Historia de una familia de migrantes
El escritor recorre el siglo XX a trav¨¦s de la odisea de sus ancestros, s¨ªmbolo de la inmigraci¨®n como fuerza global
Algo se conoce ya acerca de la rama S de la familia B-S cuyos integrantes hoy viven en Buenos Aires y Londres de Ontario. Los S proceden todos de Rumania. Han practicado el juda¨ªsmo desde hace muchas generaciones. Semejante pertenencia los oblig¨® a esconderse y a pagar un alto precio por conservar la vida durante la II Guerra Mundial. El comunismo tampoco fue condescendiente con ellos. Los S pudieron partir a Israel, pero s¨®lo unos cuantos se establecieron all¨ª. Tras un paso infructuoso por Francia, los dem¨¢s migraron a Sudam¨¦rica y echaron ra¨ªces en Brasil y Argentina. A pesar de haber perdido sus posesiones, dos o tres veces en menos de 30 a?os, los S de Sudam¨¦rica nunca se dejaron ganar por la amargura o la tristeza. Mantuvieron con pertinacia la alegr¨ªa.
De la rama de los B, poco se sabe. Sus or¨ªgenes son m¨¢s variados que los de los S. Hubo catalanes por ambos lados, de madre y padre, del ¨²nico B vivo que corresponde a la generaci¨®n inmediata a la posguerra. Hubo vascos por el lado del padre y galaico-criollos por el de la madre.
Los bisabuelos catalanes llegaron a Argentina pr¨¢cticamente en la misma ¨¦poca, en la d¨¦cada de 1880. Coincidencia, ambos eran administradores honestos de bienes ajenos. Uno trabaj¨® para la compa?¨ªa del Ferrocarril del Norte y pas¨® varios a?os en Jujuy. Hab¨ªa combatido en Igualada contra los carlistas. Su primer hijo, abuelo del B sobreviviente, estudi¨® bacteriolog¨ªa, descubri¨® la presencia del tifus exantem¨¢tico en la poblaci¨®n rural del noroeste argentino y luch¨® para erradicar el mal que transmit¨ªan los piojos ocultos en las amplias polleras de las campesinas. Casose con la mujer galaico-criolla cuya madre, nacida en Carril, Pontevedra, hab¨ªa desembarcado en Buenos Aires en 1890 y se hab¨ªa unido en matrimonio a un criollo, nieto a su vez de un peque?o hacendado y de su esclava negra. La muchacha africana hab¨ªa sido vendida en el mercado de Buenos Aires en 1795, tras cruzar el Atl¨¢ntico desde Angola. De la pareja que el bacteri¨®logo form¨® con aquella primera hija de la gallega y del nieto de la africana naci¨® una ni?a, quien hubo de casarse con el nieto del otro catal¨¢n de la historia.
En efecto, el otro barcelon¨¦s puso una mercer¨ªa en Buenos Aires a la que bautiz¨® ¡°el Rey de los Pinches¡±. Su ¡°princesa¡± de los alfileres y agujas estudi¨® piano, dio conciertos, compuso valses y tangos mel¨®dicos. Se uni¨® en matrimonio con un v¨¢stago de los vascuences, quienes hab¨ªan comenzado a viajar al Plata alrededor de 1870. A los 52 a?os, Jean lleg¨® del valle de los Aldudes a Uruguay junto a su primera esposa y tres hijos. Enviud¨® pronto. Volvi¨® a casarse, por poder, con una muchacha de 18 a?os de los Aldudes, Marie, quien atraves¨® el Atl¨¢ntico para unirse a ese marido que la triplicaba en edad. Del matrimonio, naci¨® el abuelo del B que hoy tiene 70 a?os y forma, con una rumana de los S, la familia B-S.
Esa cara final es una suerte de nudo de bellezas e infortunios heredados, haz trunco de peregrinaciones dignas de ser cantadas
El tal abuelo luch¨® en las filas del partido blanco de Uruguay, derrotadas en la batalla de Malloser. Fue prisionero varios meses, hasta que su padrino pol¨ªtico, Basilio Mu?oz, se lo llev¨® a vivir al campo en Cerro Largo. Hacia 1913 se radic¨® en Buenos Aires. Lo hab¨ªa conducido hasta all¨ª el mal diagn¨®stico de una muerte inminente. El hombre quiso gastar las 75 libras de oro que formaban toda su heredad y darse la gran vida antes de morir, pero nada ocurri¨® y el fin s¨®lo le lleg¨® en 1947. Mientras tanto, se hab¨ªa casado con la ¡°princesa de los Pinches¡±.
El primer hijo de la pareja fue un m¨¦dico c¨¦lebre, profesor de semiolog¨ªa en la Universidad de Buenos Aires. Su esposa, hija del bacteri¨®logo catal¨¢n, le dio dos v¨¢stagos, uno es el setent¨®n sobreviviente; el otro, un joven brillante, quien pudo haber sido la coronaci¨®n de tantas migraciones enrevesadas. Fue estudiante de arquitectura, desprejuiciado latinista y guerrillero del Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo. Como latinista, escribi¨® un texto extra?o, Ludus universalis, fantas¨ªa cosmol¨®gica y moral inspirada en Spinoza y en la f¨ªsica contempor¨¢nea. Como guerrillero, fue atrapado en los primeros meses de la tiran¨ªa militar y arrojado al mar a fines de julio de 1976. Nunca dej¨® de pensar en la soledad angustiosa de sus antepasadas que hab¨ªan cruzado el Atl¨¢ntico con casi un siglo de diferencia: la adolescente angole?a en 1795 y la joven del valle de Aldudes en 1880. Su Ludus terminaba con una frase cargada de esperanza, escrita en v¨ªsperas de su ca¨ªda, como si hubiera sido un nuevo Condorcet. La traducci¨®n aproximada ese:
A pesar de haber perdido sus posesiones dos o tres veces en menos de 30 a?os, nunca se dejaron ganar por la amargura o la tristeza
¡°De tal suerte, se tendr¨¢ un universo cercano a la perfecci¨®n. Ciudades impensadas, edificios, construcciones materiales e intelectuales, m¨¢quinas, bell¨ªsimas pinturas poblar¨¢n los planetas innumerables y circunvalar¨¢n las estrellas. Dios estar¨¢ totalmente lleno de una m¨²sica perenne¡±. Exploremos el resplandor de su cara morena, la delicadeza de sus proporciones, los rasgos africanos de su boca y los espa?oles de sus cejas pobladas. Esa cara final es una suerte de nudo de bellezas e infortunios heredados, haz trunco de peregrinaciones dignas de ser cantadas por un Homero del futuro. Los B-S del presente viven tironeados entre la memoria de la alegr¨ªa contumaz de los S y la melancol¨ªa guerrera que hiri¨® tres veces a los B. No se han consolado todav¨ªa de la desaparici¨®n prematura del m¨¢s extraordinario joven desprendido de su ¨¢rbol migratorio.
Jos¨¦ Buruc¨²a es autor del ensayo ¡®La enciclopedia B-S¡¯ (Perif¨¦rica).
Babelia
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