Salvoconducto
Entre los papeles del escritorio paterno, encontr¨¦ esta ma?ana el 'salvoconducto' que ¨¦l guard¨® hasta el final de sus d¨ªas
Al adentrarme en La erosi¨®n, el cuento de Colm T¨®ib¨ªn que, traducido por Enrique Juncosa, se incluye en el primer n¨²mero de Normal ¡ªrevista multidisciplinar, atenta al dibujo y los relatos, la poes¨ªa y los planos arquitect¨®nicos, las partituras musicales y los guiones de cine¡ª, me ha sido imposible no identificarme con el personaje que, en una casa al borde de un precipicio de arcilla blanca, en un inestable hogar que se balancea cuando la marea est¨¢ alta, piensa en las gafas con las que le¨ªa su padre y en la cajita gastada de metal donde las guardaba y que imagina que a su muerte tuvieron ¡°el mismo destino que el resto de sus cosas¡±.
Como toda la jornada la he pasado en el hogar familiar examinando objetos que hasta hace unos d¨ªas fueron de mi padre ¡ªuna cajita de metal y unas gafas, entre ellos¡ª, he quedado hipnotizado por el cuento de T¨®ib¨ªn. Ha sido como si la marea volviera a estar alta y todo lo que suced¨ªa en el relato me estuviera pasando a m¨ª, como en realidad as¨ª ocurr¨ªa.
¡°Alguien encontrar¨¢ mis gafas de leer, tambi¨¦n, cuando yo muera, o cuando ya no necesite leer¡±, dice el narrador. Y he comprendido que la tambaleante casa familiar, y cuanto hay en ella, no tardar¨¢n en ser barridas por el tiempo. Entonces, me he asomado al borde del acantilado para recordar que, entre los papeles del escritorio paterno, encontr¨¦ esta ma?ana el salvoconducto que, por razones que se me escapan, ¨¦l guard¨® hasta el final de sus d¨ªas.
El documento (de 1940) lleva grapada una min¨²scula foto: mi padre a los 18 a?os. ¡°A favor del solicitante para que sin impedimento alguno marche por Catalu?a, excepto fronteras¡±, se lee literalmente en lo alto del legajo, calificado de salvoconducto por el "Gobierno Civil". Es una herencia enigm¨¢tica, porque pertenece a un episodio para m¨ª desconocido de la vida de mi padre, y parece estar habl¨¢ndome de la gran dificultad de legar y de narrar y, por lo tanto, de llegar a conocer cualquier verdad. Me he quedado con el fr¨¢gil legajo y tambi¨¦n con el misterio que va con ¨¦l, y ahora me preparo para pasar la noche en esta casa que se balancea por la implacable erosi¨®n del tiempo.
¡°Excepto fronteras¡±, dice el papel heredado. Y quiz¨¢s ya solo le falte recordarnos que la vida, a la hora de destrozarnos, tiene la terca paciencia de la marea. Sea como fuere, ma?ana esquivar¨¦ ¨®rdenes y cruzar¨¦ fronteras en busca de la ¨¦pica de los exploradores polares de la que habla Alicia Kopf en su asombroso Germ¨¤ de gel (Hermano de hielo), donde narra c¨®mo nos exponemos al riesgo y a la soledad de una expedici¨®n polar cuando tratamos de abrir nuevos senderos en la escritura. Para Kopf, el arte contempor¨¢neo se distingue por la necesidad de ampliaci¨®n de fronteras y l¨ªmites; algo que no se da, por ejemplo, en nuestro acartonado ¨¢mbito narrativo.
¡°Es una pena que est¨¦s tan cerca del acantilado¡±, escribe T¨®ib¨ªn, justo cuando, a esas alturas del cuento, y siendo ya tan tenue ah¨ª abajo el oleaje, comienza de golpe a revelarse imprescindible el salvoconducto heredado.
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