El triunfo del romance de las autopistas
El cine musical consolid¨® su edad de oro como antidepresivo. Creci¨® como b¨¢lsamo consolador y euforizante con la Gran Depresi¨®n y la II Guerra Mundial y alivi¨® las heridas sociales en la posguerra, alcanzando su c¨¦nit con ese monumento que es Cantando bajo la lluvia. Los programas musicales de la televisi¨®n le condenaron al ostracismo, mientras el cine de los a?os sesenta, el cine de la modernidad, nos ofrec¨ªa como recambio a Stanley Kubrick y a la Escuela de Nueva York y sus secuelas (Jonas Mekas, John Cassavettes, Shirley Clarke), paralela a la nueva ola que irrump¨ªa con estruendo en Francia: el cine-pasatiempo hab¨ªa sido engullido por el cine de autor; el entretenimiento hab¨ªa dado paso a la cultura y la casa encantada al museo. Al cine musical se le daba por extinguido, como al w¨¦stern o a los seriales de aventuras con malvados asi¨¢ticos. Y hete aqu¨ª que acaba de resucitar, arrastrando consigo al olvidado formato del Cinemascope, para cosquillear nuestra nostalgia, y arrasando en su resurrecci¨®n en las nominaciones de los Oscars. Y, para colmo, ha repetido el esquema estructural que vertebr¨® durante a?os su consolaci¨®n: chico conoce a chica, chico pierde a chica y chico recupera a chica..., con el agravante de que ha situado su peripecia en el show business de Los ?ngeles, con sus autopistas eternas (con frecuencia colapsadas) y sus anuncios multicolores de ne¨®n, fondo propicio para que la chica que quiere triunfar como actriz y al joven que quiere hacerlo en el mundo de la m¨²sica transiten de la depresi¨®n al triunfo final. Los soci¨®logos de pacotilla recurrir¨¢n al t¨®pico de que se ha convertido en un b¨¢lsamo optimista a las puertas de la era depresiva que augura Donald Trump. Pero cuando Damien Chazelle dise?¨® su cuento de hadas californiano Trump pertenec¨ªa todav¨ªa a los arrabales de la pol¨ªtica.
Recuerdo haber le¨ªdo en Los Angeles Times, cuando viv¨ª en Hollywood en los a?os setenta, una estad¨ªstica acerca de la avalancha de j¨®venes que llegaban cada mes a la ciudad con la ilusi¨®n de triunfar como actores, guionistas o creadores en el mundo del cine y el magro porcentaje de quienes consegu¨ªan convertir su sue?o en realidad. Emma Stone y Ryan Gosling figuran en la privilegiada minor¨ªa de quienes lo consiguen en la autopista de la vida que sobrevuela las tempestades de la sociedad l¨ªquida que nos atormenta con sus incertidumbres.
Babelia
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