La infecci¨®n del nazismo
'Davant la jubilaci¨®': de lo mejor de Thomas Bernhard, de lo mejor de Krystian Lupa
El enorme Krystian Lupa dirige en Barcelona Davant la jubilaci¨® (Vor dem Ruhestand, 1979), una de las obras m¨¢s duras e intensas de Thomas Bernhard, en ¨®ptima versi¨®n catalana de Eugeni Bou. Se estren¨® en Temporada Alta el pasado octubre y ahora ha desembarcado en el Lliure de Gr¨¤cia. Merc¨¨ Ar¨¤nega, Pep Cruz y Marta Angelat interpretan a los H?ller, tres hermanos austriacos. Como cada 7 de octubre, Vera y Rudolf, nazis irredentos, celebran el aniversario de la muerte de Himmler, el ide¨®logo del Holocausto, al que Rudolf sigue venerando. Vera baja las persianas a cal y canto, Rudolf vuelve a ponerse su uniforme de la SS, y cenan, beben y repasan el ¨¢lbum familiar ante el silencio despectivo de Clara, la hermana mayor, atrapada en su silla de ruedas.
Rudolf (Cruz) es un desecho humano. Fue comandante de un campo de exterminio, se ocult¨® durante 10 a?os y emergi¨® (¡°porque 10 a?os despu¨¦s ya nadie preguntaba¡±) para llegar a ser presidente de la Audiencia.
Vera (Ar¨¤nega, con la ferocidad felina de Marianne Faithfull) adora a su hermano y siente una arrasadora nostalgia de los fastos fascistas: de ponerse de nuevo los arreos y volver a mandar, como una nueva rica de provincias. Otra basura, a la que Bernhard contempla con un humor negr¨ªsimo: ¡°El a?o pasado ¡ªle dice a su hermana Clara¡ª Rudolf te oblig¨® a vestirte de prisionera del campo; yo misma te cort¨¦ el pelo. Pero este a?o te ha respetado, ?y as¨ª le pagas? ?Eres una revientafiestas!¡±. Gentuza que vive esperando el cuarto Reich y creen haber hecho lo que hicieron ¡°por el bien de la naci¨®n¡±: el ¨²ltimo refugio de los canallas. Como si todas las muertes no hubieran existido. O, peor, como si hubieran sido ¡°necesarias¡±. La informaci¨®n llega sin ¨¦nfasis melodram¨¢tico. Flota la sombra de un incesto. Y una madre que se suicid¨®. Clara se enfrenta a su hermana en el primer acto, pero enmudece, hundida en la amargura y la cobard¨ªa, cuando llega Rudolf, al comienzo del segundo. La poderos¨ªsima mirada de Marta Angelat sabe ser furiosa, sarc¨¢stica, devastada. Es un personaje conmovedor, que padece un infierno singular: una antinazi prisionera de dos nazis que adem¨¢s son sus hermanos.
La pieza va m¨¢s all¨¢ de la denuncia porque analiza una patolog¨ªa. Lupa lo define con precisi¨®n: ¡°No se trata solo de plasmar una ideolog¨ªa monstruosa, sino una enfermedad espiritual. Todos los sentimientos humanos, valores y aspiraciones est¨¢n infectados por este virus¡±. El comedor burgu¨¦s de los H?ller es ¡°una c¨¢rcel asfixiante en la que se respira el odio, el miedo, la imposibilidad de ser feliz¡±.
Tres actos. Tres horas y media. A ratos fatigan, pero te clavan en la butaca, y el tercer acto es de vuelta al ruedo
Tres actos. Tres horas y media. A ratos fatigan, pero te clavan en la butaca, y el tercer acto es de vuelta al ruedo. Una lentitud ceremonial es la clave de la mirada de Lupa, como una c¨¢mara implacable que va desvelando el alma de sus personajes. Silencios cargados de espanto, de ira o de locura. Un ritmo que hace pensar en un lavabo atascado, desagu¨¢ndose gota a gota. Lupa persigue siempre la verdad y alza atm¨®sferas dolorosamente inolvidables. Dirige, firma la escenograf¨ªa y la iluminaci¨®n, pauta las m¨²sicas, los ruidos de fondo: Roger ?balos crea el prodigioso espacio sonoro. Un tango polvoriento, que parece girar en c¨ªrculos, subraya los careos de Vera y Clara durante el primer acto; el piano roto de Blanca Soler suena como si viniera de otra ¨¦poca; los ruidos del mundo entran por la ventana abierta. Hay que aplaudir tambi¨¦n las filmaciones de Nanouk Films. Im¨¢genes de la misma escena pero con ligeras variaciones: los personajes en blanco y negro, entre rosas blancas, como en una pel¨ªcula de la UFA, en un universo paralelo.
En el segundo acto, cuando llega Rudolf, Pep Cruz le da un aire fatigado, de doctor chejoviano, y Ar¨¤nega imprime una inquietante mezcla de erotismo y ternura maternal a la sensacional escena del masaje. No tardar¨¢n en aparecer las bestias. Estuve a punto de escapar a por aire durante la cena del tercer acto, literalmente irrespirable. La medid¨ªsima borrachera de Pep Cruz es de una veracidad terrible, y su furor da aut¨¦ntico miedo. El ritmo est¨¢ pautado por el tictac del reloj de pared, con el p¨¦ndulo batiendo como una guada?a inminente. La larga escena del ¨¢lbum es una de las cosas m¨¢s salvajes que he visto nunca: de lo mejor que ha escrito Bernhard, de lo mejor que ha dirigido Lupa. Vemos im¨¢genes de los campos de la muerte y Vera solo quiere ver ¡°la belleza de los ¨¢rboles¡±, y Rudolf musita ¡°nadie nos puede robar esos recuerdos¡±. O la fugaz estampa de la hermos¨ªsima muchacha de cabellos negros, zanjada por la voz inmunda: ¡°Hubo que gasearla poco despu¨¦s¡±.
Viene luego la tensi¨®n de querer disparar sobre la plaza, al azar. O cuando la Luger sustituye al fusil. Y el estallido de la Heroica, como un agua p¨²trida, finalmente desbordada.
Merc¨¨ Ar¨¤nega, Pep Cruz y Marta Angelat han hecho cosas muy grandes, pero su trabajo en Davant la jubilaci¨® quiz¨¢ sea lo m¨¢s alto y m¨¢s hondo. Corran al Lliure.
¡®Davant la jubilaci¨®¡¯, de Thomas Bernhard. Director: Krystian Lupa. Int¨¦rpretes: Merc¨¨ Ar¨¤nega, Pep Cruz, Marta Angelat. Teatre Lliure (Barcelona). Hasta el 5 de febrero.
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