El poder del mando

Adaptar a Shakespeare con sentido, br¨ªo y talento no debe ser tarea f¨¢cil. Pero, a juzgar por los resultados, es muy probable que sea m¨¢s dif¨ªcil a¨²n adaptar un videojuego. Al Justin Kurzel de la en¨¦rgica Macbeth (2015) le quitas a Shakespeare y no le queda ni la energ¨ªa. Y m¨¢s si lo que le das, o lo que ¨¦l ha escogido, es la traslaci¨®n de un videojuego para Windows, Xbox 360 y PlayStation 3, Assassin's Creed, con toda seguridad brillante en su lenguaje pero que, con el salto a la pantalla y la ausencia de su principal baza, el poder del mando, el dominio y la decisi¨®n del jugador, pierde todo su sentido.

La pel¨ªcula est¨¢ ambientada entre la Tercera Cruzada, en el a?o 1191, y un Madrid futurista en el que se supone que se aloja una corporaci¨®n tecnol¨®gica donde el protagonista (en realidad, el jugador), interact¨²a con una m¨¢quina, a la manera de una videoconsola, pero a lo bestia, y guerrea en ese pasado de guerras de religi¨®n. El problema es que en cada secuencia de acci¨®n, un continuo simulacro digital de travellings y puesta en escena casi m¨¢s cercano a la animaci¨®n que a la imagen real, acabas viendo tambi¨¦n a Michael Fassbender luchando con la nada, enganchado a una m¨¢quina llamada Animus, en un elemento distanciador que convierte en imposible la captura de cualquier emoci¨®n.

Batiburrillo de acci¨®n desaforada pero carente de ritmo interno, subtextos de saldo relacionados con la erradicaci¨®n de la violencia, y un pu?ado de referencias presuntamente cultas (la manzana del Ed¨¦n que contiene el c¨®digo gen¨¦tico del libre albedr¨ªo, el patio de los leones de la Alhambra, la Inquisici¨®n, y hasta el viaje de Col¨®n desde Palos de la Frontera), Assassin's Creed quiz¨¢ solo tenga inter¨¦s por la muy aprovechada presencia de Javier Guti¨¦rrez y, sobre todo, Hovik Keuchkerian, dos de los int¨¦rpretes espa?oles de este confuso sinsentido.