Mensajes de taza de desayuno

En El nombre delante del t¨ªtulo, su autobiograf¨ªa, el director estadounidense Frank Capra escribi¨® una preclara declaraci¨®n de intenciones: "Mis pel¨ªculas explorar¨¢n el coraz¨®n no con l¨®gica sino con compasi¨®n. Me ocupar¨¦ de las dudas del hombre insignificante, de sus maldiciones, de la p¨¦rdida de la fe en s¨ª mismo, en sus semejantes, en su Dios. Y mostrar¨¦ la superaci¨®n de las dudas, la valerosa renovaci¨®n de la fe, y la convicci¨®n final de que puede y debe sobrevivir por s¨ª mismo y seguir siendo libre". Una sentencia que bien podr¨ªan haber firmado los autores de Belleza oculta: David Frankel, desde la direcci¨®n; Allan Loeb, en el guion, y Will Smith en la interpretaci¨®n, como el rostro visible de ese producto cinematogr¨¢fico sobre el hombre medio al que las circunstancias le hacen dudar de s¨ª mismo y de sus convicciones morales.

Y, sin embargo, a Capra le acababan saliendo pel¨ªculas tan bonitas, creativas, demoledoras e inspiradoras como ?Qu¨¦ bello es vivir!, y a Frankel, Loeb y Smith un desastroso manual de autoayuda de librer¨ªa de aeropuerto como Belleza oculta. Y todo ello a pesar de compartir, y volvemos a la frase inicial, la ausencia de l¨®gica, los elementos m¨¢gicos que emparentan a ambas pel¨ªculas con la f¨¢bula fant¨¢stica; la compasi¨®n; las dudas del hombre; las maldiciones del destino, aqu¨ª la muerte de una hija de 7 a?os; la superaci¨®n, y la libertad. Est¨¢ claro que a Smith le interesa el subg¨¦nero: En busca de la felicidad (2006) y Siete almas (2008) ya compart¨ªan esos signos de desmoronamiento emocional y f¨ªsico, mensaje de superaci¨®n y catarsis final. Pero, aun siendo ambas demasiado blandas, Gabriele Muccino, su director, consegu¨ªa controlar los excesos en el ternurismo para no naufragar del todo. En cambio Frankel y, sobre todo, su guionista, Loeb, se zambullen en el spot paliativo, en la frase rimbombante, en el mensaje de gur¨² del adoctrinamiento. Sin trascendencia ni complejidad.

La muerte de un hijo es seguramente lo m¨¢s terrible que le puede ocurrir a una ser humano. Pero no les basta: suman, en los personajes adyacentes, a un padre libertino al que su hija peque?a no le dirige la palabra, a una eterna aspirante a madre sin apenas posibilidades de serlo, y a un moribundo con c¨¢ncer. Tambi¨¦n unos ¨¢ngeles, aunque mucho menos divertidos que el de ?Qu¨¦ bello es vivir! Y un cargamento de elementos formales que pretenden llevar al espectador hasta el ¨¦xtasis lacrim¨®geno. Convirtiendo a la pel¨ªcula en una risible homil¨ªa pagana para tiempos agn¨®sticos, en los que la religi¨®n es una frase inspiradora de una taza de desayuno.