La apertura de la Aduana redondea la ruta de los museos de M¨¢laga
El espacio se inaugura el d¨ªa 12 tras una d¨¦cada de acondicionamiento y 40 millones de euros. Aloja las colecciones del Bellas Artes y del Arqueol¨®gico, embaladas hace 20 a?os
Ir a la Aduana no ha sido nunca plato de buen gusto para los malague?os: los carabineros, el fisco, la polic¨ªa, la subdelegaci¨®n del Gobierno¡ Muchos prefer¨ªan dar un rodeo antes que frecuentar a los que all¨ª trabajaban desde 1839. Justo lo contrario de lo que ocurrir¨¢ a partir del 12 de diciembre, cuando, a buen seguro, se formar¨¢n largas colas para conocer lo que guardan esos muros que tanto han visto y o¨ªdo, entre otras cosas las airadas quejas de Frank Sinatra, quien en 1964 acab¨® en uno de sus calabozos tras montar un esc¨¢ndalo en un hotel de Torremolinos.
Ahora, locales y for¨¢neos esperan cruzar una puerta cerrada desde 2003, cuando las fuerzas del orden abandonaron el edificio, en el centro de la ciudad. Ha estado en obras de 2006 a 2013 y a partir de entonces se han desarrollado las actividades museogr¨¢ficas. Total: 40 millones de euros. Con 18.402 metros cuadrados construidos, 4.456 metros se destinan a mostrar las colecciones de los antiguos museos de Bellas Artes y del Arqueol¨®gico Provincial.
La expectaci¨®n podr¨ªa ser similar a la que despert¨® la construcci¨®n del edificio, de corte neocl¨¢sico, cuya primera piedra se puso en 1791 y qued¨® inaugurado en 1829. Por aquel entonces circulaba por la ciudad andaluza un chascarrillo: el edificio era tan desmesurado y su coste tan alto que el rey subi¨® a la cubierta del Palacio Real de Madrid y ote¨® hacia el sur para divisar la Aduana de M¨¢laga. As¨ª se recoge en la memoria de un proyecto de reforma del edificio en 1981.
A partir del d¨ªa 13, la dama de la Aduana, una escultura romana del siglo II que se hall¨® durante la construcci¨®n del edificio, dar¨¢ la bienvenida al nuevo museo que se inaugurar¨¢ un d¨ªa antes con la presencia de la presidenta de la Junta, Susana D¨ªaz, y del ministro de Cultura, ??igo M¨¦ndez de Vigo. Un magn¨ªfico patio inspirado en la arquitectura palaciega del Renacimiento italiano alberga el almac¨¦n visitable, un espacio ecl¨¦ctico e ideal para los curiosos que recuerda las colecciones decimon¨®nicas.
¡°Nuestro gran reto ha sido hilvanar en un discurso com¨²n las colecciones de dos museos que administrativamente se hab¨ªan unido en 1972, pero que nunca se hab¨ªan visto las caras. Es, adem¨¢s, un discurso que refleja lo que era M¨¢laga en el siglo XIX, una ciudad liberal con un gran desarrollo industrial ¡ªque sustituy¨® al Pa¨ªs Vasco azotado por las guerras carlistas¡ª y una burgues¨ªa culta. Ambas colecciones, incluso el mismo Palacio de la Aduana, son fruto de ese momento de esplendor¡±, coment¨® ayer Mar¨ªa Morente, directora del Museo de M¨¢laga, quien tras diez a?os en el cargo podr¨¢ por fin abrir las puertas del nuevo espacio.
Aunque su fuerte sea el siglo XIX, la colecci¨®n permanente de la secci¨®n de arte incluye algunas piezas a partir del XIV, como el frontal de una fuente nazar¨ª, y a algunos grandes del XVII como Jos¨¦ de Ribera y Murillo. ¡°Nuestro discurso presenta siempre varios frentes a trav¨¦s de artistas malague?os, andaluces y nacionales. Comienza con el paisaje, con obras de Emilio Oc¨®n y Carlos de Haes, pintor belga que lleg¨® a M¨¢laga con su familia con tan solo nueve a?os, y fue uno de los grandes impulsores del tr¨¢nsito del paisaje rom¨¢ntico al realista, plenarista¡±, afirma ?ngel Palomares, conservador del museo.
El germen de la colecci¨®n de pintura es la Academia de Bellas Artes de San Telmo, que tiene tambi¨¦n su sede en la Aduana, y una serie de grandes artistas que impartieron clases en la instituci¨®n desde finales del XIX como los valencianos Bernardo Ferr¨¢ndiz y Antonio Mu?oz Degra¨ªn. Precisamente es a este ¨²ltimo a quien un ni?o de 14 a?os le env¨ªa el dibujo a pastel titulado El viejo de la manta desde La Coru?a, en 1895, con dos firmas: Picazo (borrada) y Pablo R. Picasso. El viejo del cuadro era su propio padre, amigo de Mu?oz Degra¨ªn, con un buen resfriado.
Adem¨¢s de las obras del XIX, de Jos¨¦ Denis Belgrano, Moreno Carbonero o Enrique Simonet, autor de uno de los lienzos m¨¢s famosos de la colecci¨®n (?¡y ten¨ªa coraz¨®n!, 1890), tambi¨¦n hay piezas de las vanguardias, Picasso y Jos¨¦ Moreno Villa, y una representaci¨®n de los pintores malague?os de la Generaci¨®n de los 50: Joaqu¨ªn Peinado, Manuel Barbadillo, Francisco Peinado, Enrique Brinkmann o Eugenio Chicano.
Este museo es fruto del amor por la cultura de un buen pu?ado de ciudadanos que lleva casi 20 a?os luchando por ¨¦l. El 12 de diciembre de 1997, tres meses despu¨¦s de que las obras del Bellas Artes se almacenaran en este gran edificio, casi un millar de personas se manifestaron para que la ciudad recuperara su museo. La Consejer¨ªa de Cultura ha querido premiar el tes¨®n de la plataforma La Aduana para M¨¢laga, incluy¨¦ndolos en la inauguraci¨®n del museo el 12 de diciembre.
Colecciones peregrinas
El largo camino que han recorrido las colecciones del Museo de Bellas Artes de M¨¢laga, desde que cerr¨® en 1997 para convertirse en el Museo Picasso, y del Arqueol¨®gico Provincial, que sali¨® de la Alcazaba en 1996, ha sido abrupto. Durante casi 20 a?os, el Gobierno (responsable de los fondos) y la Junta de Andaluc¨ªa (encargada de su gesti¨®n) se han estado contradiciendo y retando, incluso cuando han sido del mismo signo pol¨ªtico.
El Convento de la Trinidad, el Palacio de San Agust¨ªn y la antigua F¨¢brica de Tabaco se han anunciado sucesivamente como contenedores del futuro museo. Hasta 2005 la Junta y el Gobierno no firmaron un acuerdo que permiti¨® fijar como sede definitiva el Palacio de la Aduana, un majestuoso edificio neocl¨¢sico proyectado a finales del XVIII, de propiedad estatal, donde estaba la Subdelegaci¨®n de Gobierno y la comisar¨ªa de polic¨ªa.
Tras a?os, M¨¢laga recupera ahora sus tesoros. Una colecci¨®n del Bellas Artes, de las mejores de pintura espa?ola del siglo XIX, y 2.000 piezas arqueol¨®gicas, desde la Prehistoria hasta el siglo XIV, por fin ya tienen casa.
Babelia
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