El amante de los juguetes que no call¨® ante la corruptelas del arte
Un acto de justicia po¨¦tica: Carlos P¨¦rez, que alert¨® del desvar¨ªo gestor de la hoy investigada Consuelo Ciscar, tendr¨¢ una sala con su nombre en el antiguo IVAM
A Carlos P¨¦rez le gustaban los mastod¨®nticos paquebotes de principios de siglo XX que cruzaban el Atl¨¢ntico. Como no vivi¨® en aquellos tiempos, se dedic¨® a reunir, estudiar y exhibir todo tipo de papeles, objetos, en definitiva, obras de artes de sus admiradas vanguardias art¨ªsticas de entreguerras. Igual pod¨ªan ser carteles del transatl¨¢ntico ¡®Normandie¡¯ o de la bailarina negra Josephine Baker que juguetes de Torres Garc¨ªa o de Alexander Calder o dibujos para aprender a sumar de El Lissitzky. Tambi¨¦n le gustaban mucho el circo, el jazz, el c¨®mic, el cine, la tipograf¨ªa y sobre todo, Margarita y Marta, su mujer y su hija. Y estaba encantado, por afrancesado, de haber recibido la condecoraci¨®n de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia por su "pasi¨®n erudita por el arte popular". Eso fue en 2012. Un a?o despu¨¦s, muri¨®.
Ten¨ªa 66 a?os. Y hab¨ªa sido muchas cosas: pedagogo, director general de Servicios Sociales, conservador del Institut Valenci¨¤ d¡¯Art Modern (IVAM) y del Museo Nacional Reina Sof¨ªa y responsable de exposiciones del Museu Valenci¨¤ de la Il.lustraci¨® i la Modernitat (Muvim). Tambi¨¦n hab¨ªa sido un agitador cultural, adem¨¢s de un tipo entra?able, divertido, riguroso y honesto. Tanto que fue de los primeros que vio venir la deriva del barco que hab¨ªa contribuido a botar, el IVAM, y no dud¨® en advertir a diestro y siniestro del naufragio de la direcci¨®n de Consuelo Ciscar (entre 2004 y 2014), que hundi¨® la extraordinaria singladura inicial del museo.
Hoy es muy f¨¢cil. Hoy incluso se rivaliza a ver qui¨¦n hace m¨¢s le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo con la seguridad de la auditor¨ªa de la Generalitat, que constat¨® un rosario de irregularidades, sobrecostes y nepotismo, y la instrucci¨®n de la jueza que ha imputado a Consuelo Ciscar (y a cinco de sus estrechos colaboradores) por los delitos de malversaci¨®n de caudales, prevaricaci¨®n y falsedad documental. Pero cuando Ciscar era el mascar¨®n de proa del IVAM y de la pol¨ªtica cultural del PP valenciano, con un amplio presupuesto a su disposici¨®n, y algunos conocidos artistas, expertos, cr¨ªticos y periodistas de Espa?a avalaban su gesti¨®n con su colaboraci¨®n (pese a direcci¨®n que ya apuntaban las noticias publicadas), Carlos P¨¦rez no dej¨® de alertar de lo que estaba sucediendo. Su visi¨®n de la cultura pasaba por el compromiso c¨ªvico.
Le sacaba de sus casillas el descr¨¦dito en que estaba cayendo el museo, cada vez m¨¢s parecido en su mediocre devenir y en sus irregulares pr¨¢cticas a cualquiera de las instituciones pol¨ªticas que han protagonizado los m¨²ltiples casos de corrupci¨®n del primer decenio del siglo XXI (algunos larvados con anterioridad) en la Comunidad Valenciana.
Por todo ello, la decisi¨®n del Consorci de Museus de bautizar con el nombre de Carlos P¨¦rez una de las salas del Centre del Carmen, que fue tambi¨¦n subsede del IVAM, es un acto de justicia po¨¦tica y c¨ªvica. All¨ª se exhib¨ªan las obras de los artistas m¨¢s experimentales y j¨®venes hasta que otra arbitrariedad pol¨ªtica cercen¨® su filiaci¨®n con el museo. Y all¨ª, entre la arquitectura renacentista y g¨®tica de los claustros del antiguo convento, un nombre evocar¨¢ a partir del jueves un mundo perdido, formado por trapecistas de alambre, juguetes de hojalata y bailarinas que hermanaban el jazz con el dad¨¢.
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