La pasi¨®n de Cristo (parte II)
El relato de corte b¨ªblico y salvador de un heroico viacrucis que, adem¨¢s, incluye un ep¨ªlogo con el que acabar de convencer a los incr¨¦dulos
Mel Gibson parece empe?ado en demostrar que con las contradicciones morales de un hombre se puede acabar conformando una obra apasionante de firme consistencia dram¨¢tica. Pensamiento y actitud, discurso y pr¨¢ctica, no siempre circulan en paralelo, y en la vida de Gibson pocas veces lo han hecho. Pero, m¨¢s all¨¢ de su fuero interno, al fin y al cabo materia de su privacidad, o, en todo caso, m¨¢s all¨¢ del juicio de los tribunales o, para el doloroso creyente cat¨®lico que es, del juicio del cielo o del infierno, sus pel¨ªculas est¨¢n dotadas de una sugestiva lucha entre dos frentes opuestos. Hasta el ¨²ltimo hombre, su nuevo trabajo en la direcci¨®n despu¨¦s de una d¨¦cada sin ponerse tras la c¨¢mara, vuelve a ser, como las manos entrelazadas del predicador de La noche del cazador, un combate entre el amor y el odio, entre lo que se predica y lo que se muestra.
HASTA EL ?LTIMO HOMBRE
Direcci¨®n: Mel Gibson.
Int¨¦rpretes: Andrew Garfield, Teresa Palmer, Sam Worthington, Luke Bracey, Vince Vaughn.
G¨¦nero: b¨¦lico. EE UU, 2016.
Duraci¨®n: 131 minutos.
Una pel¨ªcula salvaje sobre un pacifista. Hablamos de La pasi¨®n de Cristo, y tambi¨¦n de Hasta el ¨²ltimo hombre, que bien podr¨ªa haberse titulado La pasi¨®n de Cristo (parte II). Si en su relato del m¨¢s legendario de los seres virtuosos Gibson mostraba un inusitado gusto por la violencia, por el pormenorizado, tenebrista y casi insolente retrato del calvario de un ser humano, en Hasta el ¨²ltimo hombre repite operaci¨®n en su biograf¨ªa del joven soldado Desmond Doss, m¨¦dico militar que particip¨® en la batalla de Okinawa, en la II Guerra Mundial, y objetor de conciencia. Un trabajo de estilo cl¨¢sico en sus secuencias alejadas de la contienda, de fuerte apoyo melodram¨¢tico, como tambi¨¦n lo era Braveheart (1995), que se desfoga sobre el barro de la colina japonesa como el bestial artefacto b¨¦lico que es, en un pasaje de m¨¢s de media hora que supera incluso el desembarco de Salvar al soldado Ryan como reflejo de las feroces consecuencias de la guerra en el cuerpo y la mente de un hombre.
Con un pu?ado de excelentes actuaciones y el br¨ªo natural que poseen los trabajos de Gibson (recordemos tambi¨¦n la notable Apocalypto), su nueva pel¨ªcula vuelve a ser un serm¨®n poco sutil que, en su fascinante visualizaci¨®n, se convierte en la feliz contradicci¨®n que es el australiano como artista. El relato de corte b¨ªblico y salvador de un heroico viacrucis que, adem¨¢s, incluye un ep¨ªlogo con el que acabar de convencer a los incr¨¦dulos Santo Tom¨¢s que, en el fondo, somos casi todos.
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