Bogoshorts rinde tributo a Cali, la meca del cine colombiano
El festival de cine de cortos de Bogot¨¢ cumple 14 a?os apostando por el formato corto
Hay una an¨¦cdota recurrente entre los cineastas de la ciudad de Cali, en Colombia. Cuando se les pregunta cu¨¢l fue el primer largometraje colombiano responden como un resorte: Mar¨ªa, una pel¨ªcula cale?a. El deseo de estos realizadores de que el cine de su pa¨ªs comience y termine en su ciudad tiene parte de aspiraci¨®n y parte de realidad. Desde que en los setenta y ochenta el grupo de Caliwood liderado por Luis Ospina, Andr¨¦s Caicedo y Carlos Mayolo intentara contar el mundo desde una provincia, este objetivo no ha cambiado.
Los que tomaron el relevo, no se aglutinan bajo una etiqueta, pero en sus pel¨ªculas aparece la misma ense?a: "Un cine independiente, que trata de explorar el lenguaje, que busca una voz, y que est¨¢ convencido de que puede llegar a la gran audiencia de una manera m¨¢s atrevida", resume ?scar Ruiz Navia, cineasta de Cali y socio fundador de la productora Contrav¨ªa, que cumple 10 a?os y lo conmemora en el festival de cortometrajes Bogoshorts (del 6 al 13 de diciembre en Bogot¨¢).
"Cumplimos 10 a?os y celebramos 10 cortos, y es solo una coincidencia", dice el cineasta. Cuando hace una d¨¦cada un grupo de amigos de la Universidad del Valle, epicentro acad¨¦mico del cine en Cali, decidieron crear una productora no lo hicieron pensando en un formato, sino en un tipo de cine de autor. Al mismo tiempo que nac¨ªa Contrav¨ªa lo hizo El vuelco del cangrejo, el primer filme de Navia. "Tambi¨¦n hemos producido pel¨ªculas de mi socio William Vega y de otros autores con diversas propuestas, pero todos apostando por un cine m¨¢s personal no solo repitiendo esquemas y estereotipos".
En la ¨²ltima d¨¦cada Contrav¨ªa ha sobrevivido, m¨¢s bien, vivido, gracias a una estructura de producci¨®n consciente de que el dinero no solo se hace en la taquilla de los cines colombianos. "No solo no hemos hecho concesiones art¨ªsticas, sino que hemos creado una marca y ya vienen personas a buscarnos, es como una especie de virus, pero en el buen sentido". Ese nombre al que se refiere se hunde en la tradici¨®n cinematogr¨¢fica de una provincia y se parapeta en el reconocimiento internacional que sus proyectos han cosechado en festivales de cine de diversas partes del mundo.
"As¨ª hemos compensado la crisis que hay de exhibici¨®n en teatros de cine en Colombia". Aquella que deriva de una injusta medida: las pel¨ªculas no aguantan m¨¢s de un fin de semana en sala si no consiguen una determinada recaudaci¨®n en esos dos d¨ªas. "Hay que cuestionar el sistema y tambi¨¦n buscar alternativas y generar otro tipo de negocios. Yo no quiero abrir una cadena de restaurantes, sino tener un par con buenos alimentos a los que la gente venga a nutrirse", justifica.
Al final de esta primera etapa lo que han conseguido, dentro y fuera de Colombia, es que su cine no se cuestione en cuanto a su calidad. "Otra cosa es que a la gente no le llegue", dice Navia. Por el momento. Hasta cierto punto la historia se repite. Luis Ospina comenz¨® a darse cuenta de que ¨¦l y sus colegas se hab¨ªan convertido en mitos mal interpretados por la globalizaci¨®n hace menos de una d¨¦cada. En los setenta y los ochenta, sus pel¨ªculas no ten¨ªan ese tamiz glamuroso que dan las camisetas estampadas con sus caras o los tatuajes en los brazos de los nuevos adolescentes. Tuvo que llegar el nuevo siglo para que Caliwood fuera Caliwood tambi¨¦n en Colombia. "Ni ellos ni nosotros tenemos miedo a atrevernos. Nos arriesgamos porque no hay nada que perder", concluye Navia.
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