulo perfecto, que defin¨ªa muy concisamente su intenci¨®n y su tonalidad: Despu¨¦s de la victoria.
?xitos teatrales de los ochenta son Filumena Marturano, de Eduardo de Filippo, que repondr¨¢ varias veces; Yo me bajo en la pr¨®xima ?y usted?, de Marsillach, que estrena con Sacrist¨¢n en la Comedia, y que tambi¨¦n tendr¨¢ m¨¢s vidas que un gato con distintas parejas de int¨¦rpretes; Mam¨¢, quiero ser artista, de Arteche y Montesinos, en el Calder¨®n, repasando t¨ªtulos cl¨¢sicos de la comedia musical espa?ola (de Moraleda a Alguer¨®), con Paco Valladares, y el drama Buenas noches, madre, mano a mano con Mary Carrillo, un montaje del que la Velasco contaba cari?osas pero afiladas an¨¦cdotas en Yo lo que quiero es bailar.
De los noventa en adelante los estrenos se disparan. Citemos, entre otros, Las manzanas del viernes, de Gala; La rosa tatuada, de Tennesee Williams, dirigida por Jos¨¦ Carlos Plaza; Hello, Dolly!, de Herman y Stewart, y su feliz encuentro con Jos¨¦ Mar¨ªa Pou, que le dirigir¨¢, en el Goya barcelon¨¦s y luego en La Latina, La vida por delante, adaptaci¨®n de La vie devant soi, la novela de ?mile Ajar (o Romain Gary), que Myriam Boyer hab¨ªa estrenado en el Marigny parisino, y que supondr¨¢ para la Velasco un nuevo ¨¦xito, con dos temporadas en cartel. De nuevo a las ¨®rdenes de Pou protagoniza Yo lo que quiero es bailar, otro traje a la medida cosido a mano por Juan Carlos Rubio, seg¨²n el modelo anglosaj¨®n de ¡°an evening with¡± y en 2013 protagoniza H¨¦cuba, dirigida por Plaza, en el Espa?ol. Tras una breve retirada por enfermedad, vuelve a la escena con el melodrama Olivia y Eugenio, de Herbert Morote, y en el a?o en curso, como dec¨ªa al principio, borda el rol de la reina Juana en la Abad¨ªa.
Larga vida y larga escena a Concha Velasco.
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