As¨ª se fabrica una canci¨®n pop de ¨¦xito
Un libro revela la magia de los productores para convertir en ¡®hits¡¯ temas de famosos cantantes
En realidad todo empez¨® con la banda sueca Ace of Base. ¡°All that she wants is another baby...¡±, entona el estribillo, e inmediatamente quedas enganchado. Por supuesto, no es la primera canci¨®n de la historia de la m¨²sica que a base de repeticiones se te ha incrustado en el cerebro, pero es, sin duda, la que marca el inicio de esta historia, la de La f¨¢brica de canciones (Reservoir Books), escrita por John Seabrook.
Y la historia dice as¨ª: en 1992, la industria musical, en plena necesidad de transformaci¨®n, cambi¨® completamente gracias a un equipo de productores suecos, encabezados por Denniz Pop y su (inicialmente) ayudante Max Martin. Su primer gran hit para Ace of Base, ingenier¨ªa sueca del primer nivel, se hizo en un peque?o estudio en Estocolmo y les vali¨® m¨¢s de dos millones de copias entre Estados Unidos y Reino Unido. A base de repeticiones, ganchos musicales en el lugar adecuado y el suficiente pop azucarado, el estudio Cheiron, donde ambos trabajaban, se convirti¨® en la f¨¢brica de grandes ¨¦xitos imparable que lo modific¨® todo.
Pronto, las discogr¨¢ficas estadounidenses que llevaban a bandas necesitadas de un primer ¨¦xito que les hiciera triunfar entre la chavalada, llamaron a su puerta. El grunge mor¨ªa, el indie se disgregaba y con la crisis de las ventas lleg¨® el momento del hit pop orquestado. Y nadie como un equipo de suecos encantados de trabajar en equipo, sin ganas de figurar y con un toque m¨¢gico para ensamblar canciones.
Frase mel¨®dica
¡°Entr¨¦ en esta historia porque lo primero que me sorprendi¨® es que la m¨²sica que escuchamos ahora est¨¢ completamente construida para engancharte¡±, explica Seabrook. ¡°Indagu¨¦ qui¨¦n las hace, qui¨¦n las orquesta y me encontr¨¦ con Max Martin y, en su origen, con Denniz Pop. Estos productores suecos incorporaron los hooks, una frase mel¨®dica condensada, que antes ya exist¨ªa pero ahora tiene muchas m¨¢s capas que te retienen ah¨ª. Es m¨²sica que se diferencia de la canci¨®n autoral anterior, m¨¢s larga, con inicio, estribillo y final. Estos ¨¦xitos est¨¢n hechos para nuestro nuevo milenio, en el que tenemos mucha menos capacidad de atenci¨®n¡±.
El curr¨ªculo de Denniz Pop ¡ªque falleci¨® prematuramente en 1995¡ª y especialmente el de Max Martin son incomparables. Este ¨²ltimo, que comenz¨® como cantante en una banda de glam metal, cuenta en su haber con m¨¢s ¨¦xitos que nadie. Quit Playing Games (with My Heart) y I want it that way, para Backstreet Boys, Baby one more time, I did it again, para Britney Spears, I kissed a girl y California Gurls, para Katie Perry; We are never ever going back together, I knew you were trouble, Shake it off, para Taylor Swift, y muchos otros para Demi Lovato, Justin Timberlake, Jelly Clarkson, Pink, Ariana Grande o The Weeknd. Si hay un ¨¦xito pop en los ¨²ltimos 20 a?os, es m¨¢s que posible que sea de Martin.
Aun as¨ª, casi nadie fuera de la industria lo dice. Sus nombres figuran como coautores en todas las canciones, alguna que otra estrella les dedica los premios que reciben, pero permanecen en la sombra. ¡°Nadie quiere que se sepa, si lo quisieran lo sabr¨ªamos todos. Se quiere mantener la m¨ªstica de los noventa, en la que el m¨²sico de rock era tambi¨¦n el autor de la melod¨ªa. No se miente directamente, pero se hace creer que Rihanna o Katie Perry escriben sus canciones, en vez de un sueco de mediana edad. Podemos asumir perfectamente que un actor no escribe el di¨¢logo que recita, pero no que un cantante no lo haga¡±, explica Seabrook. La historia oculta es digna de ser revelada, con much¨ªsimas fuentes, pero, lamentablemente, sin Martin. ¡°No ha querido hablar con nadie, es una especie de fantasma sueco, siempre en la sombra¡±, dice el escritor.
El libro indaga en la historia de la industria musical para buscar el origen de esos hits. La tradici¨®n es larga: desde la m¨ªtica discogr¨¢fica Motown, en los sesenta, hasta el combo de Stock Aitken y Waterman a finales de los ochenta ¡ªcon Kylie Minogue, Jason Donovan y Rick Astley como principales estrellas¡ª pero nadie ha durado tanto en el negocio como Martin. ¡°La mayor¨ªa de los productores, a partir de los ochenta, usaban a estrellas desconocidas que en cuanto ten¨ªan ¨¦xito quer¨ªan, comprensiblemente, cierto control creativo. El desprecio de los productores por artistas que ellos consideran que han creado, como es el caso de Dr Luke con Ke$ha, les pasa factura. Los suecos no tienen esa necesidad de ¨¦xito, no les importa permanecer en la sombra¡±, explica Seabrook. ¡°Adem¨¢s, la m¨²sica evoluciona vertiginosamente, si algo tiene ¨¦xito en seguida es copiado, con lo cual acabas sonando como una parodia de ti mismo. Martin se ha rodeado de diferentes colaboradores y sus t¨¦cnicas de producci¨®n para cambiar su sonido y seguir siendo relevante¡±.
El libro incide en la ciencia pero tambi¨¦n en el lado oscuro del ¨¦xito. Desde los usureros managers de boybands, al acoso sexual a las estrellas, nadie sale indemne de una f¨¢brica de ¨¦xitos. ¡°Se trata de una industria incre¨ªblemente sexista, en la que no hay mujeres productoras. Las cantantes son chicas muy j¨®venes, inicialmente sin poder. Cuando un tipo que ronda los cuarenta puede lograr que seas una estrella o un fracaso m¨¢s, su poder es inconmensurable. Ah¨ª es cuando se dan casos como el de Dr Luke, acusado de acoso sexual y violaci¨®n por Ke$ha¡±, agrega Seabrook.
En cualquier caso, poder analizar los ¨¦xitos contempor¨¢neos matem¨¢ticamente, a la sueca, permite a Seabrook vaticinar el futuro de los ¨¦xitos. ¡°El auge de la m¨²sica dance y el hip hop induce a artistas de ambas esferas a trabajar juntos. DJ Snake con Justin Bieber, Miley Cyrus con Mike Will Made It... se trata de un nuevo tipo de canci¨®n que cambia las reglas del juego, rompe con los g¨¦neros tradicionales¡± , explica.
Tras cuatro a?os de investigaci¨®n, este periodista de The New Yorker, fan¨¢tico de la m¨²sica, admite cierta desilusi¨®n. "Hay cosas que preferir¨ªa no haber descubierto. Por ejemplo, para grabar una canci¨®n, un artista puede estar repitiendo una frase incesantemente durante cuarenta tomas para conseguir ese resultado perfecto. Le resta esa magia m¨ªstica de la composici¨®n de canciones", r¨ªe Seabrook.
La matem¨¢tica sueca no es, evidentemente, algo que siempre resulte emocionante.
Babelia
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