La bandera del soldado Rodr¨ªguez vuelve a casa
Una argentina dona al Museo del Ej¨¦rcito el estandarte que su abuelo gallego port¨® en la Guerra de ?frica
Como dice la bonaerense Liliana Hebe Rodr¨ªguez, la historia de su familia y de la bandera militar que les ha acompa?ado desde hace casi cien a?os es de cuento. As¨ª que, hab¨ªa una vez un gallego, C¨¦sar Rodr¨ªguez Pardo, de la localidad orensana de A Bugari?a, el mayor de siete hermanos, que fue reclutado, como miles de j¨®venes espa?oles, con solo 20 a?os, en 1921, para luchar en Melilla, en aquella carnicer¨ªa que fue la guerra de ?frica. Liliana Rodr¨ªguez, profesora en Ciencias Pol¨ªticas, nacida en 1955, cuenta que su abuelo estuvo cuatro a?os en el frente y que padeci¨® malaria y tifus, entre otros males.
Cuando C¨¦sar Rodr¨ªguez se licenci¨®, volvi¨® a Galicia y trajo consigo una bandera (de unos 60 cent¨ªmetros por 80), con los colores de la ense?a nacional y el escudo. Era de las de tipo "percha? o mochila", se?ala Beatriz Jim¨¦nez Bermejo, conservadora-jefe del departamento de Uniformidad y Simbolog¨ªa del Museo del Ej¨¦rcito, en Toledo. En la bandera aparece el nombre del Regimiento de Infanter¨ªa Ceri?ola n¨²mero 42, "que sufri¨® grandes p¨¦rdidas en la guerra de ?frica y tuvo un papel importante en el desastre del Annual", a?ade Jim¨¦nez. Esa tela se entregaba a cada soldado, que la usaba "para cubrir las pertenencias en los campamentos, o se?alizar la posici¨®n", explica, "o para cubrir su rostro en caso de fallecimiento en campa?a cuando era enterrado". Jim¨¦nez subraya que ese estandarte ¡ªhoy con unas cuantas manchas marrones peque?as y una raja en el centro¡ª "tiene un gran valor hist¨®rico por el momento que representa y por su uso concreto en el Ej¨¦rcito espa?ol".
C¨¦sar Rodr¨ªguez sigui¨® su vida, se cas¨® con Perfecta Gonz¨¢lez y tuvieron un hijo, al que llamaron como al padre, nacido en Soutelo (Ourense), el 18 de junio de 1927. Sin embargo, la pobreza les llev¨® a sumarse a la di¨¢spora de gallegos que partieron, primero ¨¦l, luego ella, a Argentina en busca de un mundo mejor. El matrimonio dej¨® al ni?o, que ten¨ªa un a?o, al cuidado de los abuelos. La bandera tambi¨¦n qued¨® en Espa?a.
Los padres y su peque?o vivieron distanciados la Guerra Civil. Liliana desconoce por qu¨¦ sucedi¨® as¨ª. Su relato contin¨²a reci¨¦n terminado el conflicto, cuando el matrimonio sac¨® a su hijo del pa¨ªs para que se reuniera con ellos en Argentina. El 4 de mayo de 1939, con 11 a?os, el ni?o fue en tren desde Galicia a Barcelona. All¨ª lo recibi¨® un t¨ªo ¡ªun republicano que muri¨® en Perpi?¨¢n, en la II Guerra Mundial¡ª que lo embarc¨® en el Vulcania, un barco italiano que hab¨ªa partido de G¨¦nova. Desde Galicia, la abuela hab¨ªa mandado una carta a Buenos Aires anunciando la llegada de su nieto. Como el ni?o y sus progenitores no se hab¨ªan visto, apenas en unas fotos, el peque?o llevaba la bandera que su padre hab¨ªa tra¨ªdo de ?frica para que lo reconociesen en la cubierta del Vulcania. ¡°Esa bandera era su salvoconducto".
Tres semanas en barco
Despu¨¦s de casi tres semanas de navegaci¨®n, el chaval lleg¨® por fin al puerto de Buenos Aires, atestado de familiares. El ni?o empez¨® a correr de proa a popa agitando su bandera hasta que el muelle qued¨® vac¨ªo. Nadie le respondi¨® abajo. ¡°La carta que informaba de la llegada de mi padre se hab¨ªa demorado, por eso nadie lo esper¨®¡±. Desesperado, pens¨® que lo mejor era regresar a Espa?a, como poliz¨®n. ¡°Se escondi¨® junto a unas sogas de amarre, hasta que lo encontr¨® el capit¨¢n del barco¡±. Finalmente, lo dejaron en el hotel de Inmigrantes, construido cerca del embarcadero para alojar a los que llegaban al pa¨ªs. ¡°Estuvo tres d¨ªas despierto y sin comer, mirando por una ventana, hasta que vio entrar en el edificio a un hombre que crey¨® pod¨ªa ser su padre, y sali¨® corriendo¡±. As¨ª se reencontraron.
Aquel ni?o estudi¨® Farmacia y Bioqu¨ªmica en la Universidad de Buenos Aires y se cas¨®. Tuvieron que pasar muchos a?os para que ¨¦l le entregara aquella bandera, ¡°que hab¨ªa sido el pa?o de l¨¢grimas¡± de su padre en las tres noches de hotel. ¡°Un d¨ªa me la dio y jam¨¢s volvi¨® a preguntarme por ella. No llegamos a hablar de mi proyecto de devolverla a Espa?a¡±. Su padre falleci¨® en 2011, a los 84 a?os.
Ayer, martes, Liliana Hebe Rodr¨ªguez pudo cumplir lo que deseaba hac¨ªa a?os. En el Museo del Ej¨¦rcito, en un breve pero emotivo acto, don¨® dos fotos de su abuelo y "una carta de amor" a su novia a la instituci¨®n, con la que se hab¨ªa puesto en contacto meses atr¨¢s. El encargado de recibir el material fue el coronel jefe del ?rea de Documentaci¨®n, Pedro P¨¦rez. Ahora se iniciar¨¢ el procedimiento para que forme parte de los fondos un estandarte del que, seg¨²n Jim¨¦nez, ¡°solo hay otros cuatro ejemplares¡± en el museo. Liliana, tras entregar la bandera, al? borde de las l¨¢grimas, dijo: ¡°Mi padre estar¨¢ feliz, y mi abuelo, m¨¢s. Misi¨®n cumplida".
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