Caranchoa

Caranchoa. O caraanchoa, que la RAE recomendaba las dos formas en Twitter. Muchos aprendimos este insulto la semana pasada, gracias a un youtuber, MrGranBomba, que se dedicaba a gastar bromas con c¨¢mara oculta. En una de sus grabaciones preguntaba una direcci¨®n a un repartidor mientras le soltaba la palabreja. El mensajero no se lo tom¨® muy bien y respondi¨® arre¨¢ndole un bofet¨®n.

En redes sociales, la mayor parte de la gente se ha puesto de parte del trabajador: hay chistes y montajes a costa del sopapo, algunos rozando la crueldad, hasta el punto de que el youtuber ha acabado borrando sus v¨ªdeos.

No parece m¨¢s que una an¨¦cdota, pero tambi¨¦n es un ejemplo de c¨®mo internet y las redes sociales han cambiado nuestra forma de comentar lo que vemos. Si esto hubiera pasado hace a?os en un programa de televisi¨®n de bromas similares, lo habr¨ªamos comentado en la oficina o en el bar y en una semana estar¨ªa olvidad¨ªsimo. Como mucho, Martes y 13 se har¨ªan un sketch a su costa.

Pero hoy en d¨ªa comentamos todo esto en redes. Es inevitable que nos comportemos casi igual que en la barra de un bar. Pero no es lo mismo. De entrada, el youtuber puede leer todo lo que se comenta en Twitter, mientras que ni siquiera se enterar¨ªa de lo que dij¨¦ramos en caso de hacerlo mientras nos tomamos unas ca?as.

Adem¨¢s, internet no olvida nada. Por ejemplo, las empresas ya est¨¢n acostumbradas a buscar en Google el nombre de los candidatos a un puesto de empleo; por supuesto, siempre esperando encontrar algo malo. Cuando busquen a este chico, lo primero que aparecer¨¢ ser¨¢n las noticias que le hemos dedicado los medios al bofet¨®n. Y lo segundo, los chistes a su costa.

Este l¨ªo viene de un error desafortunado (y tampoco tan grave) de un chaval de 20 a?os que, adem¨¢s, ya se ha llevado una buena torta (literalmente). Todos nos equivocamos y aunque solo fuera por eso deber¨ªamos aprender a olvidar. Aunque Google no lo haga.